El Tao es extrañamente
incoloro,
Sin embargo intenso.
Te agarra como un
maremoto.
Los libros antiguos
describen al Tao como extrañamente incoloro. ¿Qué quieren decir
con eso? Cuando los
dioses aparecen en destellos de luz cegadora, cuando el
infierno bosteza con
llamas y chispas, ¿cómo es que el Tao, supremo sobre todo, es
extrañamente incoloro?
La descripción de
incoloro es una referencia al hecho de que el Tao está más allá
de todas las
descripciones. Cuando experimentes el Tao, reconocerás que lo que
tienes entre manos es
algo sumamente correcto. Pero será imposible conceptualizarlo
o reproducirlo. De
hecho, mientras más tratas de sujetar al Tao, más elusivo se
vuelve. Es una paradoja
el que algo incoloro pueda ser tan intenso, apasionante e inolvidable.
¿Has practicado alguna
vez algún deporte competitivo, como por ejemplo, fútbol?
¿Has sentido alguna vez
ese dulce momento, cuando todo salía bien casi sin
esfuerzo? Cuando
estabas inmerso en ese momentum, ¿te dijiste a ti mismo, “No hagas
nada que quiebre esto.
No digas nada, no lo arruines”? Esa sensación es un poco de
como se siente el estar
con el Tao. Si trataras de desglosar lo que te estaba
pasando, no podrías. Si
trataras de reproducirlo más adelante en otro partido, no
podrías. Si trataras de
“dominarlo”, de tomar crédito por él, de explicar qué pasó,
no podrías. Luego en
privado al reflexionar, te darías cuenta de que la experiencia
que sentiste fue lo suficientemente
fuerte para mover a otros, para barrerlo todo
ante ti, para
mantenerte en intensidad. Lo que sentiste fue el Tao.
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