Tal vez nuestro amor por el otro no
es correspondido, o nos sentimos esencialmente poco queridos, no valorados o
emocionalmente inadaptados. Ya sea porque permanecemos sin conocer nuestro
verdadero valor o porque amamos sin una respuesta complementaria, la sensación
de no ser amados causa nuestro sufrimiento más profundo. Se nos hace necesario
vivir cada sía soportando un arraigado y creciente sentido de no ser. Porque si
no nos sentimos amados, tememos el no tener una entidad.
Aprender a vivir a un nivel más
elevado que el de la mera supervivencia implica el descubrir cómo responder a
ese sentimiento de ansias de amor. No debemos responder con evasión,
distracción o atontamiento, sino enfrentándolo y manejándolo verdaderamente.
Sentir miedo es una emoción natural e
inevitable en la vida de las personas. Sin embargo, cuando no se controla se
convierte en una mordaza y lastre que afecta diversas aristas del existir. Y
dentro de estos tiempos modernos, resulta curioso cómo a pesar de la existencia
de las recetas de la felicidad que expone la cultura light, cada vez más
personas desarrollan el “miedo a no ser amados”.
El no sentirnos amados es una
sensación de constante inseguridad y ansiedad ante la idea de que quienes se
espera te den afecto no lo harán. En muchos casos surge en la infancia y tiene
mucho que ver con la distancia emocional con los progenitores, no me refiero
solo a la física porque existen muchos padres que viven con sus hijos, pero
emocionalmente los hacen sentir no amados porque los maltratan psicológicamente
con intolerancia, con críticas destructivas o simplemente los ignoran.
En otros casos más lamentables,
existen madres o padres que decidieron no hablar con sus hijos por vengarse de
la ex pareja y otros que viven en la misma casa como esposos, pero separados de
la relación de pareja y viven discutiendo y las criaturas absorben ese ambiente
inestable y de inseguridad que hace que ese miedo aumente en ellos. Y es que
fingir no es la solución en hogares donde la ausencia de empatía se nota y la
comunicación no mejora porque el desencuentro y muerte del amor es evidente.
Muchos otros hijos crecieron con un
solo padre o madre criándolos, pero son muy seguros porque la comunicación y
afecto con su tutor o padre o madre es buena y el cuidado emocional se
mantiene.
En estados más penosos, existen
personas que nacieron sin padres o fueron criados por los tíos o abuelos y en
ellos, la sensación de desprotección y abandono es grande y requiere ayuda
profesional para que en el futuro la personalidad no sufra las consecuencias.
Alejandro Jodorowsky nos dice:
“Todos tenemos que acabar con ese
juego de “mira lo que me has hecho” o “tú no me quieres”. Es una falta de
creatividad. No debemos regodearnos en la sensación de no ser amados.
Precisamente, si tengo esa sensación de no ser amado, hay que cambiar esa
sensación y sentirse amado. ¿Y que se puede hacer? Pues, para empezar, dejar de
pedir. Si yo dejo de pedir, estoy en la situación de dar y entonces diremos:
“Tú no me quieres, pero yo te adoro”. Y en lugar de pasar la vida enfadándonos y
fastidiando al otro y sufriendo, diré “Basta”, y se acabó el problema. Yo te
amo. No voy a vivir como una víctima toda mi vida. No, yo te amo y eso basta.
Si tú no me amas es tu problema, no el mío. Ahí está la curación. Cuando se es
creativo, ya no se está centrado en la petición de algo, al contrario, lo
fabricamos nosotros mismos.”
“Debemos poner amor allí donde no hay
amor, y lo encontraremos. Porque, si utilizas al otro como un espejo de tu
falta de capacidad para amar, es porque tú no puedes amar. Eres incapaz de
amar, y tu problema de no amar lo depositas en el otro, lo proyectas como un
espejo. Ama. Y si tú amas, el otro te va a amar, porque vas a proyectarle tu
amor”.
“Comencemos por amar las cosas: el
arte, la gente, nuestras obras, todo. Dediquémonos a crear y a amar. Porque la
otra actitud me conduce a no hacer nada, a estar todo el tiempo parado. La
creatividad, por el contrario, conduce a que hagas lo que debes hacer. Y lo que
haces, lo proyectas. Y si lo proyectas, lo recibes. Todo lo que le das al
mundo, el mundo te lo da. Todo lo que no le das al mundo, el mundo no te lo da.
Hay que liberarse, gracias a la creatividad, de la petición. Cuando nos decimos
“yo quiero tener talento”, debemos decir: “¡Tengo talento!”. ¿Por qué querría
tener talento, si lo tengo? Yo quiero tener éxito. ¿Pero si tengo éxito! Todo
lo que quiero, lo tengo. Entonces dejo de pedir, y me pongo a hacer mi obra.
¡Eso es todo! Si quiero tocar música, la toco. Si quiero cantar, canto. Si
quiero escribir, escribo. Si quiero ganar dinero, lo gano. Y punto”.
“Porque a nuestro lado siempre está
la prisión que nos impide realizarnos. Papá, mamá, ¿verdad? Es esa prohibición
que nos ha dicho: sé víctima, vive como una víctima y hazte una víctima”
Fuente: Rincon del Tibet
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