LA RELACIÓN DE PAREJA, UNA EXPERIENCIA SAGRADA

La psicoterapeuta Fina Sanz expone cómo abordar las vivencias y conflictos desde el autoconocimiento y el mutuo desarrollo

 

Creadora de la Terapia de Reencuentro, la psicoterapeuta, sexóloga y pedagoga Fina Sanz culmina una amplia carrera de práctica profesional y formaciones con la publicación de “La pareja, un proyecto de amor” (Kairós).

Sanz ha sido profesora de Psicología de la Universidad de Valencia, cofundadora de la Sociedad Sexológica del País Valencià, de la Asociación de Mujeres por la Salud, y dirige el Instituto Terapia de Reencuentro.

En su último trabajo editorial, y través de un trabajo reflexivo y profundo, apunta tanto al desarrollo personal como al de la relación, haciendo hincapié en el buentrato, la libertad y la autoestima.

 

-Nos preparamos para ser buenos trabajadores, buenos profesionales… ¿Y para ser buenas parejas?

 

-No siempre nos preparamos para ser buenas parejas. A veces creemos que simplemente hace falta el amor, o la atracción sexual, o el querer estar juntos; pero no hemos hablado de cómo construirla, de cómo queremos convivir… Una pareja es un proyecto que hay que elaborarlo, y hemos de generar las bases para que sea el tipo de relación que deseamos.

 

-¿En qué consiste el buentrato? ¿Se aprende, es instintivo, intuitivo?

 

-El buentrato es una manifestación del amor. El amor posee una forma de expresión universal y particular. Todas las personas tenemos una capacidad de vincularnos con los demás, así como con los animales, la naturaleza…, tenemos una capacidad infinita de amor. Pero otra cosa es la forma en que hemos aprendido a amar en la sociedad y cultura en la que vivimos.

Debemos aprender el buentrato. Es intuitiva nuestra capacidad de amar, pero la forma en que nos manifestamos en buena parte es aprendida, y muchas veces no es bientratante, por lo que hay que aprender de manera personal, relacional y socialmente.

 

-¿En una pareja hay contratos visibles e invisibles?

 

-Sí, la mayor parte de veces. Una cosa es lo que acordamos, lo que hablamos conscientemente. Pero a veces no negociamos cosas que queremos porque intuimos que no vamos a estar de acuerdo, o pensamos que la otra persona cambiará –“yo lo/a haré cambiar” –, creyendo que eso formará parte del contrato, que la persona cambie como yo desee.

 

-El modelo tradicional de familia ha desaparecido. Las parejas se estructuran de diversas formas. ¿Qué consecuencias podemos observar con estos cambios, personales y sociales?

 

-Es importante que las parejas se configuren como deseen, que estén de acuerdo en cómo quieren vivir, para un desarrollo personal y mutuo. En ese sentido, actualmente hay diversidad de parejas, lo cual teóricamente favorece la libertad de las personas.

En el afuera vemos otras estructuras, pero no necesariamente eso está en paralelo con los cambios personales que se han hecho; es decir, sentirse libres para elegir qué tipo de pareja queremos es una cuestión.

En lo social ha habido cambios y hay más libertad. Pero yo me preguntaría si esos cambios también se han hecho personal y relacionalmente. Es decir, si el buentrato forma parte también del proyecto de vida y del proyecto de la relación, o se mantienen antiguos esquemas de maltrato, con lo cual cualquier tipo de pareja podría caer en los mismos errores.

 

-¿Nos vinculamos con el otro, la pareja, desde la libertad o desde la necesidad?

 

-Hay parejas que se vinculan desde la libertad y otras que lo hacen desde la necesidad.

La necesidad tiene que ver con la dependencia, el tener miedo a estar sola/o, pensar que si no se tiene pareja no me siento amado/a o deseado/a, o socialmente es como un fracaso. Y a veces tenemos necesidad de tener pareja como para cumplir una expectativa social.

