LA
ANSIEDAD, LA MANIFESTACIÓN DE TU CUERPO PARA QUE ATIENDAS TU ALMA
La
ansiedad, como la mayoría de dolencias y malestares que podemos manifestar a
través de nuestro cuerpo, no son más que mensajes de que debemos atender algo
en nosotros a niveles más profundos que los físicos.
La
ansiedad puede manifestarse en cualquiera de nosotros, por lo general como
consecuencia de un agotamiento físico, mental y/o emocional. Cuando nos vemos
sometidos a largos periodos de estrés, mal controlado, a situaciones que
requieren de nosotros un gran esfuerzo físico, un desgaste mental o atravesamos
situaciones emocionalmente determinantes para nosotros, estaremos en riesgo de
presentar ansiedad, esto obviamente se diferencia de una persona a otra y
variará en intensidad y frecuencia, siendo estos los primeros indicadores para
decidir cómo tratar el cuadro.
En
cualquier caso, nuestra ansiedad será el síntoma de que algo más allá de lo
evidente está pidiendo nuestra revisión, por lo general a nivel emocional
llevamos con nosotros muchas cosas a cuesta, que tarde o temprano nos hacen
sentir la carga. Convirtiendo nuestro estado de normalidad en un cuadro donde
los pensamientos negativos son protagonistas, nuestras manifestaciones físicas
son tan intensas, desde el latido de nuestro corazón, hasta el aire que
pareciera no entrar en nuestros pulmones.
La
ansiedad puede poner muy nervioso a quien la padece sobre todo en sus primeras
manifestaciones, ya que los síntomas suelen ser muy similares a los de
cualquiera de los graves cuadros que por lo general nos llevan a otro plano:
infartos, derrames cerebrales, parálisis, paros respiratorios, etc, etc. Esto
por lo general genera más angustia, más preocupación y es un mensaje que pocas
veces se lo adjudicamos a nuestra alma, sino a nuestro cuerpo que parece tener
la intención de dejar su perfecto funcionamiento en cualquier momento.
Lo que
cuesta entender que esas manifestaciones no son en sí mismas peligrosas para
quien las siente, de hecho no son más que sensaciones, las mismas que se pueden
sentir cuando estamos sometidos a un esfuerzo físico considerable, cuando nos
montamos en una montaña rusa, cuando recibimos una fuerte impresión, la
diferencia es que en el caso de la ansiedad no parece haber algo muy claro que
las detone, aunque por lo general son pensamientos, quizás tan sutiles que no
recordamos haberles prestado atención.
Nuestra
mente crea un mecanismo para manifestar un malestar, prende un bombillo, lo
viene haciendo desde antes, pero no se prestó suficiente atención, ese tic en
el párpado, esa tensión muscular en los hombros, ese insomnio pasado por alto,
esa necesidad de llorar sin motivo aparente… pudieron haber sido señales
previas, más sutiles… pero normalmente ignoradas.
Cuando me
siento culpable por los errores del pasado, o cuando me invade la ansiedad por
la incertidumbre del futuro, ceso de vivir en el presente. Es entonces cuando
surge el dolor. Es entonces cuando enfermo y me siento infeliz. ― Spencer Johnson
Cuando la
ansiedad toma mayor espacio, se instala de manera más prolongada, es necesario
hacer una pausa, para reconectar con nuestro ser, para sanar las heridas
emocionales que nos puedan estar dañando, para identificar las cargas, las
cosas que hemos dejado pasar, lo que no hemos perdonado, lo que no hemos
soltado, lo que en definitiva no aceptamos, incluyendo nuestros miedos.
Aceptar
es como una receta mágica que aplica para la mayoría de los conflictos
internos, cuando dejamos de resistirnos, todo fluye, las cosas cambian a
nuestro favor, porque le quitamos la posibilidad de seguirnos lastimando.
Así que
la ansiedad no puede ser vista como el problema de raíz, si la atacamos a ella,
si dormimos sus síntomas, sin revisar qué nos trata de decir, es como si
matáramos al mensajero sin que nos diera la información que lo trajo a
nosotros. Trata de entenderte, de conectarte contigo mismo. La ansiedad es inclusive
una de las formas más sutiles que tiene nuestro ser de invitarnos a tomar
medidas, hay muchas más radicales y más dolorosas. Agradece esa manifestación y
comienza a ofrecerte la atención necesaria para estar en armonía contigo y con
la vida.
Por: Sara
Espejo
Rincón del Tibet
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