EL GRITO DE AURORA



“Vivimos en conflicto unos con otros y nuestro mundo está siendo destruido. Hay crisis tras crisis, una guerra tras otra; hay hambre, miseria; están los enormemente ricos, investidos de su respetabilidad, y están los pobres.
Para resolver estos problemas, lo que se necesita no es un nuevo sistema de pensamiento, ni una nueva revolución económica, sino comprender lo que es -el descontento, el constante indagar en lo que es-, lo cual dará origen a una revolución de más largo alcance que la revolución de las ideas. Y ésta es la revolución tan necesaria para originar una cultura diferente, una religión diferente y una diferente relación entre los seres humanos”
Jiddu Krishnamurti

Ahí está de nuevo Aurora. Imponente y majestuosa, envuelta en halos de algodón que parecen querer decirnos algo…
¿Serán señales? ¿serán avisos hacia la humanidad?

Ella lo ve todo desde una perspectiva privilegiada. Lo ve, observa desde el cielo todo a nuestro alrededor. Toda la miseria, todo el mal que se propaga por doquier en nuestro lindo mundo, al que estamos mutilando, torturando, violando a cada paso que da el hombre. Y ¿por qué? por nada. Por un puñado de locos sin consciencia, sin escrúpulos, sin sentires ni dolencias, sin amor ni pena por nada ni nadie, sin ALMA.
 
Pero nuestra Aurora despliega sus alas de seda en los cielos para llamar nuestra atención. Tal vez intente decirnos algo, advertirnos del peligro que entraña cada decisión que tomamos acerca de nuestra supervivencia; por encima de la naturaleza, por encima de nuestros hermanos animales… por encima de TODO.
  
Tal vez Aurora está harta de ver la Tierra llorar, de ver a hombres morir por NADA. Y así, cansada de observar tanto sufrimiento inútil, Aurora llora, Aurora se enfada, grita y nos muestra su dolor, ese dolor tan suyo, tan nuestro; el dolor del que no somos capaces de desprendernos.


 

Aurora 2013 from Christian Mülhauser on Vimeo.

Cuando el individuo está en conflicto dentro de sí mismo, inevitablemente debe crear conflicto afuera; solo él puede originar paz en sí mismo y, por consiguiente, en el mundo, porque él es el mundo.

Usted se convierte en aquello mismo contra lo que combate, no hay duda [...]. Si yo estoy furioso y usted me enfrenta con furia, ¿cuál es el resultado? Más furia. Usted se ha convertido en aquello que soy yo. Si soy malo y usted me combate con el mal, significa que también usted se vuelve malo, por justo que pueda sentirse. Si soy brutal y usted usa métodos brutales para vencerme, entonces se ha vuelto tan brutal como yo. Y esto es lo que hemos hecho durante miles de años. Por cierto, hay una manera de abordar esto, distinta a la de enfrentarse con odio al odio. Si uso métodos violentos para calmar la furia que hay en mí, entonces estoy usando malos medios para un buen fin y, debido a eso, el buen fin deja de ser tal. De este modo no hay comprensión, no trasciende la furia. La furia debe ser estudiada con tolerancia y comprendida; no puede ser vencida por medios violentos. Ella puede ser el resultado de muchas causas y, sin comprenderlas, no hay manera de escapar de la furia.
 

Nosotros hemos creado al enemigo, al bandido, y el hecho de convertirnos nosotros mismos en el enemigo, de ninguna manera origina el fin de la hostilidad.
Tenemos que comprender la causa de la hostilidad y dejar de alimentarla con nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Esta es una tarea ardua que requiere constante percepción alerta de nosotros mismos y una inteligente flexibilidad, porque aquello que somos, eso es la sociedad, el Estado. El enemigo y el amigo son el resultado de nuestro pensamiento y nuestra acción. Somos los responsables de crear enemistad; por eso es más importante darnos cuenta de nuestros propios pensamientos y actos que interesarnos en el enemigo y el amigo, porque el recto pensar pone fin a la división. El amor trasciende al amigo y al enemigo.


El libro de la vida – Jiddu Krishnamurti



Fuente: Tree Creativity






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