Cuando Wen-tzu
preguntó: ¿Por qué se consideran la humanidad, la justicia y la cortesía
menores que la virtud del Camino?
Lao Tse dijo: Quienes
practican voluntariamente la humanidad siempre la calculan en términos de
aflicción y felicidad, quienes practican voluntariamente la justicia siempre
la entienden en términos de tomar y dar. La propia aflicción y felicidad no
puede extenderse a todos dentro de los cuatro mares; los bienes y el dinero de
una tesorería exhausta no son suficientes para proveer a todo el pueblo.
Por ello, sabemos que
es mejor practicar el Camino y poner en práctica su virtud. Basados en la
naturaleza esencial del cielo y de la tierra, todos los seres se corrigen a sí
mismos y todo el mundo se realiza. La humanidad y la justicia son dependientes
y subsidiarias. Por ello, las grandes personas viven mediante lo profundo y no
mediante lo superficial.
En lo que respecta la
cortesía, se trata de un embellecimiento de la sustancia. La humanidad es un
efecto de la benevolencia. Por lo tanto, la cortesía debe ser regulada de
acuerdo con los sentimientos humanos, de manera que no excedan lo que es
sustancial. Humanidad no significa derrochar caridad; despedirse de los
muertos con sentimientos de aflicción puede ser llamado humanidad.
Nutrir la vida no
fuerza a la gente a hacer lo que no quiere hacer, ni les impide hacer lo que no
pueden dejar de hacer. Cuando las evaluaciones de medida no dejan de tener en
cuenta lo que es apropiado, la censura y la alabanza no tienen modo alguno de
surgir.
Así pues, de la
composición de la música es suficiente unir sentimientos de disfrute, no oír
más allá de la armonía, comprender las proporciones del decrescendo y del
crescendo, dominar las medidas apropiadas de magnificencia y austeridad.
Las cosas no son así en
las sociedades actuales. Las palabras y las acciones se oponen entre sí, los
sentimientos y las apariencias se contradicen recíprocamente. Las maneras
corteses se embellecen hasta el punto del aburrimiento, la música es agitada
hasta el punto de ser licenciosa, las costumbres están hundidas en la
mundanidad, y la censura y la alabanza se acumulan en las cortes. Ésta es la
razón por la que las personas realizadas abandonan estas cosas y no las
utilizan.
Un hombre no puede
correr más que un veloz caballo, pero si el caballo es enganchado a un carro no
puede correr más que un hombre. Por ello, quienes se sirven del Camino con
habilidad emplean los recursos de otra gente para cumplir sus tareas, usando lo
que pueden hacer por lo que no pueden hacer.
Cuando los gobernantes
le dejan tiempo, el pueblo le paga de vuelta con bienes; cuando los
gobernantes le tratan de manera cortés, irá hasta la muerte para corresponder.
Por esta razón, cuando hay naciones en peligro, no hay gobernantes seguros;
cuando hay gobernantes preocupados, no hay ministros felices.
Se honra a aquéllos
cuya virtud excede su rango; se maldice a aquéllos cuyo salario excede su
virtud. La nobleza de la virtud no implica engrandecimiento; un salario justo
no es demasiado. Aquéllos que son ennoblecidos sin virtud están robando el
rango, aquéllos que toman injustamente están robando la riqueza.
Los sabios están
cómodos en la pobreza, disfrutando del Camino. No perjudican a la vida
codiciando, y no se cargan a sí mismos con cosas materiales. Por ello, no se
desvían de la justicia tomando lo que no merecen.
Antiguamente no se
honraba a los que carecían de virtud, no se confiaban cargos oficiales a los
que carecían de capacidad, no se recompensaba a los que carecían de mérito y
no se castigaba a los que no habían hecho nada malo. Cuando se promovía a la
gente, se hacía con cortesía; cuando se la despedía, se hacía con justicia. En
la era de las personas cortas de mira, cuando se promovía a la gente era como
si se la elevase a los cielos, y cuando se despedía a la gente era como si se
la sumergiese en el abismo. Cuando hablamos de antaño, lo hacemos para criticar
el presente.
Quienes pesan caballos
dejan de lado a los flacos, quienes escogen hombres dejan de lado a los pobres.
Cuando la despensa está llena de carnes ricas, nadie se preocupa de los huesos
y del cartílago.
Las personas superiores
miran en el interior de cada realidad y no creen las palabras calumniosas.
