NUDOS EMOCIONALES QUE PRODUCEN DOLOR, ¿CÓMO DESATARLOS?


mujer pájaros

Los nudos emocionales nos quitan la energía, la libertad, la capacidad de crecimiento. Son bloqueos conformados por decepciones, por heridas, por vacíos, por seguir apegados a relaciones dolorosas y ciclos aún no cerrados. Así, liberarnos de estas madejas mentales requiere de una artesanía psicológica muy precisa con la cual permitirnos avanzar sin dolor, sin miedo.

Con el tiempo, puede que uno mismo acabe dándose cuenta de que una parte de su bagaje existencial le ha causado mella. Algunos hechos no resueltos del pasado pueden haberse cristalizado en forma de nudos emocionales. Esta realidad suele ser común cuando, por ejemplo, hemos dejado atrás una relación afectiva compleja, una pérdida personal o incluso cuando habita en nosotros la herida de una infancia traumática.

La analogía de los nudos no puede ser más acertada. De algún modo, esos estados psicológicos ejercen una presión dolorosa en la mente, hostigan el corazón y nos quitan el aire aferrando a su vez la mirada al retrovisor del pasado. Nos dejan en un estado precario donde perdemos nuestra capacidad de aprovechar el presente, de seguir realizándonos como seres humanos.

Nudos emocionales, heridas que no se resuelven solas

Los nudos emocionales no se deshacen por sí mismos. A veces, no basta con tirar de un extremo para que ese lazo o esa cuerda quede libre. La mayoría de estos nudos crean en realidad complejas madejas, cabos sueltos y dobles lazadas donde quedan acumulados nuestros pensamientos, nuestros miedos y ansiedades ejerciendo cada día más presión y mayor sufrimiento.

La psicología de la Gestalt suele trabajar este tipo de situaciones. Dentro de este enfoque suele decirse que cuando el ser humano ha tenido que hacer frente a la adversidad y no lo ha logrado aún superar sus efectos, algo queda pendiente. El dolor que persiste, la molestia que se niega a desaparecer es la evidencia de que hay algo en que aún debemos resolver. Es una deuda emocional con nosotros mismos.

Asimismo, y no menos importante, debemos recordar también que las emociones tienen un gran impacto en el recipiente que las contiene: nuestro cuerpo. Por tanto, un nudo emocional nos predispone de muchos modos: nos paraliza o nos impulsa a huir.También nos atenaza, impacta sobre nuestros músculos, sistema digestivo, sistema cardiovascular... Esa presión además se intensifica con la inacción. El no hacer nada, el esperar a que ese nudo se resuelva por sí mismo hace que este se vuelva más complejo, que cree dobles lazos, más vueltas y más reveses...

Aprender a desatar nudos emocionales

A todos nos ha ocurrido alguna vez. Casi sin saber cómo, esos cordones de las zapatillas o incluso el cable de nuestros auriculares se ha enredando en un nudo tan complejo que por un instante, hasta perdemos la paciencia. Sin embargo, si hay algo que sabemos es que para deshacer el más complejo de los nudos no hay nada mejor que observar cómo está formado.

Así, poco a poco y con meticulosidad, acabamos tirando de un extremo hasta liberar cada vuelta, quitando tensión, aflojando y devolviendo ese cordón o ese cable a su forma original. Por curioso que nos resulte, con los nudos emocionales sucede lo mismo. Eso sí, nosotros no volveremos a nuestra forma anterior. Esos laberintos emocionales nos cambian. Al final, conforman en nosotros una arquitectura artesanal más fuerte.

Veamos a continuación cómo podemos desatar estas madejas emocionales.

Dolor y sufrimiento no son lo mismo: tienes la oportunidad de dejar de sufrir

Ya lo dijo Buda en su momento. El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional. ¿Qué significa esto? Desde la Gestalt nos indican que a menudo las personas avanzamos por el mundo con dos tipos de flechas hendidas en nuestro corazón.
La primera flecha es esa que uno no puede evitar. Es la herida original, es el dolor por la pérdida, por una decepción, una ruptura...
La segunda flecha es el sufrimiento, esa que a veces nos clavamos nosotros mismos aferrándonos a la propia herida pero sin asumirla del todo. Lejos de cerrarla, la alimentamos a diario con su recuerdo.
Los nudos emocionales duelen, pero podemos dejar de sufrir si optamos por aceptar esa lesión interna, tratando a su vez de resolver dicha realidad personal.

Las emociones presentes y la importancia de centrarnos en el aquí y ahora

Esos nudos emocionales son el resultado de uno más hechos acontecidos en el pasado. Sin embargo, es necesario asumir algo: lo ocurrido ayer no puede cambiarse. Lo que sí podemos cambiar es cómo nos sentimos ahora. Debemos transformar el sufrimiento en calma, el miedo en seguridad, la inquietud en serenidad.
Debemos aprender a reconocer nuestras emociones presentes. Señalar qué nos duele, darle nombre a lo que conforma ese nudo emocional: miedo, preocupación, nostalgia, tristeza...
Al reconocer las emociones y gestionarlas nos daremos la oportunidad de cerrar un ciclo. De liberarnos de ese nudo.

Siéntete responsable de tu vida: tú eres tus emociones, tus pensamientos y tus acciones

La psicología de la Gestalt pone su mirada en el sentido de totalidad y busca que el paciente pueda comprender sus problemas en un sentido global. Por ello, nos impulsa a trabajar la toma de conciencia sobre todo aquello que acontece en nuestro interior, impulsando a su vez un sentido auténtico de responsabilidad con nosotros mismos.

Algo así implica la necesidad de atender nuestras emociones en todo momento. Porque un nudo emocional es la consecuencia de algo que hemos descuidado, de algo de lo que no nos hemos hecho responsables y que se ha convertido en un lastre, en una deuda con nuestro crecimiento, en un peso que duele a diario.

Toda molestia, preocupación, inquietud o temor debe ser atendido en el aquí y ahora. Por tanto, aprendamos a ser más conscientes de nuestro universo emocional, aprendamos a no huir de lo que duele o lo que nos da miedo. De lo contrario, todo ello irá dejando poso, se cristalizará hasta conformar un lazo y ese lazo, tarde o temprano creará la forma de un nudo. Evitémoslo, estamos a tiempo.

Fuente: es.sott.net




ADIVINACION - Meditacion N°304 del 1 Mayo 2018 - 365 Meditaciones TAO




 ¿Cómo puede la adivinación
Superar a la imaginación?
Puede que estés considerando dar un paso muy osado en tu vida. Podría ser
arriesgarse en el amor. Podría ser el decidir mudarte al otro lado del mundo para
comenzar una nueva carrera. Podría ser el combinar cosas que nunca se habían
reunido antes para hacer un nuevo invento. Lo que estás considerando te es tan
sorprendente que te preguntas si hacerlo o no.
Tradicionalmente, la gente se volvía hacia a la adivinación. ¿Pero cómo puede algún
sistema de adivinación ayudarte realmente? Ya sean caparazones de tortuga, palillos
de milenrama, bolas de cristal, psíquicos, o posesión de espíritus, ¿las fuerzas de
“allá afuera” te proveerán de verdadera seguridad? Depender de la adivinación
significa renunciar al control sobre tu propia vida. También es evitar la
responsabilidad –puedes decir que no fue tu culpa si las cosas no salen bien.
La acción imaginativa es muy importante en la vida. Sin ella, somos menos que
humanos. Para que la imaginación surja, necesitamos decisión y control. A menos que
tengamos estas dos cosas, no podremos manifestar la concentración para traer algo
nuevo a la existencia. No deberíamos entregar nuestro derecho a decidir el curso de
nuestras vidas a vagos auspicios sobre lo desconocido. Deberíamos explorar cada
nueva posibilidad que nos atraiga y, con acción prudente, desarrollar la fuerza de
nuestro carácter.


ENVEJECER - Meditacion del 30 Abril 2018 - 365 Meditaciones TAO




Neblina y nieve ocultan el mundo.
Los huesudos árboles están ligeramente encarnados de hielo.
Una pareja ríe bajo un monumento de piedra,
Pero detrás de un erizado seto,
Una mujer envuelta en una capa canta una marcha fúnebre:
La vejez es solitaria.
Sueños de aquellos que he enterrado me frecuentan.
¿Estuve alguna vez listo para cargar con este manto?
Cubrió una juventud despreocupada.
Ahora ni padres, ni amante, ni amigos tengo,
Y la gran fama es tan lejana como las hojas primaverales.
Querido joven, ¿piensas alguna vez en envejecer? Si lo has hecho, puede ser que
valores aún más tu tiempo. Querido anciano, ¿piensas alguna vez en tu pasado? Por
supuesto que sí. Te preguntas si hiciste las cosas correctas.
¡Qué irónica es la vida! ¡Qué tremendo rollo al que hemos nacido! Cuando jóvenes,
no entendemos el pavor de la vejez. Cuando somos viejos, no se nos permite volver
atrás en el tiempo. Cuando la vitalidad fluye libremente, no tenemos suficiente
sabiduría. Cuando hemos ganado sabiduría, el destino nos ha hecho demasiado débiles
para actuar.
Oh, lo sé. El propósito de seguir el Tao es el de estar bien adaptado. El secreto
del Tao es saber cómo envejecer con gracia. Si, lo sé. Pero ¿no puedo aún así
reflexionar sobre la intensidad de todo eso?
Ser completamente humano es conocer la resignación.



EL ROMANCE DIVINO - Yogananda





"El Romance Divino es una recopilación de charlas de Paramahansa Yogananda, cuya vida fue un continuo romance con el Señor. Es pues, un libro sobre el amor de Dios por cada alma creada por El, y como nosotros podemos experimentar la presencia de Dios en nuestras vidas. El mensaje del autor contiene un mensaje universal, ¿Por qué el hombre no se ha preocupado nunca del amor perfecto - un amor que no desaparece con el tiempo, la vejez o la muerte? Ciertamente, todo el mundo ha deseado experimentar la duradera satisfacción de tal relación, pero la cuestión siempre ha sido, ‘¿Es realmente posible?’ Paramahansa Yogananda declara que es realmente posible. Mediante el ejemplo de su vida y sus enseñanzas, él prueba que la satisfacción interna y el amor que buscamos existe y puede ser alcanzado - en Dios. ‘El mayor amor que puedes experimentar es el amor de la unión con Dios,’ dice. ‘El amor entre el alma y el Espíritu es el amor perfecto, el amor que estáis buscando.’"  


