Una pareja de pelo cano se sienta en un banco del parque,
Leyendo el periódico, discutiendo las noticias del día.
El repite un poema, aprendido en su juventud;
Ella termina la estrofa mientras él asiente complacido.
Al crepúsculo, el aire parece más despejado que al medio día.
En el pasado, los educadores enfatizaban la memorización.
Todavía puedes conocer
gente mayor capaz de recitar ciertos poemas, pasajes de los
clásicos y textos
religiosos o fórmulas matemáticas. De hecho, algunos afirman
que quienes recuerdan
más son más sabios.
La gente joven con frecuencia tiene la manía por más y más
información. Pero la
mera acumulación no es suficiente. Mientras más se asimila,
más son los datos que
se necesita manejar. Sin ello, se tiene conocimiento
enciclopédico y minúscula
sabiduría. La verdadera sabiduría es un valor cualitativo
construido sobre una
fundación cuantitativa. Los ancianos vitales no se hicieron
venerables sólo
mediante buena memoria. También aprendieron a manejar esos
datos. Mezclaron su
conocimiento con una saludable dosis de experiencia,
experimentación y
contemplación. Toma tiempo intuir las conexiones especiales
entre los hechos.
Uno podría decir que la sabiduría no es simplemente un proceso
mental sino la suma
total de un ser humano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario