LA ALEGRÍA DE ESTAR SOLO
¿Qué es lo más difícil de estar sólo?
El hecho de estar solo.
Mientras tomábamos un té con un amigo
una tarde de domingo, nos pusimos a conversar sobre qué es lo que más nos
cuesta de estar “solos” y la primera respuesta fue “el hecho de estar solo”.
Parece ser que cuando nos alejamos de
un contexto social (que a veces es una constante en nuestras vida llena de
eventos) tenemos menos tiempo para entretener nuestra mente y no nos queda de
otra que volcar esos ojos para adentro. Estamos con más posibilidades (que no
significa que estemos atentos) a ver nuestro propio mundo interior y
“tolerarnos” con todo lo que surge, nos guste o no.
En estos tiempos donde todo está
apresuradamente conectado por las tecnologías, existe una dualidad muy profunda
y abismal; existen todas las herramientas creadas para conectarnos por un sólo
click; buscamos me gustas, buscamos ver la vida de los demás de través de las
fotos, buscamos ser parte de un grupo y aceptación conectando con otros como
seres humanos (que es una característica intrínseca del ser humano) pero a
veces en la búsqueda de más nos perdemos de lo sutil. En nuestro intento de
buscar afuera perdemos lo valioso del fenómeno de la conexión con nosotros
mismos.
Todas las experiencias humanas son un
campo de vida para otras experiencias. Todo existe en base a causas y condiciones,
sólo que no vemos los ingredientes del pastel cuando estamos a punto de
comernos el pedazo de pastel. Vemos la soledad como el estado que queremos
evitar, lo queremos negar en lo profundo y no vemos la tremenda oportunidad que
representa. Una tierra fértil donde puedo comenzar a plantar semillas de buen
amor para mí. Tomará tiempo (seguramente años) pero lo cierto es que puedo
comenzar HOY.
Estar solo es una oportunidad para
ver de cerca nuestras emociones y comenzar a ponerles nombre, sentirlas, lidiar
con ellas y poder mirar con claridad que son emociones que están dentro de mí y
que no son la consecuencia de que el otro está en mi vida. El otro, los otros,
no son más que el objeto que desencadena mis celos, mi envidia, mi felicidad,
mi éxtasis, mi descontrol, mi paz, mi ira. Más allá de ellos, del evento, todas
las emociones ya residen en mí.
Es una oportunidad para hacer las
paces contigo, para dejar de luchar por lo que deberías ser o los pensamientos
que deberías pensar, porque deberías estar a gusto ya que “lo tienes todo” y
sigues mirando el vaso vacío, porque tratas de pensar positivo pero no lo estás
logrando, porque deberías pero no puedes. Tente paciencia. Recuerda que los
tratados de paz toman años en los países, que incluso después de la paz las
generaciones posteriores siguen sufriendo los estragos de las guerras. Recuerda
que cuando estás enojado con alguien toma tiempo hacer las paces con esa
persona. De igual manera, hacer las paces contigo mismo toma tiempo. Todos
somos aprendices de aceptarnos tal y como somos.
Si bien es cierto nunca estás solo
(están amigos, familia, comunidad, etc) uno puede percibir que está solo. Si
estás sin pareja, se puede sentir que una parte importante con quien compartías
todo (y casi siempre era un mejor amigo) no está disponible y que esa energía
que volcaba en compartir mi experiencia, mis traumas, mis miedos, mis rollos
internos o mi rabia, ahora sólo se vuelca hacia mí. Puede ser que sigas
canalizando esa energía hacia tu familia o tus amigos sin darte cuenta, pero
cuando haces una pausa te das cuenta que no son ellos. Es cuestión de mirarse
un poco más.