Cuando los gobernantes
han errado, los ministros que no les amonestan no son leales, mientras que los
gobernantes que no escuchan cuando son amonestados no están iluminados. Los
dirigentes que no se preocupan cuando el pueblo está abatido no son
inteligentes. Así, mantener el autocontrol hasta la muerte, incluso en las
dificultades, es tarea de los servidores de la sociedad; vestir a los que
tienen frío y alimentar a los que tienen hambre constituye la benevolencia de
los buenos padres.
Cuando los grandes
sirven a los pequeños a aquello se llama personas cambiantes; y a que los
pequeños opriman a los grandes se llama rebelarse contra la Naturaleza. Aunque
al principio puedan escalar los cielos, más adelante caerán inevitablemente en
el abismo. Esta es la razón por la que las aldeas no abandonan a las personas
de edad aunque sean inútiles, mientras que las cortes tienen diferencias en la
condición social de los rangos.
Quienes reverencian a
los nobles lo hacen porque los consideran cercanos al gobernante. Quienes
honran a las personas de edad lo hacen porque los consideran cercanos a sus
padres. Quienes respetan a sus mayores lo hacen porque los consideran cercanos
a sus hermanos mayores.
Quienes han nacido
dentro de la nobleza se vuelven arrogantes, quienes han nacido dentro de la
riqueza se vuelven extravagantes. Por ello, la riqueza y la condición social
no conducen a comprender el Camino. En efecto, pocos son quienes se vigilan a
sí mismos y pueden evitar hacer algo erróneo.
Aprender sin cansarse
es la manera de gobernarse a sí mismo. Enseñar sin cansarse es la manera de
gobernar al pueblo. Pocos, en efecto, son quienes se unen a maestros sabios y
buenos compañeros y aun así hacen cosas erróneas.
Conocer la bondad
práctica se llama conocimiento, amar la bondad práctica se llama humanidad,
honrar la bondad práctica se llama justicia, respetar la bondad práctica se
llama cortesía, y disfrutar de la bondad práctica se llama música.
En antiguos tiempos,
quienes trabajaban con habilidad por el mundo no planeaban nada, pero nada
quedaba sin hacer. Así, hay una manera de trabajar por el mundo: si averiguas
cómo, hay realización sin esfuerzo; si no averiguas cómo, tus acciones serán
inevitablemente infelices.
La manera en la que
trabajar por el mundo se hace tan dubitativamente, es como si estuvieras
atravesando un poderoso río en invierno; con cautela, como si tuvieras miedo de
todo lo que te rodea; respetuosamente, como si fueras un invitado; sé tan
ligero como si huyeras del hielo, tan puro como una persona simple, tan opaco
como si estuvieras sin decidirte, tan amplio como un valle. Así es como
trabajar por el mundo.
Ser tan dubitativo como
cruzar un poderoso río en invierno significa no actuar con presunción. Ser tan
cauteloso como si tuvieras miedo de todo lo que te rodea significa andar con
pies de plomo respecto a todo lo que es perjudicial. Ser tan respetuoso como si
fueras un invitado significa ser humilde y tener una actitud de reverencia. Ser
tan ligero como cuando huyes del hielo significa no arriesgarte a apilar
tesoros. Ser tan puro como un bobalicón significa no arriesgarte a hacer las
cosas sin cuidado. Ser tan opaco como si estuvieras sin decidirte significa no
presumir de claridad. Ser tan amplio como un valle significa no arriesgarte a
estar completamente lleno.
Quienes no avanzan de
manera presuntuosa no se arriesgan a ser los primeros en retirarse. Quienes son
cautelosos respecto a lo que es perjudicial para ellos permanecen flexibles y
condescendientes, sin atreverse a ser altivos. Quienes son humildes y tienen
una actitud de reverencia se rebajan a sí mismos y honran a los demás. Quienes
no se arriesgan a apilar tesoros se reducen a sí mismos y no se atreven a ser
rígidos. Quienes no se arriesgan a hacer las cosas sin cuidado se consideran a
sí mismos como carentes y no presumen de estar completos. Quienes no presumen
de claridad permanecen en la oscuridad y en la ignominia y no pretenden ser
nuevos y frescos. Quienes no se atreven a estar completamente llenos ven
aquello de lo que carecen y no pretenden ser personas de valía.
El Camino es de tal
manera que es posible avanzar retrocediendo, recibir honores manteniendo la
flexibilidad, ser elevado rebajándose a uno mismo, ser colmado disminuyéndose
a sí mismo, ser completo expresando los propios defectos, ser nuevo y fresco
mostrándose oscuro y lleno de ignominia, ser bueno viendo las propias
carencias. El Camino no planea nada, pero nada deja de ser hecho.
Fuente: Osho Gulaab
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