Por
años, he practicado el ritual.
Ahora
está muerto.
Por
años, he practicado meditación.
Ahora
es aburrida.
Por
fin, está el sólo elevarse
Como
una cinta ectoplásmica
Flotando
sobre el mar.
Cuando
uno está espiritualmente maduro, ya no necesita la estructura del ritual o
de
meditaciones formales. Esto no quiere decir que la estructura fue innecesaria,
porque
sin ella uno no podría estar en esta posición de ventaja. Pero una vez que
se
logra un nivel en que se han internalizado completamente las lecciones de la
estructura,
uno puede improvisar libremente en formas frescas y válidas.
En
la espiritualidad uno se puede elevar, libre de las restricciones ordinarias.
Imagínate
a ti mismo en un alto acantilado con vista al mar. Lentamente tu cuerpo
se
alarga como una cinta. Más y más largo, ondulando hacia el cielo. Ante ti está
la
ilimitada vastedad del océano y del cielo. Te sientes atraído hacia adelante, y
como
una cinta puedes planear y elevarte sobre aquella expansión. Eso es libertad
espiritual.
El
otoño está por dar paso al invierno. La primavera está al otro lado, tal como
la
elevación
espiritual está al otro lado de un rígido ritual. Las devociones tienen
sus
propias estaciones: Cuando recién las aprendes, son mágicas. Luego rinden su
cosecha
y se marchitan. Al otro lado del marchitarse está la nueva primavera y un
nuevo
panorama espiritual. Dondequiera que estés en tus años espirituales, coopera
con
los ciclos de las estaciones, hasta que emerjas como un dragón, elevándote en
el
cielo.
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