Amar desde la libertad o vincularse desde la libertad es sentir que nuestra vida es plena, con sentido, y que podemos estar bien con pareja o sin ella. Pero que si decidimos tener pareja ha de ser también un proyecto de amor, de desarrollo, que favorezca el bienestar, la confianza, la compañía, la sexualidad, el deseo, etcétera, y nos facilite el desarrollo personal y mutuo conjuntamente. Y si no nos fuera bien podríamos, también libremente, separarnos.

 

-Afirma que vivimos en pareja desde el amor propio o el amor compartido. ¿Cómo es eso?

 

-Se tenga pareja o no, siempre tenemos que desarrollar el amor propio, querernos bien, cuidarnos, respetarnos. A su vez esa capacidad que tenemos de amar también la concretamos en las personas que queremos, con las que nos vinculamos –familia, amistades…– y en concreto con la pareja, con quien podemos compartir ese amor  mutuo, así como el amor por ese proyecto conjunto que tenemos y que deseamos como pareja.

 

-¿Es necesario establecer previamente qué es negociable o innegociable? ¿O hay que esperar a que surjan los conflictos?

 

-Hay que establecer previamente un contrato personal, qué es lo que quiero y lo que no quiero para mí, para mi vida, en mi relación de pareja, como también lo que es negociable o no para mí. Es decir, visualizamos un proyecto, pero la persona a la que amamos no va a cumplir el 100% de mis expectativas. He de tener en cuenta si lo que no me gusta de ella o de su proyecto vital o de pareja es para mí negociable o no.

 

 

“Los conflictos hemos de aprender a manejarlos con la escucha mutua, con el manejo de la emociones –no lastimarnos– y con la resolución no violenta de los conflictos”, dice Fina Sanz.

-¿En la convivencia influye el valor de la autoestima?

 

-La autoestima es muy importante porque es la base del buentrato y de la igualdad. Si tienes autoestima te bientratas, bientratas a la otra persona y quieres un buentrato para ti. Si tienes autoestima no aceptarás el maltrato y la violencia.

Y por otra parte, si las personas tienen autoestima se van a colocar en relaciones de igualdad y buentrato mutuo; de lo contrario, la persona que no tiene autoestima se puede colocar en una relación de inferioridad, de dependencia, y fácilmente de sumisión.

 

-¿Qué es la Educación afectivo-sexual o Educación para la salud?

 

-Es la Educación para la vida, el conocimiento de los procesos humanos y de cómo manejarnos para vivir con buentrato, respeto y armonía, así como el manejo de la emociones, de la sexualidad, de la resolución de los conflictos sin violencia, etcétera.

 

-Hoy los niños y jóvenes aprenden más de la sexualidad a través de internet que de otra forma. Y los resultados están a la vista. ¿Qué propone en esta cuestión?

 

-Si hubiese una educación afectivo-sexual desde el periodo escolar se conocerían los procesos, se podrían preguntar y resolver las dudas en el campo de la sexualidad, pero también en los propios procesos personales y relacionales, cómo se construyen los vínculos, cómo respetarnos y bientratarnos en nuestras relaciones, qué es el maltrato y el buentrato, etcétera.

Como no se hace Educación afectivo-sexual o Educación para la Salud, buscan en las redes sociales y aprenden sobre todo una sexualidad violenta, sin escucha mutua, creyendo que esa sexualidad que se les presenta es “lo normal”.

 

-¿A qué llama guiones de vida?

 

-A nuestra manera de percibirnos, de percibir el mundo, nuestras creencias, valores, comportamientos, aprendidos desde la infancia, que repetimos de manera inconsciente a lo largo de nuestra vida. Hay cosas que hemos aprendido y repetimos, y nos hacen sentir bien o no. Solo cuando se toma conciencia de ello podemos cambiarlos.

 

-¿Ante el conflicto la mujer, generalmente, se deprime y el hombre se enoja?

 

-No siempre es así, pero esa es una de las maneras en que se nos ha educado socialmente, de manera dicotómica y escindida a mujeres y hombres, y eso se refleja en diferentes aspectos de nuestra vida.

