WEN TZU – 154 LAO TSE DIJO:

 


Lo que permite sobrevivir a una nación es el logro del Camino; lo que origina que una nación perezca es la obstrucción de la razón. Por ello, los sabios ven el desarrollo de la sociedad observando sus signos. La virtud florece y decae, siendo las modas los primeros indicativos de ello.

 

Así, quienes alcanzan el Camino de la vida, inevi­tablemente se vuelven grandes aunque sean pequeños; quienes tienen signos de morbosidad inevitablemente fracasan aunque por el momento tengan éxito. Cuan­do una nación está moribunda, la grandeza no es sufi­ciente para basarse sólo en ella; pero si allí dentro se sigue el Camino, incluso una pequeña nación no debe de ser menospreciada.

 

Así, la supervivencia se encuentra en el logro del Camino, no en la pequeñez; la ruina se encuentra en la pérdida del Camino, no en la grandeza. Los gobernan­tes de un país confuso se esfuerzan por ensanchar el territorio, no por la humanidad y la justicia; luchan por conseguir elevadas posiciones, no por el Camino y la virtud. Esto es abandonar los medios de sobrevivir y crear las causas de la destrucción.

 

Si perturban las luces del sol, la luna y las estrellas arriba, y pierden los corazones de las masas del pueblo abajo, ¿quién no podría culparles? Por ello, quienes examinan el ser no lo atribuyen a otros.

 

Cuando quienes actuaban como dirigentes en antiguos tiempos lo practicaban profundamente, a esto se llamaba el Camino y virtud; cuando lo practicaban superficialmente, a esto se le llamaba humanidad y jus­ticia; cuando lo practicaban ligeramente, a esto se le llamaba cortesía y conocimiento.

 

Estas seis cosas constituyen el entramado de una nación. Cuando se practican profundamente, se reci­ben bendiciones abundantes. Cuando se practican superficialmente, las bendiciones se reciben ligeramen­te. Cuando se practican al máximo, todo el mundo camina junto a uno.

 

En los antiguos tiempos, cultivar el Camino y su virtud podía aportar orden a todo el país; cultivar la humanidad y la justicia podía aportar orden a un esta­do; cultivar la cortesía y el conocimiento podía aportar orden a una región. Aquéllos cuya virtud era abundan­te eran grandes, y aquéllos cuya virtud era escasa eran pequeños.

 

Así, el Camino no es para establecerse a sí mismo mediante la agresividad, ni para conquistar por la fuer­za, ni para obtener mediante la competítividad. La posición consiste en ser promovido por el mundo, la victoria consiste en el acuerdo espontáneo del mundo, y la ganancia consiste en que el mundo te la otorgue, no en tomarla para ti mismo.

 

Por tanto, llegarás a estar establecido si no eres agresivo, serás victorioso si eres flexible y te adaptas, y ganarás si eres humano y justo. Si no luchas, nadie puede luchar contigo. Esta es la razón por la que el Camino es para el mundo como los ríos y los océanos.

 

El Camino de la Naturaleza es arruinado por quie­nes planean estratagemas, perdido por quienes inten­tan agarrarlo. Mira a aquellos que quieren tener una gran fama, y por consiguiente buscan y luchan por conseguirla: vemos que no pueden detenerse, pero que incluso si la obtienen aferrándose a ella, ésta no permanece.

 

La fama no puede ser obtenida mediante su bús­queda, debe ser dada por el mundo. Quienes la dan recurren a ella. A lo que recurre el mundo es a la vir­tud. Por ello se dice que el mundo recurre a aquéllos de elevada virtud, el país recurre a aquéllos de elevada humanidad, un estado recurre a aquéllos de elevada justicia, y una región recurre a aquéllos de elevada cor­tesía.

 

El pueblo no recurrirá a nadie que carezca de estas cuatro cualidades. Armar y desplegar al pueblo que no tiene confianza en su gobierno es una acción peligrosa.

 

Por esto se dice que las armas son instrumentos de mal agüero, que deben utilizarse únicamente cuando son inevitables.

 

Cuando obtienes la victoria matando e hiriendo a gente, no te vanaglories por ella. Así, se dice que las zarzas crecen en un terreno donde la gente ha muerto; en donde se ha llorado por ellos con tristeza, se les ha dejado descansar con los ritos del duelo. Ésta es la razón por la que las personas superiores se esfuerzan por obtener la virtud del Camino y no acumulan gran­des reservas mediante el uso de la fuerza militar.

 

Fuente: Osho Gulaab


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