LA SOLEDAD Y EL AMOR

 


La soledad expresa tu verdadero amor

La soledad es un hermoso espacio en el que estás tan satisfecho contigo mismo que no necesitas a nadie más: ni a un maestro, ni a un amigo, ni a un amante.

Puedes relacionarte con el amor, pero no se convertirá en una relación. Tendrás amigos, pero no estarán llenando un vacío en tu interior; te sentirás pleno y no habrá vacíos. Disfrutas de su compañía, y también lo harás cuando no estén. Sólo por cambiar, de vez en cuando disfrutas estando con la gente. Pero básicamente disfrutas estando contigo mismo.

Necesitas ser consciente de tu soledad, que es una realidad. Además, es maravilloso experimentarla, sentirla, porque te libera de la multitud, del otro, te libera del temor de estar solo.

 

No hay otra manera de estar que solo.

Esto parecerá muy paradójico, porque ordinariamente la gente cree que el amor les hará sentirse en compañía. Eso es una completa insensatez. Si el amor es profundo te hará consciente de la soledad, no de la compañía. Cuando algo cala hondo, ¿qué ocurre?: dejas la periferia de tu ser y entras en tu centro, y el centro es todo soledad. Allí estás sólo tú; o ni siquiera tú, tan sólo una consciencia sin ego, sin identidad, sin definición, un abismo de consciencia.

En la soledad desaparecerás como ego y como personalidad, y te encontrarás a ti mismo como vida, inmortal y eterno. De ahí que uno pueda sacrificar incluso el amor, pero no pueda sacrificar la libertad, no forma parte de la naturaleza de las cosas. De ahí que la auténtica dicha sólo pueda ocurrir en tu soledad.

La soledad es un arte, sobretodo el arte de la meditación. Estar completamente centrado en tu propio ser sin ansiar a la otra persona; estar en tal profundo reposo contigo mismo que no necesitas nada más, eso es la soledad. Si el amor es todo lo que tienes, sin ninguna base meditativa, sufrirás, cada relación amorosa tarde o temprano se convertirá en una pesadilla.

 

Aprende el arte de estar solo, y dichosamente solo; entonces, todo será posible.

 

Veamos como Paulo Coelho nos habla sobre la soledad y el amor...

 

EL AMOR

Si el Amor no quiere hablar conmigo.

 

Para escuchar las palabras del Amor, es necesario dejar que se acerque. Pero, cuando lo hace, tememos lo que tiene que decirnos. Porque el Amor es libre y su voz no está gobernada por nuestra voluntad ni por nuestro esfuerzo.

Todos los amantes lo saben, pero no se resignan. Creen que pueden seducirlo con sumisión, poder, belleza, riqueza, lágrimas y sonrisas. Pero el verdadero Amor es el que seduce y jamás se deja seducir.

El amor transforma, el amor cura. Pero, a veces, pone trampas mortales y termina destruyendo a la persona a la que decidió entregarse por completo. ¿Cómo la fuerza que mueve el mundo y mantiene las estrellas en su sitio puede ser tan constructiva y tan devastadora al mismo tiempo?

Nos hemos acostumbrado a pensar que lo que damos es igual a lo que recibimos. Pero las personas que aman esperando ser correspondidas pierden el tiempo. El amor es un acto de fe, no un intercambio.

Son las contradicciones las que hacen crecer el amor. Son los conflictos los que permiten que el amor siga a nuestro lado. La vida es demasiado corta para esconder en nuestro corazón palabras importantes. Palabras como «Te amo».

 

Pero, a cambio, no esperes escuchar siempre la misma frase. Amamos porque necesitamos amar. Sin eso, la vida pierde todo el sentido y el sol deja de brillar.

Una rosa sueña con la compañía de las abejas, pero no aparece ninguna. El sol le pregunta: ¿No te cansas de esperar? Sí —contesta la rosa—. Pero si cierro mis pétalos, me marchito. Por tanto, aun cuando el Amor no aparece, seguimos esperándolo. En los momentos en los que la soledad parece aplastarlo todo, la única manera de resistir es seguir amando.

 

«El mayor objetivo de la vida es amar. El resto es silencio».

Necesitamos amar. Aun cuando eso nos lleve a la tierra donde los lagos están hechos de lágrimas. ¡Oh, lugar secreto y misterioso, la tierra de las lágrimas!

Las lágrimas hablan por sí mismas. Y cuando pensamos que ya hemos llorado todo lo que teníamos que llorar, siguen brotando. Y cuando creemos que nuestra vida sólo será un largo caminar por el valle del Dolor, las lágrimas de repente desaparecen.

Porque nuestro corazón es capaz de sentir, a pesar del sufrimiento. Porque descubrimos que el que se fue no se llevó consigo el sol ni dejó en su lugar las tinieblas. Simplemente se fue, y cada adiós trae escondida la esperanza. Es mejor haber amado y perdido que no haber amado jamás.

Nuestra única y verdadera elección es sumergirnos en el misterio de esta fuerza incontrolable. Aunque podamos decir «Ya he sufrido mucho y sé que esto no va a durar» y alejar el Amor del umbral de nuestra puerta, si lo hacemos estaremos muertos para la vida.

Porque la naturaleza es la manifestación del Amor de Dios. A pesar de todo lo que hacemos, ella aún nos ama. Por tanto, respetemos y entendamos lo que nos enseña.

 

Amamos porque el Amor nos libera...

...y empezamos a decir las palabras que no teníamos coraje de susurrarnos a nosotros mismos. Tomamos la decisión que estábamos aplazando. Aprendemos a decir «no» sin considerar esa palabra como algo maldito. Aprendemos a decir «sí» sin temer las consecuencias.

