Los seres humanos tenemos el chip de la evolución dentro de nosotros y puede ser tanto una bendición como una maldición. En principio, nos puede estimular para crecer y madurar; para dejar de reaccionar y encontrar profundidad y autenticidad; para respetarnos y amarnos; para encontrar el diseño original y único que somos. Pero, en una sociedad egoica como la que vivimos, también puede incitarnos para ser la mejor versión del modelo social de moda; para creer que, haciendo y teniendo mucho, seremos reconocidos y valorados; para exigirnos, fustigarnos y agraviarnos por lo poco que somos y logramos.
Esto último es lo más común. Casi nadie está contento consigo mismo. Todos queremos “más”, lo cual estaría bien si
no fuera porque denigramos el lugar en el que actualmente estamos en pos del
que “deberíamos” estar. Si nos
proponemos una meta (y habría que ver si ella está en consonancia con quiénes
somos y no con lo que el exterior dicta), no estamos conformes con los pasos
que vamos dando, el objetivo final manda y estamos decepcionados todo el tiempo
hasta que llegamos… y entonces nos planteamos otra…
Esto es típico del Ego, que es
incompleto por naturaleza e insatisfecho por conducta. Ese constante desmerecimiento te hace entrar
en un círculo vicioso, cuya consecuencia es fatídica: si no estás feliz con las
elecciones actuales, ¿cómo vas a crear nuevas mejores?
La abundancia actual no es
suficiente. Quieres otra, no estás
seguro de los requerimientos, porque vives cambiando de idea de acuerdo a las
demandas exteriores o a las presiones interiores: “Esto no es. Debe ser otra cosa, no sé cuál pero es algo
mejor (o sé cuál pero no llego nunca)”.
¿Te das cuenta la locura del planteo?
Así estamos…
¿Y si te relajas y reconoces que tu
abundancia es lo que realmente necesitas ahora?
Cuando cesa la lucha, viene la aceptación. ¿Qué tiene de malo lo que eres, lo que haces,
lo que tienes? ¿Cómo vas a lograr otra
cosa si tu actitud es de enojo, frustración, resentimiento y no de
agradecimiento y satisfacción? ¿Cómo vas
a sentirte en paz si te denigras y exiges?
¿Cómo puede suceder algo más si estás empantanado en la victimización y
no te descubres co-creador?
Eres suficiente tal cual eres. Estás en el lugar correcto. Solo desde esta premisa, es posible liberar
el potencial que traes. “Acepto,
entrego, confío y agradezco” puede ser un buen mantra. Regocíjate de tu presente, de cada paso que
des. Todo está bien. Reeduca tu mente y expande tu corazón. Cuando te alineas con el Universo, todo viene
hacia ti, simple y fácilmente, porque estás en armonía con Todo Lo Que Es. Eres divinamente guiado y protegido porque
eres una chispa divina.
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