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MADUREZ - Meditacion N° 302 del 29 Abril 2018 - 365 Meditaciones TAO






La inmortalidad no engendra sabiduría.
Sólo la mortalidad engendra madurez.
Hay personas en este mundo que han tenido suficientes aventuras para varias vidas.
Son lo más cercano a lo que podemos concebir como inmortales. Sin embargo algunas
de estas personas son irremediablemente inmaduras. Después de todo, cada vez que la
vida se les puso difícil, cambiaron el rumbo y por suerte el nuevo sendero fue
siempre rico y fructífero. La vida venía tan fácil que se sirvieron más de una
porción.
Desafortunadamente, la madurez sólo llega de la amenaza de la mortalidad. El éxito
sólo viene de la amenaza del fracaso. Sin presiones, no planificaríamos, no
utilizaríamos la sabiduría, ni ejercitaríamos el cuidado. Nos damos cuenta de que
sólo tenemos un tiempo muy corto para conseguir un logro, para probar que nuestra
existencia valió la pena, y por eso nos esforzamos más duramente. Un inmortal nunca
puede concebir semejante esfuerzo.
Sería bueno si nuestras tradiciones religiosas nos proporcionaran un camino
infalible a través de la vida. Después de todo, vivimos un tanto fortuitamente:
Nuestras vidas son un tapiz tejido tanto de equivocaciones como de éxitos. La
religión no siempre nos proporciona una patrón significativo. Tenemos que tomar
nuestras decisiones lo mejor que podemos, y a medida que maduramos, podemos ver
mejor nuestro camino.
La muerte nos motiva. Nos asusta el fracaso. Tenemos que hacer las paces con este
mundo misterioso, a veces hostil. Un inmortal no necesita enfrentarse con nada de
esto. Pero nosotros los mortales debemos hacerlo, y debemos esforzarnos por hacer
una buena actuación para nosotros mismos.


CÓMO LLEGAMOS AL AMOR. ENTREVISTA A CLAUDIO NARANJO





Es uno de esos genios chilenos que el mundo reconoce y los chilenos no. Siquiatra de la Universidad de Chile, antes de los 30 años salió a estudiar a Estados Unidos y se quedó allá, en Berkeley. “Soy un buscador sediento,” dice. Su incesante búsqueda la ha realizado libremente, más allá de los confines académicos y religiosos, y hoy, a sus 81 años, es un maestro espiritual respetado. A propósito de su visita a Chile para dar dos charlas, publicamos esta entrevista realizada hace algunos años, en sucesivos encuentros, por Delia Vergara, la primera directora de revista Paula.

Tiene pinta de profeta, con su cuerpo grande, medio encorvado, sus pelos y barbas abundantes, y sus radicales pronunciamientos sobre la condición humana. Viene a vernos esporádicamente a Chile, enseña durante unas pocas semanas y luego se va por el mundo, como si no perteneciera a ninguna parte. Trae buenas noticias, siempre. Una nueva forma de ver la neurosis, un nuevo descubrimiento espiritual, una nueva síntesis de enseñanzas milenarias, en su afán por adentrarnos en el camino del amor, el único que, según él, puede traernos auténtica felicidad.

Impresionante el impacto de la primera vez que lo escuché, en el Goethe Institut, en un auditorio abarrotado, a mediados de los ochenta. Hablaba de cómo había ocurrido su transformación espiritual y sus palabras resonaban en mí como si me vinieran de adentro, como si toda esa sabiduría habitara en alguna parte mía hasta entonces desconocida. Impresionada, no le perdí más la pista. Lo he entrevistado innumerables veces a lo largo de los años con la intención de hacer un libro sobre él. De esa manera me forjé el privilegio de exprimirle una y otra vez sus conocimientos sobre los asuntos que más me interesan en la vida.

Me cautivan sus conocimientos infinitos sobre el camino para llegar a la sanidad, al amor, a nuestra naturaleza espiritual. Su mente prodigiosa ha hurgado en todas las tradiciones espirituales y sicológicas. Encuentra un camino y lo recorre entero, lo experimenta en sí mismo y enseña lo que le ha servido. Los ha recorrido todos: el cristianismo, las escuelas orientales, el chamanismo, las escuelas sicológicas, las audacias de la nueva era.

Aparte de su erudición, tiene el don de la palabra. Transmite lo que sabe como un artista. Sus conferencias son un deleite y a veces las termina tocando una pieza de piano, porque también es músico.

Actualmente tiene una casa en Berkeley, pero no se puede decir que vive ahí porque viaja sin cesar. En su larga vida se ha casado dos veces, y su único hijo, del primer matrimonio, murió en un accidente automovilístico cuando tenía doce años. El impacto de esa muerte lo adentró aún más en el camino que ha recorrido y enseñado.

Ha sido guía de miles de terapeutas y buscadores espirituales en todo el mundo. En Chile lo seguimos una multitud de sedientos que, tal como él, quedamos cortos con las enseñanzas institucionales. Su mirada al predicamento humano es apocalíptica, pero también es optimista, porque él ha experimentado la transformación en sí mismo y le tiene fe. Dedica su vida a transmitir lo que sabe, en más de diez libros publicados, en conferencias y talleres. Lo hace sin grandilocuencia, pero con la convicción de quien no habla por boca de ganso, sino por su propia experiencia.



EL MAL

Tú dices que en el mundo hemos hecho muchas revoluciones y experimentos pero los humanos seguimos vacíos, disfuncionales y hasta peligrosos. ¿Qué es lo que nos falta?
Efectivamente, tenemos una historia muy larga de nobles propuestas y muchas revoluciones para el cambio social. Sin embargo, estas nunca han incluido una propuesta de cambio individual. Parece que ya es hora de entender de si queremos una sociedad diferente necesitaremos seres humanos más completos. No se puede construir un edificio de esa naturaleza sin los ladrillos apropiados.

¿Cuál crees es nuestro problema individual?
Es un problema de origen emocional. Nos sentimos vacíos, inútiles, sin sentido. Tenemos una falta de armonía interior. La mayor parte de la gente, impulsada por este vacío, devora en su entorno, consume, trata de llenarse con la vida de los otros, llenarse de importancia, de poder.

¿Por qué estamos acostumbrado a vivir así, sin tomarlo como una anormalidad?
Padecemos una condición que en teología se llama dureza de corazón. La persona que está en pecado no sabe que está en pecado, está endurecida. La sicología llama a eso neurosis, enfermedad.

¿Cómo describirías este mal interno, cuáles son sus componentes?
Mi mentor, Totila Albert, (escultor y poeta chileno que murió a fines de los 50) lo veía como un desequilibrio interno entre las energías paternas, maternas y filiales. Al interior de la siquis el principio paterno se toma la autoridad y esclaviza a los demás. La sicología, desde Freud en adelante, habla de la toma del poder de lo mental por sobre lo emocional y lo instintivo.

¿Piensas que nuestra enfermedad tiene que ver con el sistema patriarcal?
Los años y la experiencia me han ido confirmando que nuestro mal es el sistema patriarcal. Hemos progresado en un sentido racional, tecnológico, pero al mismo tiempo nos hemos deteriorado en un sentido sico-espiritual.

¿Cómo se manifiesta eso?
Cada individuo vive desde la cabeza, desde su superego, desde la tiranía del debería. De eso se trata la moralidad ordinaria, seguir las órdenes del padre internalizado. El ser humano lleva dentro de sí mismo un capataz y un esclavo, el esclavo es su naturaleza espontánea, instintiva, los elementos maternos y filiales.

¿Cómo nos afecta eso?
Nacemos en un mundo de tiranos, en que los seres que más te quieren son al mismo tiempo los que más te hacen sufrir. Nuestros padres, sin saber que nos dañan, se adueñan del control y la autoridad desconociendo la capacidad de autocontrolante del niño, con muy poca fe en su naturaleza interior. La actitud es: “Yo te amo y te acepto si haces las cosas de tal o cual manera.” Así se va transmitiendo esta cultura que poco a poco va consumiendo la naturaleza y que tiene armas para destruir varias veces el planeta.



LLEGAR AL AMOR

¿Cuáles son las razones de tu optimismo frente a este cuadro que pintas?
Hoy hay más conciencia que nunca del sufrimiento en su raiz, que es el sufrimiento del no ser, la sensación de sinsentido. La gente llega a las consultas sicológicas diciendo: “No estoy bien, esto no está funcionando”. En sicoterapia se dice que es un elemento de buen pronóstico tener conciencia de enfermedad. Por otra parte, aunque desde siempre ha habido gente que evoluciona, en este siglo existe lo que podríamos llamar una “metodología del amor”, que es la contribución de la sicología. Antes de la llegada del conocimiento sicológico pareciera que hubiera faltado alguna pieza, un recurso para esta empresa de cambio. El mero mandamiento de amar a los demás no ha servido, se necesita un método terapéutico más refinado para lograrlo.

 ¿Qué es lo nuevo que ha aportado la sicoterapia?
Instrumentos para conocerse a sí mismo, para sanar la herida emocional y para liberar lo instintivo. Los terapeutas tratamos de sacarle el policía interior a las personas. El ser humano es más completo cuando puede dejar que todos sus elementos internos, -la mente, el instinto y las emociones-, se abracen en vez de debilitarse combatiéndose unos a otros.

Eso de la liberación del instinto pareciera algo pecaminoso en el mundo que vivimos.
Yo tengo más fe en el instinto que en la civilización actual. Los instintos humanos libres se autoregulan. Una persona sana recupera esa espiritualidad que viene del animal interior; recupera, por ejemplo, la sexualidad, que está muy dañada en la mayor parte de la gente a pesar de que hay en el mundo una libertad sexual superficial que yo no veo como libertad, sino como una contrarrepresión a la represión. Eso no tiene nada de sano.

 ¿Qué ganas conociéndote a tí mismo?
Conocerse a sí mismo es conocer al falso ser, a ese idiota que llevamos dentro que constantemente nos hace sufrir. Cuando uno logra verlo, está comenzando a hacerse sabio. Es duro el autoconocimiento pero es importante saber lo que uno experimenta, tener conciencia de lo que se siente. Es sanador tomar conciencia de la agresividad inconsciente, del dolor inconsciente, del miedo inconsciente. Para sanar el odio, que es una plaga generalizada, inseparable del hiper deseo, de la codicia, de la necesidad nuerótica de más, es necesaria la aceptación sincera de esos sentimientos en uno.

 ¿Tiene el sentido de la confesión de los cristianos?
Si, porque proporciona ese espacio íntimo para confesarse a sí mismo. Es necesario ver todo eso para decir “basta, voy a abordar un camino nuevo, que es el camino amoroso”. El amor va mas allá de algunos sentimientos que se han idealizado como amor. Se idealizan las pasiones como amor, el enamoramiento como amor, pero el amor verdadero es una cosa muy poco dramática, es una actitud de no hacer daño a los otros, un sentimiento franternal.

 Además de la sicoterapia, recomiendas la meditación.
Las enseñanzas espirituales de todas las culturas nos dicen que solo cuando la mente se aquieta puede reflejar algo que está más allá de ella. Si callamos nuestras voces pequeñas puede oirse una voz que está en otro nivel, que nos llevará por el camino correcto. Esa es la voz de la conciencia, del ser, la parte de la mente que da sentido a la vida.

 ¿Qué sería estar sano para tí?
Sentir el bienestar de ser.



EDUCAR LA AFECTIVIDAD

 Has dicho últimamente que el tema de la educación te acalora. ¿Por qué?
Porque ya es hora de que tengamos una educación para el desarrollo humano. Tenemos una educación predominantemente intelectual, en que los demás aspectos del ser humano son desestimados. Nada necesitamos tanto como una educación afectiva, una educación de esa capacidad amorosa que es la base de una buena convivencia familiar y social. Si no alcanzamos una dosis mayor de bondad, toda la información técnica no va muy lejos.

 ¿Qué te hace pensar que eso es posible?
Es difícil, porque la educación tendría que superar sus tabúes contra lo terapéutico y contra lo espiritual. Eso no lo hace menos urgente. La educación podría incluir una instrucción espiritual no dogmática, prácticas concretas que sirvan al cultivo de la mente profunda, y un proceso de autoconocimiento guiado que lleve a los jóvenes no solo a cambios de conducta sino a esa transformación que es la esencia de la madurez humana.

 Sin embargo ya existe algo así como una educación en valores.
Eso no es suficiente. Para llegar a encarnar los valores no basta esa combinación de instrucción y sermón que se llama la educación en valores. Son necesarios los procesos más profundos de los que hemos hablado. Los profesores tendrían que hacer esos procesos como parte de su educación antes de poder guiar a los jóvenes.

 ¿Cómo interpretaste las protestas de los estudiantes que han movilizado toda la discusión de la educación en Chile?
Veo un despertar, nos estamos haciendo conscientes de nuestra realidad. Hoy tenemos una democracia gobernada por el 1% para el 1% y eso se está haciendo cada día más visible. Está ocurriendo un darse cuenta que se va esparciendo y va cambiando la reacción de las personas ante asuntos que antes no veía. Es una conciencia que deslegitima las viejas instituciones, aunque no se tenga claro hacia dónde vamos.

 Fin de mundo, se dice por ahí.
Estamos entrando en otra cosa. Parece que el barco se está hundiendo, una civilización se está resquebrajando. Yo pongo mi esperanza en el naufragio porque nada interfiere más para que tengamos un mundo mejor que el sistema de poder y de valores que hemos construido.

 Hay mucha gente asustada.
Más vale mirar esta crisis como una oportunidad, no hay que tenerle tanto miedo. Lo que se hunde es una cultura que tiene eclipsado el amor. El valor cultural predominante es la competencia, no es la solidaridad. Falta el reconocimiento colectivo de que lo verdaderamente humano es la solidaridad.

 ¿Ves esperanza?
La gran pregunta es cómo pasamos de un mundo a otro. Yo pongo mi confianza en la creatividad social. A los jóvenes les tocará la tarea de construir una nueva cultura desde la conciencia, desde los valores verdaderamente humanos. En Chile son los jóvenes los que se indignaron primero reclamando por la educación. Pienso que en la rebelión de los jóvenes hay algo más de lo que se ve. Ellos saben, porque están más despiertos, que la educación que reciben es irrelevante,que no les va a servir para vivir.



SU PROPIA TRANSFORMACIÓN

 ¿Qué le dirías a alguien que desea abordar el camino que propones?
Que el cambio interior es un trabajo, una disciplina. Es necesario trabajar por nuestro progreso espiritual. El esfuerzo tiene mucho que ver con estar dispuesto a sufrir, a mirar lo doloroso y torcido que hay em uno. Después de esa etapa, que es terapéutica, viene un nuevo nacimiento. Nace el ser verdadero de uno mismo, que sabe vivir.

 ¿Cómo ha sido ese proceso en tí?
Mi búsqueda empezó con experiencias durante mi adolescencia en las que sentí un nivel de felicidad desconocido, pero fueron transitorias, las perdí. El hecho de haberlas perdido dejó en mi conciencia La sensación de que había algo que buscar, un estado muy superior a la felicidad ordinaria que antes había experimentado. Durante todo el tiempo que viví en Chile mi búsqueda fue mi ocupación principal, pero lo llevaba como algo secreto sobre lo que escribía em cuadernos privadísimos. Me sentía um bicho raro. Solo al llegar a trabajar a la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos, al comienzo de la década del sesenta, me sentí en un oasis porque me encontré con otros buscadores semejantes, una nueva generación que se estaba liberando de la autoridad de sus mayores.

 ¿Qué era lo que cuestionaba esa gente?
Esa división del pensamiento humano en multitud de escuelas, religiones y tendencias que luchan entre sí. Eso se veía como el autoritarismo dentro de cada uno de los sistemas, el decir: “Miren, aquí está la verdad entera.”

 ¿Como veían ellos las cosas?
Pensaban que todas esas visiones eran complementarias, eran parte de un mismo pastel. Eso me hizo mucho sentido. Yo fui uno de los primeros colaboradores de Esalen, un centro de crecimiento que reunió el interés terapéutico con el espiritual, el artístico y el corporal, en una actitud integradora que después se generalizó en el mundo entero.

 ¿Hiciste todos los aprendizajes?
En Esalen había gente extraordinaria, y naturalmente los aproveché. Yo tenía una cierta invulnerabilidad al dolor, y, por lo tanto, al amor. Tenía una sequía interior.

 ¿Quiénes te marcaron?
Un encuentro muy importante de ese tiempo fue con el creador de la terapia gestáltica Fritz Perls. Era un gran maestro y un hombre que había llegado a mucho. Participé en varios talleres de Gestalt con él, y como todavía no se había hecho famoso recibí mucha atención de él. Después fui uno de sus sucesores.

 ¿Qué aprendiste de Pearls?
Pearls fue un profeta del aquí y el ahora, eso que con el tiempo se ha hecho tan común. Hizo sentir a quienes se acercaban a él que había como un camino del estar presente. Enseñaba a encarar el momento sin tratar de escapar hacia pensamientos acerca del pasado o del futuro. En la vida común el pasado y el futuro rara vez son tomados como objetos de La reflexión, sino que son objeto de ensoñaciones vacías. La recomendación de Pearls de vivir en el ahora se basaba en que solo vivimos el momento presente. Eso es algo que la persona sana sabe, pero las personas neuróticas no se dan cuenta, mientras están enredadas en una seudo existencia de pensamientos y emociones negativas.

 ¿Cuáles fueron tus primeras experiencias con la meditación?
Tuve la suerte de recibir instrucción de meditación de Suzuki Roshi, el primer maestro de meditación Zen que llegó a Estados Unidos. También fue importante la experiencia con el psicólogo americano Leo Zeff, uno de los grandes expertos en el manejo de la terapia con alucinógenos, que cuando se hace en manos de un experto puede acelerar mucho el proceso terapéutico.

 Escuché que tu experiencia definitiva la tuviste en Chile.
Fue en Arica, con el maestro espiritual Oscar Ichazo. Ese fue el principal peregrinaje de mi vida, en el desierto de Azapa. Nos vinimos unos cuarenta compañeros de Esalen durante meses al desierto a trabajar con Ichazo. Ahí experimenté un verdadero nacimiento a un nivel de conciencia desconocido. Ese fue el comienzo de un camino de transformación profunda, sin vuelta atrás.

 ¿Qué te ocurrió ahí?
Tuve una tremenda expansión, que partió de una experiencia mística. Recuerdo haber usado en mi diario la expresión “ví a Dios cara a cara”. No había palabras, no había contenido, ni siquiera silencio. Lo que más se acerca a lo que viví es la palabra nada, pero nada tiene sabor a nada y eso era más todo que nada. Cuando salí de la experiencia tuve un gesto de oración, de pedirle a Dios una confirmación de que esto era El. Y me surgió espontáneamente un cantar, algo hermoso, que entendí como una respuesta de lo divino a través de la creación de una belleza.

 ¿Qué pasó después?
De vuelta en California le decía a mis amigos: “Tengo la impresión de haber nacido de nuevo, de ser como una guagua que no tiene brazos ni piernas, que no sabe andar y apenas sabe hablar.” Tenía una gran conciencia de mí, y de la distancia que había entre mis actos y mi inspiración. En los momentos de recogimiento, de meditación, me volvía a invadir un estado que era como mi ser verdadero y me daba cuenta de lo absurdamente imperfecta que había sido mi acción durante el día. A través de este contraste empezó un aprendizaje del vivir. Era como una caída que era ascenso al mismo tiempo. En ese tiempo cambiaron radicalmente ciertas vivencias neuróticas, una cierta manera de depender de la gente, una cierta relación con el mundo. Pero había momentos que me sentía un idiota. Había siempre un saber que iba avanzando pero era más intenso que nunca el sentir que algo me faltaba.

