Azulejos de cornalina,
lapislázuli y jade,
El muralista compone su
cuadro
Un centímetro a la vez.
Sola, cada pieza es
preciosa;
Unidas forman un todo
invaluable.
No lejos de donde
crecí, había un muralista cuya especialidad era el mosaico.
Aceptaba encargos desde
todo el mundo y también colaboraba con varios artistas
famosos en sus murales
y esculturas. Tenía botes y cubos llenos de toda clase de
materiales fascinantes.
Algunos eran vidrios rojos, azules y amarillos. Otros eran
de elaborada cerámica
esmaltada. Unos pocos eran piedras como lapislázuli,
turquesa, malaquita y
obsidiana. Algunos incluso tenían reflejos de oro y plata, y
esos serían los
primeros en brillar cuando él enjuagara el mortero.
Dios puede estar en los
detalles, pero también es importante conocer el panorama
general.
Aquí es donde el
muralista es tan buen ejemplo. El sabía cómo tenía que ser cuadro
completo, y sin embargo
tenía la suficiente concentración para montar enormes
retablos hechos de
pequeños centímetros cuadrados. Eso es conocer ambos, lo pequeño
y lo grande. Sigue su
ejemplo y nunca serás mezquino; sin embargo no perderás de
vista la relación entre
lo microcósmico y lo macrocósmico.
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