Mañana.
Nuevo
día.
La
alegría del nacimiento.
Todo
lo que necesitamos es la mañana. Mientras haya amanecer, existe la posibilidad
de
que podamos enfrentar todas nuestras desgracias, celebrar todas nuestras
bendiciones,
y vivir todos nuestros esfuerzos como seres humanos. La espiritualidad
es
algo que se ha vuelto necesario en estos tiempos problemáticos. Sin embargo es
inherentemente
superflua. La necesitamos para recordarnos a nosotros mismos, para
reafirmarnos,
para integrarnos, para realizarnos. Si simplemente pudiésemos
reconocer
el misterio de la noche y la gloria de la mañana, no necesitaríamos ni
civilización
ni espiritualidad.
En
lo más simple, la vida comienza con el amanecer. Esa es bendición suficiente.
Esa
es felicidad suficiente. Todo lo demás se vuelve plenitud inmensurable. Al
amanecer,
arrodíllate y agradece este evento maravilloso. Podríamos pensar que las
mañanas
son tan comunes que no son dignas de veneración, ¿pero te das cuenta de que
la
mayoría de los lugares del cosmos no tienen mañanas? Este evento diario es
nuestra
suprema bondad.
Saluda
el amanecer. Ese es tu milagro para presenciar. Esa es la belleza suprema.
Eso
es lo sagrado. Ese es tu regalo del cielo. Esa es tu señal de profecía. Eso es
saber
que la vida no es fútil. Eso es iluminación. Ese es tu significado en la
vida.
Esa es tu directiva. Ese es tu consuelo. Eso es la solemnidad del deber. Eso
es
inspiración para la compasión. Eso es la luz de lo supremo
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