 Has afirmado que pasaste por “la noche oscura del alma”.
San Juan de la Cruz le llamó así a esa etapa de su proceso, cuando luego de sentir una gran identidad con Dios, lo perdió.

 ¿Hay etapas definidas en el proceso de transformación?
Hay tantas descripciones como personas que lo han hecho. Como todo lo que pertenece a la vida, se puede mirar desde muchos puntos de vista. Lo que se puede ver a través de los místicos es que después de una fase purgativa viene una fase iluminativa, que es como una luna de miel espiritual; después viene la sequía, la dificultad, los obstáculos, en la que los santos pierden su santidad. Y all final se llega a lo que se llama la fase unitiva.

 ¿Consideras que llegaste ahí?
No, de ninguna manera. Me siento más que nunca en proceso, en transición, sin embargo me siento guiado desde adentro. Seguir adelante es algo que el cuerpo y el alma me piden. Ya no necesito ser empujado desde fuera.

 Eso de mirar tus heridas, de estar consciente de todo eso, ¿terminó en algún momento?
No, eso nunca se abandona, yo diría que va en aumento. La sensación es que antes uno tenía la piel sana y el centro enfermo y después hace erupción el volcán y llega un momento en que se siente que está limpio el centro, uno está en paz consigo mismo, pero las heridas están más flor de piel, se ven más.

 ¿Es necesario tener que vivir con eso?
A mi me parece que todo está muy bien construido en la naturaleza de modo que sigamos caminando sin que se nos vayan los humos a la cabeza.

Fuente: Vivo en Armonia




CARENCIA AFECTIVA, CUANDO NOS FALTAN NUTRIENTES EMOCIONALES




CARENCIA AFECTIVA, CUANDO NOS FALTAN NUTRIENTES EMOCIONALES
La carencia afectiva genera hambre emocional y deja marca en nuestro cerebro. La falta de un vínculo sólido y de un apego saludable imprime un sentimiento permanente de ausencia y de vacío. Además, impacta en la personalidad del niño y perfila en el adulto un miedo casi constante: el temor a que le fallen emocionalmente, la angustia a ser abandonado una y otra vez.

La mayoría de nosotros hemos leído y oído aquello de que el ser humano es, por encima de todo, una criatura social. Bien, desde un punto de vista psicológico, incluso biológico, es necesario ir mucho más allá: las personas somos emociones. Esas pulsiones, esas dinámicas internas orquestadas por complejos neurotransmisores, hormonas y diversas estructuras cerebrales conforman lo que somos y lo que necesitamos.

“El principio más profundo del carácter humano es el anhelo de ser apreciado”.
-William James-

El afecto, así como los vínculos basados en un apego seguro y saludable imprimen en nuestra mente un equilibrio casi perfecto. Ahora bien, cualquier carencia, cualquier vacío o disonancia emocional despierta al instante nuestras alarmas instintivas. Lo sabe bien ese recién nacido que no recibe el calor de una piel que se acomode a la suya para conferirle seguridad y protección. Lo sabe el bebé que no es atendido cuando llora y lo sabe el niño que se siente solo frente a sus miedos, al que nadie acoge, atiende o escucha.

La carencia afectiva es una forma de involución y genera déficits si aparece sobre todo en edades tempranas. Asimismo, este vacío emocional también deja “lesiones” en la madurez, cuando construimos relaciones de pareja habitadas por la frialdad afectiva, la desatención o el desinterés.



ANATOMÍA DE LA CARENCIA AFECTIVA

Con la caída del comunismo de Nicolae Ceausescu en Rumanía (1989), se tuvo la desafortunada oportunidad de comprender con mayor profundidad el impacto y la anatomía de la carencia afectiva en el ser humano. Lo averiguado en aquellos años fue tan decisivo como impactante. La situación de aquellos niños huérfanos era de extrema gravedad. Ahora bien, lo verdaderamente dramático no era la desnutrición o el abandono, era por encima de todo la desatención afectiva.

La escuela de Medicina de Harvard hizo un seguimiento permanente de la evolución de aquellos pequeños. Querían saber cómo maduraría y se desarrollaría un bebé o un niño que apenas había disfrutado del contacto con un adulto. Tenían ante ellos criaturas que habían dejado de llorar desde edades muy tempranas porque entendían que nadie iba a asistirlos. Aquellas miradas vacías y ausentes habían crecido en un entorno afectivamente estéril, y las consecuencias posteriores iban a ser inmensas.

Se pudo ver que los niños -que sufren de una carencia afectiva permanente a lo largo de los 3 primeros años de vida- sufren retraso en el crecimiento físico a pesar de recibir una nutrición adecuada.

El desarrollo del cerebro era lento. Algo que pudo verse es que la maduración neurológica se relaciona con el nivel de afecto que recibe el niño. Así, factores como los genes, el entorno, el acceso a un cuidador y un vínculo de apego seguro, además de la nutrición adecuada, la estimulación sensorial y los aportes lingüísticos son claves para un desarrollo cerebral óptimo.

Aparecieron además trastornos del lenguaje, problemas de elocución y vocabulario pobre.

