EL AÑO DEL AGUA:
REGRESAR A LA FUENTE
Estamos inmersos en una
catástrofe ecológica que ha comprometido la supervivencia de miles de especies
y nos tiene hoy abocados a la extinción masiva de formas de vida que han
existido alrededor de 55O millones de años en la Tierra.
Esta gran crisis de
toda la cadena de la vida terrestre supone, según los estudios científicos más
recientes, un riesgo de extinción inminente para el 42% de los invertebrados
terrestres, el 34% de los de agua dulce y el 25% de los marinos. En cuanto a los
vertebrados terrestres entre 1970 y 2014 se redujo en un 60% su población a
nivel mundial. El propio porvenir de nuestra especie humana está cuestionado:
el continuo atentado contra la diversidad genética abre un escenario de
inseguridad alimentaria que afecta muy especialmente a las poblaciones más
pobres, las mujeres y los niños.
El 70% de las personas
que viven en situación de pobreza depende directamente de los recursos
naturales. Este deterioro de los recursos necesarios para una vida humana digna
se agrava con la pérdida o desperdicio del 33% de los alimentos que se
producen, especialmente en los países desarrollados.
Para vivir consumiendo
y contaminando al ritmo en que lo hacemos desde el llamado mundo desarrollado
necesitaríamos cuatro planetas como éste. Según datos de la ONU hoy somos 7500
millones de seres humanos y se prevé que seremos 10.000 millones para el año
2050. Según datos de la misma organización, dentro de dos décadas cerca de 4000
millones de personas vivirán en áreas desertificadas. A este oscuro panorama
contribuye la tala ilegal y el comercio ilícito de especies silvestres, que
genera, según la ONU, un lucrativo negocio que mueve al año entre 90.000 y
270.000 millones de dólares.
Cumplir con los
acuerdos de París para afrontar el cambio climático es la más rentable de las
inversiones que podríamos realizar. Los expertos calculan que, a día de hoy, el
coste de descontaminar lo que contaminamos en un año sería del orden del
producto mundial bruto. Alcanzar la meta de la reversión del cambio climático
tendría un coste de 22 billones de dólares (19,5 billones de euros), pero el
ahorro en salud, por la reducción de las muertes y enfermedades relacionadas
por la contaminación de los combustibles fósiles, sería del orden de 54
billones de dólares.
EL COMPONENTE HUMANO DE
LA CRISIS
La ambición desmedida
ha generado corrupción, injusticia y violencia, y un consumismo extremo, que
nos ha llevado a la desnaturalización de nuestra naturaleza humana y con ello
la destrucción de la naturaleza. Esto ha contribuido al enrarecimiento del
clima físico y social, al desperdicio, a la contaminación, a la
sobreexplotación de la naturaleza, al efecto invernadero, a la reducción
crítica del agua dulce disponible para el consumo humano, a la mortífera contaminación
del aire, la sobrepesca, la inundación de plásticos de los océanos y a una
alarmante pérdida de la biodiversidad (ver Programa de las Naciones Unidas para
el Medio Ambiente [PNUMA] en su informe GEO o perspectivas del medio ambiente
mundial). El estrés hídrico, el calentamiento global, la contaminación
ambiental, la desertificación y el desperdicio de alimentos en un mundo donde
millones de personas se acuestan cada día con hambre, nos convoca hoy a todos
los seres humanos sin distinción.
La ciencia lo advierte
sin atenuantes. En un informe elaborado por 250 científicos y expertos de 70
países se señala que nuestra incapacidad para adoptar medidas urgentes
repercute de un modo potencialmente irreversible hoy sobre los recursos
ambientales esenciales y la salud humana.
Si no cambiamos
urgentemente nuestro rumbo serán necesarios millones de años para que el
planeta recupere un espectro de biodiversidad equivalente al actual y habremos
condenado a generaciones enteras. Necesitamos generar un modelo económico para
recuperar y preservar ecosistemas y crear espacio para la regeneración de la
naturaleza. La adopción plena y responsable de los acuerdos de París y GDN
permitirán resolver los mayores desafíos que afronta la biosfera y todas sus
especies, única forma de preservar un espacio seguro para toda la humanidad.
SALVAR EL AGUA QUE
TAMBIÉN SOMOS
Pero hoy ya no bastan
los diagnósticos y las estadísticas catastróficas. Ya no es suficiente con el
compromiso de los gobiernos. La vida en la Tierra es nuestra vida. No es sólo
un asunto de lo que sucede con los glaciares, los ríos, los océanos y los
humedales, es lo que pasa con nosotros mismos, con nuestro modo de concebirnos
y nuestra manera de vivir en el mundo. De la calidad de la vida en la Tierra depende
la calidad de nuestra vida. De la calidad de nuestra vida depende también la de
la vida en la Tierra.
Y esto concierne
especialmente a la capacidad de movernos interiormente, de conmovernos. Tal vez
lo hayamos entendido, pero aún no nos hemos comprometido, no hemos sentido de
verdad desde la vida que esto es un asunto de todos. Aquí se implican nuestras
emociones y sentimientos, no sólo nuestro intelecto, por eso proponemos en este
año del agua descontaminar también el espectro de nuestras emociones, para que
la generosidad, el altruismo, la buena voluntad y el amor incondicional sean
una poderosa herramienta para el genuino compromiso con la Tierra.
SANAR NUESTRAS
EMOCIONES PUEDE CONVERTIRSE EN NUESTRA MEJOR CONTRIBUCIÓN PARA SANAR LA TIERRA
Las señales eléctricas
regulan el comportamiento celular tanto in vivo como in vitro, y se asocian a
prácticamente todas las respuestas celulares, como las relacionadas con la
división, la diferenciación y la migración celular. Se ha demostrado que estas
actividades están reguladas por campos eléctricos endógenos generados en los
espacios intra y extracelulares e influyen sobre procesos celulares tan
fundamentales para la vida como los ciclos y la proliferación celular, la
migración celular embrionaria, la migración de las células cancerosas, la
señalización eléctrica en el cerebro adulto, el crecimiento axonal, la
reparación de la médula espinal, la reparación de heridas epiteliales, la
regeneración tisular y el establecimiento de la asimetría corporal izquierda
derecha. A pesar de las conclusiones de estos estudios sobre los efectos
innegables de la electricidad y los campos electromagnéticos sobre los seres
vivos; sus resultados están aún sometidos en el presente a prejuicios
pseudocientíficos.
Dr. Jorge I. Carvajal Posada
Fuente: Vivo Sano
En esta gran tarea,
para la que urge un compromiso de toda la humanidad a todos sus niveles de
organización, el estado del agua juega un rol fundamental, pues sabemos que ya
el 50% de la Gran Barrera de Coral Australiana está dañada por el incremento de
las temperaturas, mientras que los manglares han perdido alrededor de un 30% de
su área de distribución desde 1980. Desde 1970 los humedales, que son
ecosistemas claves en la prevención del cambio climático, han ido
desapareciendo. Y alrededor de ocho millones de toneladas de plásticos acaban
en los océanos.
Proponemos un viaje
interior hacia la coherencia, la transparencia y la serenidad del ser que
somos, para encontrar en nuestro propio corazón esa fuente solidaria del amor
incondicional que nos permitirá vivir en armonía con la naturaleza. Será un
viaje hacia la fuente de relaciones humanas fundadas en la comprensión amorosa,
hacia el cultivo de la diversidad que nos conduzca a la belleza de la unidad. Que
desde la solidez de una paz fundada en la justicia, el amor y la verdad podamos
apaciguar las aguas turbulentas de la ambición y el consumismo que han
contaminado el agua de la vida en la Tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario