LA BUENA SUERTE - El Camino de Chuang Tzu




La buena suerte El Maestro Ki tenía ocho hijos. Un día llamó a un fisonomista, puso en fila a los muchachos y dijo: "Estudie sus rostros. Dígame cuál es el afortunado." Después de su examen, el experto dijo: "Kwan es el afortunado." Ki quedó contento y sorprendido. "¿De qué forma?", inquirió. El fisonomista replicó: "Kwan comerá carne y beberá vino por el resto de sus días a cargo del gobierno." Ki se derrumbó y sollozó: "¡Mi pobre hijo! ¡Mi pobre hijo! ¿Qué ha hecho para merecer tanta desgracia?" "¡Cómo!", exclamó el fisonomista. "¡Cuando uno comparte las comidas de un príncipe, las bendiciones alcanzan a toda la familia, especialmente al padre y a la madre! ¿Rechazaría usted la buena suerte?" Ki dijo: "¿Qué es lo que hace que esta suerte sea 'buena'? La carne y el vino son para la boca y el estómago. ¿Acaso la buena suerte está tan sólo en la boca y en el estómago? Estas 'comidas del príncipe', ¿cómo ha de compartirlas él? Yo no soy ningún pastor y de repente nace en mi casa una oveja- Yo no soy ningún guardián de caza y nacen codornices en mi patio. ¡Son éstos terribles portentos! No tengo más deseo para mis hijos y para mí, que vagar libremente
por la Tierra y los Cielos. No busco gozo alguno para ellos y para mí, más que el goce del Cielo, sencillos frutos de la Tierra. No busco ventaja alguna, no hago planes, no me introduzco en negocios. Con mis muchachos, busco tan sólo el Tao. ¡Yo no he luchado contra la vida! y ahora esta espeluznante promesa de lo que nunca busqué: ¡Buena suerte! Todo efecto extraño tiene alguna causa extraña. Mis hijos y yo no hemos hecho nada para merecer esto. Es un castigo inescrutable. ¡Por tanto, sollozo!" Y así ocurrió, algún tiempo más tarde, que ki mandó de viaje a su hijo Kwan. El joven fue capturado por bandolers que decidieron venderlo como esclavo. Creyendo que no podrían venderlo tal como estaba, le cortaron los pies. Así, al no poder huir, resultaba un mejor negocio. Lo vendieron al gobierno de Chi, y fue puesto a cargo de una puerta de peaje en la carretera. Dispuso de vino y carne, durante el resto de sus días, a cargo del gobierno. ¡De este modo, Kwan resultó ser el afortunado!




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