Asimismo, también pudo verse que por término medio, aquellos niños no desarrollaron habilidades necesarias para construir relaciones saludables.Siempre mostraron una baja autoestima, falta de confianza, problemas de gestión emocional, hiperactividad, conductas desafiantes y agresividad.

Las investigaciones realizadas evidenciaron una vez más la importancia que tiene el apego en el desarrollo evolutivo de los niños. Disponer de una o varias figuras de referencia capaces de organizar nuestra experiencia emocional, de nutrirnos y satisfacer necesidades, genera en nuestra mente un refugio seguro, unos cimientos sólidos donde asentar nuestra personalidad.



HOMBRES Y MUJERES DE HOJALATA EN BUSCA DE SU CORAZÓN

Todos recordamos al personaje del hombre de hojalata en el mago de Oz. Buscaba un corazón, buscaba esa fuerza interior que le permitiera recuperar la sensibilidad, la oportunidad de amar, de emocionarse por las cosas. Buscaba tal vez, eso que nunca había recibido. Buscaba poder conectar con su universo emocional… para volver a ser humano, para dejar a un lado esa piel de hojalata que hasta el momento, le había servido como barrera defensiva.

De algún modo, también muchos de nosotros avanzamos por nuestros mundos de adulto envueltos en ese disfraz de hojalata intentando mostrar cierta independencia, reserva y hasta frialdad. Porque quien sufrió desnutrición afectiva se dice a menudo a sí mismo aquello de que es mejor desconfiar, que no hay que hacerse ilusiones. Devalúan las relaciones por temor a ser heridos de nuevo hasta que poco a poco, dejan de pedir soporte afectivo e incluso de ofrecerlo.

La carencia afectiva deja secuelas muy profundas. Es ese vacío al que un niño no sabe ponerle nombre, una herida psicológica que no puede traducirse en palabras, pero que queda impresa de por vida en la conciencia. Es también esa nostalgia devoradora de quien no recibe el refuerzo afectivo de la pareja y poco a poco se marchita hasta llegar una la conclusión: a menudo es preferible la soledad a ese vacío emocional.

No descuidemos por tanto este nutriente vital. Pensemos que el afecto nunca sobra, que las caricias emocionales nos humanizan, nos hacen crecer, nos fortalecen. Seamos por tanto valientes suministradores de esta energía que crece cuando se comparte.

Fuente: Vivo en Armonia




UNICIDAD - Meditacion N° 301 del 28 Abril 2018 - 365 Meditaciones TAO



Si derribo las murallas, estaré rodeado
Por el jardín.
Si rompo el dique, el agua me inundará.
La meditación no ha de estar separada de la vida.
La tarea de seguir el Tao es la de cesar las distinciones entre uno mismo y el
mundo exterior. Es sólo por conveniencia el que etiquetemos cosas internas y
externas, subjetivas y objetivas. En verdad, es sólo en las etapas elementales que
deberíamos hablar de un Tao que seguir. Porque la verdadera iluminación es darse
cuenta de no de que hay un Tao para seguir, sino que nosotros mismos somos Tao.
Esa comprensión llega después del simple quiebre de una pared, la demolición de la
noción equivocada de que hay algo inherente en esta vida que nos separa del Tao.
Una vez que la pared se ha roto, somos inundados por el Tao. Somos Tao.
¿Continuamos meditando una vez que hemos llegado a entender esto? Lo seguimos
haciendo, pero ya no es una actividad aislada y solitaria. Es una parte de la vida,
tan natural como respirar. Cuando puedes llegar a la comprensión de que no hay
diferencia entre tú y el Tao y que no hay diferencia entre la meditación y las
actividades “comunes”, estás entonces bien encaminado para ser uno con el Tao.


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CORREGIR - Meditacion N° 300 del dia 27 Abril 2018 - 365 Meditaciones TAO




Una desviación del ancho de un pelo al centro
Lleva a un error de cien millas en el borde.
Cuando el esfuerzo es tan leve,
Por qué habrías de dudar en preparar bien las cosas?
Hay muchas personas que se esfuerzan por conocer el Tao. Con la mayor sinceridad,
toman lecciones de música, leen las escrituras, aprenden lenguas extranjeras,
estudian nutrición, cambian su forma de vestir y van a los templos –todo con la
esperanza de que alcanzarán el Tao. Lamentablemente, se les escapa por el ancho de
un pelo. Para que una persona despierte al Tao, alguien tiene que transmitirle una
chispa. Tal vez esto es a lo que se llama transmisión directa. Es extraño, pero es
la única forma en que se transmite el conocimiento del Tao.
El conocimiento de libros puede ayudar y darnos una profunda formación teórica,
pero la verdadera comprensión del Tao sigue viniendo de persona a persona. No hay
otra manera.
Así que si tienes alguna verdadera comprensión del Tao, la obtuviste de alguien. Si
conoces a alguien más que necesite esa chispa y estás en condición de
proporcionarla, hazlo. No seas egoísta. Hay tanta gente allá afuera que quiere ser
guiada y que no lo consigue. Si tú puedes hacer la diferencia para al menos una
persona, tienes en verdad un tremendo mérito.