Es una oportunidad para convertirte
en tu mejor amigo, de verdad. No sólo estar ahí para ti porque te toca estar (y
dices-que más porque habito este cuerpo o mente y no la puedo cambiar) sino que
comienzas a construir ladrillo a ladrillo tu propia casa interior. ¿Cómo vas a
invitar a alguien a tu casa si no puedes soportar estar tú en ella? Comienza
por reconocer tu casa, tu mente, tu cuerpo, así como es. No hay nada malo en
ella. Absolutamente. Todo lo que crees que es exactamente eso, CREENCIA y eso
va para ambos lados. Si crees que eres lo máximo del mundo o si crees que no
vales para nada, ninguno de esas creencias es lo que tú eres. Ambos corresponden
a lados opuestos de la misma moneda; de la excitación continua o de la
depresión. Eres lo que eres.
Una vez que te sientas cómodo y a
gusto en tu casa (mente, cuerpo, alma) y sepas que es la única que tienes y que
no es mejor que las demás ni peor, que es única, estarás preparado para recibir
invitados y dejar de esperar que ellos te traigan la comodidad o la alegría a
la misma. Ellos podrán venir, traer flores, los más hermosos mantos para cubrir
los sillones, dejar perfumes en cada esquina, pero habrá un conocimiento
interior a prueba de balas que por más que todos tus invitados se vayan, tu
casa seguirá siendo lo que un día construiste, y habrá cambiado porque ahora
tiene la marca invisible de todos aquellos que pasaron por ella. Celebrarás que
los invitados llegaron, tal como en tu cumpleaños, y que hayan compartido lo
más íntimo contigo, pero de la misma forma podrás amar su partida, porque la
semilla de ellos y de vuestro encuentro ya se grabó en lo profundo de tu
corazón.
Es la oportunidad de perdonarte, de
mirar los reclamos que te estás haciendo, mirar el enojo que vive dentro de ti
y que no tiene como canalizarse, de observar que quieres escapar de ese estado
de soledad buscando anclarte en algo (celular, películas, conocimiento, amigos,
TV, libros, etc). Este es el tiempo de mirar con buenos ojos el intenso deseo
de escapar de ti mismo, de dejar de juzgarte porque no deberías escapar de ti.
Benevolencia con nosotros mismos porque hoy, este momento, es una nueva
oportunidad para comenzar a construir.
Perdónate y desde el perdón a ti
mismo nacerá automáticamente el amor para ti y todo lo que existe.
Es la oportunidad de derrumbarlo
todo. Como si el castillo de arena en la playa se hubiera destruido y quedaran
los restos de arena dispersos y visibles. Es parte del proceso de “muerte”
sentir tristeza y hacer el duelo porque queríamos que ese castillo siga de pie;
sin embargo, en algún momento esa destrucción se convierte en el campo de
posibilidades para construir algo nuevo, con otros ojos, desde otra
perspectiva. Podría seguir en el ciclo de buscar nuevas experiencias para
anclarme (y de alguna manera distraerme) o también podría respirar hondo, tomar
valor y afirmar mi convicción. Es la oportunidad de morir y de nacer cuantas
veces lo necesite.
Es la oportunidad de comenzar a
diferenciar qué es lo que verdaderamente me trae alegría; desde leer un libro
en la tarde en vez de ir a la playa con 20 amigos, o ir a un bar a tomarme una
cerveza en vez de quedarme en casa meditando. Es llevarte a la pregunta interna
de si esto me entrega alegría independientemente de los condicionamientos
sociales. Si te entrega alegría interior seguramente es un ladrillo de oro para
la casita que estás construyendo dentro de ti.
No digo que nos aislemos del mundo,
digo que cada oportunidad es un campo de más oportunidades y el estar sólo es
un campo ávido de semillas de amor para nosotros y por ende, para el mundo
entero.
Pienso que el día que estemos tan a
gusto en nuestra casa interior nuestros vínculos contribuirán a nuestra alegría
de vivir, dejando de pedir al mundo y a la vida que me entregue lo que creo que
me hará feliz, comenzaré a compartirme desde el dar: porque encuentro que dando
y dándome estoy devolviendo lo grandioso que he recibido por tantos años: la
oportunidad de vivir.
Natalia Bullon
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