Existen
constantes para gobernar a las naciones, pero la base consiste en beneficiar al
pueblo; existen medios de promulgar políticas, pero el precedente consiste en
llevarlas a cabo. Si beneficias al pueblo, no es necesario ser gobernado por el
precedente; si gestionas cada cosa, no es necesario seguir la costumbre.
Por
ello, las leyes de los sabios cambian con el tiempo, y sus maneras evolucionan
con las costumbres. Sus vestidos y sus máquinas se hacen convenientemente
funcionales, sus leyes y regulaciones están basadas en lo que es apropiado. Por
consiguiente, repudiar el cambiar lo antiguo no es muy apropiado; fluir con las
costumbres no es suficiente para considerarse superior.
Recitar
libros de los antiguos reyes no es tan bueno como oír sus palabras; y oír sus
palabras no es tan bueno como alcanzar con ellas aquello de lo que hablaban.
Quienes alcanzan aquello de lo que hablaban encuentran que las palabras no
pueden expresarlo. Por lo tanto, un camino que puede ser expresado no es el
Camino eterno, y un término que puede ser designado no es un nombre permanente.
Así,
por donde caminan los sabios se llama el Camino, el cual, al igual que los
instrumentos de percusión, no debe cambiarse una vez que ha sido afinado. Los
asuntos concretos, por otra parte, son como instrumentos de cuerda, que se
devuelven una vez que se ha estropeado una pieza. Las leyes, las regulaciones,
los ritos y la música son instrumentos de orden; no son lo que hace que el
orden sea ordenado. Por tanto, el Camino esencial no puede ser discutido con
eruditos triviales, porque éstos consideran las convenciones para la
iluminación y están sujetos al dogma.
Fuente: Osho Gulaab
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