Pero, ¿qué es lo que
quieren, acaso son mis datos? No, ya los tienen. ¿Quizás quieren saber a dónde
voy y con quién? No, ya lo saben. Además ¿crees de verdad que les importa los
lugares que frecuentas y quién te acompaña? ¿Acaso pretenden conocer mis conversaciones,
saber cómo pienso, qué me gusta o disgusta? Tampoco. Verás, no lo sabes, pero
en realidad piensas lo que quieren que pienses y vas a donde quieren que vayas.
Además, aunque no lo creas, te gusta lo que quieren que te guste y lo mismo
sucede cuando algo o alguien no te agrada.
No quieren nada de eso,
no eres tan importante como te han hecho creer, por mucho que a tu ego le
encante creer lo contrario. En realidad, no les importas nada. No eres
importante, pero ¡cuidado! porque puedes llegar a serlo, y eso sí les puede
importar. Tampoco les interesa conocer tus costumbres, gustos o deseos para
disponer de tus algoritmos y venderte artículos específicamente diseñados “para
ti”. Para ellos, eso de hacer dinero es muy fácil, tienen la fábrica, luego no
necesitan el tuyo para nada.
Entonces… si no es mi
dinero ni mis datos ¿qué es lo que quieren en realidad? Se trata de algo mucho
más sutil y elaborado: quieren tu ausencia. Es decir, lo contrario de tu
presencia. Quieren que no estés y eso lo consiguen siempre que miras una
pantalla. Por ello, quieren que pases el mayor tiempo posible mirando pantallas
de… ¡lo que sea!
Sucede que cuando miras
una pantalla durante un cierto tiempo dejas de existir, aunque creas lo
contrario. Cesa tu existencia porque abandonas la posibilidad de ser y estar
consciente. Dejas de existir porque se anulan todas las posibilidades de darte
cuenta. En consecuencia, te conviertes en alguien dormido y por lo tanto
manipulable.
Es así de simple. De
este modo, móviles, ordenadores, tabletas, series de TV –cuidado especialmente
con esto último, debido al elevado grado de adicción–, etc. no son otra cosa
que instrumentos de distracción masiva. Cuando miras pantallas dejas de estar
presente, abandonas la posibilidad de ser consciente de tu consciencia,
olvidando de tu presencia. Al perder la consciencia de ser pierdes también la
posibilidad de discernir y con ello de tomar tus propias decisiones, aquellas
que nacen de tu esencia, de tu alma.
En el fondo todo es muy
sencillo: si tú no estás, alguien va a estar para pensar y tomar decisiones por
ti. En este caso, estás perdido. Por el contrario, si despiertas a tu presencia
de ser te has desvinculado de la sutil red, entonces quienes están perdidos son
ellos. Hablamos de ese poder anónimo que sin apenas percibirlo intenta manejar
desde la sombra a su entero capricho y voluntad, haciéndote creer que eres
libre. ¡Despierta! Investiga dónde nace la verdadera libertad y la tendrás en
la palma de tu mano para siempre porque nunca la perdiste, sólo la olvidaste.
Ahora es más necesario
que nunca retornar a la presencia de ser. Dejar de ceder la voluntad a quienes
están detrás de la manipulación, cuando no el engaño llevado a cabo a través de
las pantallas, generando creencias ajenas a la esencia. Retornar al origen es
necesario y urgente a fin de convertirse en alguien que importa de verdad,
porque al despertar a la auténtica naturaleza se ha escapado por la puerta de
atrás, esa que nunca podrán controlar porque no hay pantallas.
Fuente: Silencio Interior
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