MADUREZ - Meditacion N° 302 del 29 Abril 2018 - 365 Meditaciones TAO






La inmortalidad no engendra sabiduría.
Sólo la mortalidad engendra madurez.
Hay personas en este mundo que han tenido suficientes aventuras para varias vidas.
Son lo más cercano a lo que podemos concebir como inmortales. Sin embargo algunas
de estas personas son irremediablemente inmaduras. Después de todo, cada vez que la
vida se les puso difícil, cambiaron el rumbo y por suerte el nuevo sendero fue
siempre rico y fructífero. La vida venía tan fácil que se sirvieron más de una
porción.
Desafortunadamente, la madurez sólo llega de la amenaza de la mortalidad. El éxito
sólo viene de la amenaza del fracaso. Sin presiones, no planificaríamos, no
utilizaríamos la sabiduría, ni ejercitaríamos el cuidado. Nos damos cuenta de que
sólo tenemos un tiempo muy corto para conseguir un logro, para probar que nuestra
existencia valió la pena, y por eso nos esforzamos más duramente. Un inmortal nunca
puede concebir semejante esfuerzo.
Sería bueno si nuestras tradiciones religiosas nos proporcionaran un camino
infalible a través de la vida. Después de todo, vivimos un tanto fortuitamente:
Nuestras vidas son un tapiz tejido tanto de equivocaciones como de éxitos. La
religión no siempre nos proporciona una patrón significativo. Tenemos que tomar
nuestras decisiones lo mejor que podemos, y a medida que maduramos, podemos ver
mejor nuestro camino.
La muerte nos motiva. Nos asusta el fracaso. Tenemos que hacer las paces con este
mundo misterioso, a veces hostil. Un inmortal no necesita enfrentarse con nada de
esto. Pero nosotros los mortales debemos hacerlo, y debemos esforzarnos por hacer
una buena actuación para nosotros mismos.


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