LA TRADICION
ESPIRITUAL
La
tradición espiritual nada tiene que ver con viejos patrones, valores obsoletos,
costumbres petrificadas o creencias religiosas. Es otro tipo de transmisión,
que no está sujeta al tiempo ni al espacio. Nada tiene que ver con ideas o
crencias prestablecidas ni con cultos o religiones instituídas o con los
aparatajes eclesiásticos.
La
tradición espiritual ha fluido en todas las épocas y latitudes, como un
conjunto de enseñanzas y métodos, que vienen desde lo más antaño y que pueden
colaborar en el autodesarrollo, el autoconocimiento y la realización de sí.
Es tanto
para personas teístas como ateas, creyentes o agnósticas. Es para todos
aquellos que quieren actualizar positivos potenciales internos, sanear y
equilibrar la mente, humanizarse, lograr la evolución de la consciencia y darle
a su vida un sentido de incesante aprendizaje para el beneficio propio y el de
todas las criaturas.
A veces,
como un río oculto (el mítico y místico Sarasvati de la India), no ha sido
vislumbrdo por la mayoría, pero siempre ha estado fluyendo y configurando una
sabiduría perenne que no puede apropiarse ningun sistema filosófico-religioso
(aunque no pocos lo han pretendido) y que es la herencia espiritual de la
Humanidad.
Este
legado se ha ido transmitiendo de buscadores espirituales a buscadores
espirituales desde la noche de los tiempos, brindando así mapas y brújulas
espirituales para poder orientarse en el viaje a los adentros y poder ahondar
en lo más sosegado y sabio de uno mismo, logrando cambiar actitudes perniciosas
y pudiendo estar más vigilante a lo que se piensa, se dice y se hace. Esa
tradición es adogmática y a veces ha escondido su conocimiento para los adeptos
o iniciados, simplemente porque ellos estaban más perceptivos para recogerla.
Se ha perpetuado tanto en Oriente como en Occidente. Unos le han denominado
Sabiduría, otros el Conocimiento o Gnosis u otros la Enseñanza o Dharma.
De lo que
se trata es de un reservorio de preciosas enseñanzas y métodos para elevar y
esclarecer la consciencia y poder así mejorar la calidad de la vida interior de
la persona y mejorar sus comportamientos mentales y emocionales, para que sea
más recto el proceder con los demás. Se utiliza el término “espiritual” a modo
de conveniencia,pero sin ningún tinte religioso, aunque cada persona puede
honestamente desarrollarse en su credo si lo tiene.
Esta
sabiduría perenne no está sujeta a códigos autocoercitivos ni coactivos y al
final cada buscador tiene que seguir su propia vía o ladera hacia la cima de la
montaña. Hay que, espiritualmente, esperarlo todo de uno mismo, dearrollando el
esfuerzo correcto para ello e inspirándose en una inquebrantable motivación.
A la
sombra de esa Tradición han surgido siempre embacuadores, falsos maestros y
desaprensivos mistagogos. Por eso es necesaria la utilización del
discernimiento claro y someter las enseñanzas y métodos a la verificación
personal, no dejándose arrastrar por una fé alucinatoria ni por narcóticos
pseudoespirituales. Resulta revelador recordar las palabras de Buda cuando les
decía a sus discípulos: “¡Levantaos! ¡Incorporaos!. Preparad sin desmayo
vuestra paz mental”
Ramiro Calle
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