Olvidamos todo lo que nos enseñaron respecto al amor, porque cada encuentro es diferente y trae consigo sus propias agonías y éxtasis.

Cantamos más alto cuando la persona amada está lejos y susurramos poemas cuando está cerca. Aun cuando no nos escuche o no les dé importancia a nuestros gritos y susurros.

No cerramos nuestros ojos al Universo y nos quejamos: «Está oscuro». Mantenemos los ojos bien abiertos, pues sabemos que su luz puede llevarnos a hacer cosas impensables. Eso forma parte del amor.

Nuestro corazón está abierto al amor y lo entregamos sin miedo, porque ya no tenemos nada que perder. Entonces descubrimos, al volver a casa, que alguien ya estaba allí esperándonos, buscando lo mismo que nosotros y sufriendo con las mismas angustias y ansiedades.

Porque el amor es como el agua que se transforma en nube: sube a los cielos y puede verlo todo de lejos, consciente de que un día volverá a la tierra. Porque el amor es como la nube que se transforma en lluvia: se ve atraída por la tierra y fertiliza el campo.

Amor es sencillamente una palabra, hasta el momento en el que decidimos dejar que nos posea con toda su fuerza. Amor es sencillamente una palabra, hasta que alguien llega para darle un sentido.

 

No desistas. Normalmente, es la última llave del llavero la que abre la puerta.

 

LA SOLEDAD

La soledad es la condición humana.

 

Sin la soledad, el Amor no permanecerá mucho tiempo a tu lado. Porque el Amor también necesita reposo, para poder viajar por los cielos y manifestarse de otras formas.

Sin la soledad, ninguna planta o animal sobrevive, ninguna tierra es productiva durante mucho tiempo, ningún niño puede aprender sobre la vida ni ningún artista consigue crear, ningún trabajo puede crecer y transformarse.

La soledad no es la ausencia de Amor, sino su complemento. La soledad no es la ausencia de compañía, sino el momento en el que nuestra alma tiene la libertad de conversar con nosotros y ayudarnos a decidir sobre nuestras vidas.

Por tanto, benditos sean aquellos que no temen la soledad. Que no se asustan con la propia compañía, que no se desesperan en busca de algo con lo que ocuparse y divertirse o a lo que juzgar. Porque el que nunca está solo ya no se conoce a sí mismo. Y el que no se conoce a sí mismo pasa a temer el vacío.

Pero el vacío no existe. Un mundo enorme se esconde en nuestra alma, esperando a que lo descubramos. Está ahí, con su fuerza intacta, pero es tan nuevo y tan poderoso que nos da miedo aceptar su existencia.

Porque el hecho de descubrir quiénes somos nos obligará a aceptar que podemos ir mucho más allá de lo que estamos acostumbrados. Y eso nos asusta. Mejor no arriesgar tanto, ya que siempre podemos decir:

 

«No hice lo que tenía que hacer porque no me dejaron».

Es más cómodo. Es más seguro. Y, al mismo tiempo, es renunciar a la propia vida.

¡Ay de aquellos que prefieren pasar la vida diciendo... «Yo no tuve la oportunidad»!

Porque cada día que pase se hundirán aún más en el pozo de sus propios límites, y llegará un momento en el que ya no tendrán fuerzas para escapar de él y encontrar de nuevo la luz que brilla en el hueco que está sobre sus cabezas.

Y benditos los que dicen: «Yo no tengo coraje». Porque ésos entienden que la culpa no es de los demás. Y tarde o temprano encontrarán la fe necesaria para afrontar la soledad y sus misterios.

Y, para aquellos que no se dejan asustar por la soledad que revela los misterios, todo tendrá un sabor diferente. En la soledad descubrirán el amor que podría pasar desapercibido. En la soledad entenderán y respetarán el amor que partió. En la soledad sabrán decidir si vale la pena pedirle que regrese, o si debe permitir que ambos sigan un nuevo camino. En la soledad aprenderán que decir «no» no siempre es una falta de generosidad, y que decir «sí» no siempre es una virtud.

Y aquellos que estáis solos en este momento no os dejéis asustar nunca por las palabras mundanas, que dice: «Estás perdiendo el tiempo». O por las palabras, aún más poderosas, del Ego: «No le importas a nadie.»

La Energía Divina nos escucha cuando hablamos con los demás, pero también nos escucha cuando estamos en silencio y aceptamos la soledad como una bendición.

Y, en ese momento, Su luz ilumina todo lo que está a nuestro alrededor y nos hace ver lo necesarios que somos, cómo nuestra presencia en la Tierra es decisiva para Su trabajo. Y, cuando conseguimos esa armonía, recibimos más de lo que pedimos.

Y aquellos que se sienten oprimidos por la soledad deben recordar: en los momentos más importantes de la vida siempre estaremos solos.

Como el bebé al salir del vientre de la mujer: no importa cuántas personas estén a su alrededor, es suya la decisión final de vivir.

Como el artista ante su obra: para que su trabajo sea realmente bueno, tiene que estar callado y escuchar sólo la lengua de los ángeles.

Igual que nos encontraremos un día ante la muerte, la Dama de la Guadaña: estaremos solos en el más importante y temido momento de nuestra existencia.

Así como el Amor es la condición divina, la soledad es la condición humana. Y ambos conviven sin conflictos para aquellos que entienden el milagro de la vida.

 

«Un guerrero de la luz usa la soledad, pero no es usado por ella».

 

Paulo Coelho

 

Fuente_ La Iluminacion Espiritual




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