En concreto, a nivel de comportamiento emocional se considera negativo, poco “masculino”, que el hombre tenga miedo o exprese su tristeza, y sí le está permitida la cólera, el enfado, la ira. En cambio, en la mujer se considera negativo, poco “femenino” el enfado, la ira, mientras que puede manifestar miedo o tristeza.

Esas emociones, si no se aprenden a manejar, pueden hacer daño, hacernos daño, transmitiéndose hacia fuera con violencia o generando una depresión.

 

-La cuestión económica, el dinero, influye y mucho en las relaciones. ¿Con qué parámetros se debe tratar?

 

-Cada pareja ha de concretar cómo desea manejar el dinero para abordar las necesidades comunes y también personales. Eso ha de formar parte del contrato de pareja, de los acuerdos.

 

 

-¿La interdependencia es funcional?

 

-La interdependencia es un modelo de relación de pareja en donde se tiene en cuenta que cada quien es una persona, tiene su vida, su espacio personal con múltiples facetas. Pero la pareja acuerda qué desea compartir y qué no, en su relación; por ejemplo: actividades, tiempo/espacio compartido y no compartido, amistades, etcétera. Todo esto teniendo en cuenta que siempre podemos crecer en nuestro espacio personal y que igualmente podemos desarrollarnos en nuestro espacio común de pareja.

 

-¿En qué momento se pasa del enamoramiento al amor?

 

-El enamoramiento es una experiencia de amor fusional, de unión absoluta, de fantasía de que la otra persona es perfecta, que se desearía estar siempre con ella, como de “tú y yo somos uno/a”. Es un periodo de idealización.

Suele ser la primera fase del proceso amoroso. Dura un tiempo, meses, un año… Pero tras la fusión viene la separación. La separación no es una ruptura, es sentir que “tú eres tú y yo soy yo”, que somos dos personas, con nuestros proyectos, actividades.

En los vínculos afectivos se da la fusión y la separación: “estoy bien contigo y estoy bien conmigo”, tenemos actividades conjuntas y separadas, amistades conjuntas y particulares, etcétera. Sentimos que amamos profundamente a la persona y a la vez podemos aceptar que es diferente, que no es perfecta, y la aceptamos como es y disfrutamos de ello.

 

-¿Deberíamos hacer hincapié en el manejo de las emociones, aprenderlo?

 

-El manejo de las emociones, como tantas otras cosas que enseño en las formaciones, deberían aprenderse desde la escuela, porque forma parte de nuestros procesos. Nuestras emociones nos ayudan a entender qué nos pasa, forman parte del lenguaje del cuerpo, pero, una vez entendemos qué nos están diciendo, debemos aprender a manejarlas para que no nos hagan daño ni hagamos daño con ellas a otras personas, por ejemplo con la cólera, la rabia.

 

 -En el resultado del conflicto de pareja, ¿no hay vencedores ni vencidos?

 

-No ha de haber vencedores ni vencidos/as. Eso sería como entender que es una guerra y en la guerra hay violencia. No. Los conflictos hemos de aprender a manejarlos con la escucha mutua, con el manejo de la emociones –no lastimarnos– y con la resolución no violenta de los conflictos.

 

-En este tiempo de confinamientos y demás, ¿qué sintomatologías ha observado?, ¿hay nuevas?

 

-Ansiedad, apatía, miedo, tristeza, estrés, e incluso pérdida del deseo sexual, quizás por el miedo al contacto y al contagio del Covid.

 

-Finalmente, ¿podría explicar la idea de “cultivar la relación como una experiencia sagrada”?

 

-Hay que tener conciencia de que tu propia vida es un espacio sagrado, un espacio único que merece ser cultivado, tratado con cuidado, con ternura, con reverencia, con respeto, con buentrato, porque es lo único que realmente tienes: tu vida, y tienes que darle sentido y cuidarla con amor.

Y si tienes una relación de pareja hay cultivar esa relación también como algo especial, con todo el amor y respeto que merece, que tiene sentido en nuestra vida y en la vida de la otra persona.

 

Alejandro Ferro

 

Fuente: TU Mismo

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