INVIERNO - Meditacion N° 355 del 21 Junio 2018 - 365 Meditaciones TAO



Un indigente muere en la cuneta.
Un árbol se resquebraja con el frío:
Un sonido espeluznante.
En el solsticio de invierno, el día es el más corto de todos y la noche es la más
larga. También puede ser el momento de un frío cortante. El viento sopla con
glacial ferocidad, cortándolo todo ante sí. La nieve y el hielo se vuelven letales.
Quienes no tienen un hogar mueren expuestos. Incluso el más impresionante de los
árboles puede rajarse por una caída de la temperatura.
El sonido de un árbol partiéndose es una súbita bofetada.
Los horrores, las tragedias que trae este nadir! El invierno tortura al mundo con
un látigo helado, y los débiles son suelo bajo sus glaciales tacones. A veces,
incluso ni nos atrevemos a lamentarnos por quienes murieron en el violento ataque
del invierno, por miedo a que las lágrimas se nos congelen sobre las mejillas. Pero
vemos, y oímos. Acurrucándonos más cerca del fuego, juramos sobrevivir.
No importa qué tanto seamos afectados por la desgracia, debemos recordar que esta
es la parte más baja de la vuelta de la rueda. Las cosas no pueden descender para
siempre. Hay límites para todo –incluso para el frío, y para la oscuridad, y para
el viento, y para la muerte.
Lo llaman el primer día del invierno, pero en realidad es el comienzo de la muerte
del invierno. Desde este día en adelante, podemos esperar anhelantes el que se
ponga más cálido y luminoso.




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