MEDICINAS COMPLEMENTARIAS EN EL SISTEMA PÚBLICO DE SALUD







Si hace 20 años, cuando escuchábamos hablar de reiki o de acupuntura, nuestra mente se transportaba inmediatamente a algún país asiático, hoy eso es cosa del pasado, ya que en la actualidad al oír hablar de estas y de otras terapias complementarias solemos recordarlas al instante por conocer a alguien que las utilizó o porque nosotros mismos las ocupamos para recuperarnos de algún malestar.

Esta expansión que han tenido las medicinas complementarias en Chile se debe, en gran parte, a la necesidad que ha experimentado la población a la hora de integrar en los tratamientos tradicionales nuevas prácticas naturales que la ayuden a mejorar, sin dejar de lado la posibilidad de encontrar una respuesta sobre el origen de la enfermedad que la aqueja.

Y si bien las medicinas complementarias rara vez se utilizan como tratamiento único, tienen algo que las hace insuperables y que motiva a las personas a buscarlas: la autoexaminación que se produce durante los tratamientos, además de la consiguiente posibilidad de analizar qué llevó al individuo a generar una enfermedad.

Al respecto, la Dra. Soledad Gutiérrez, Encargada de la Unidad de Medicina Integrativa del Complejo Asistencial Dr. Sótero del Río, explica que la importancia de la medicina complementaria radica en el aporte de un nuevo enfoque de salud, que considera las dimensiones física, social, mental, emocional y espiritual del ser humano, lo que permite involucrar la compasión en la relación médico-paciente y rescatar herramientas provenientes de sistemas médicos ancestrales, con el fin de estimular las capacidades innatas de curación del propio cuerpo.

“La medicina integrativa promueve la toma de responsabilidad en el cuidado de la salud y en los procesos de enfermedad de las personas. Estimula el empoderamiento, el autoconocimiento y los cambios de estilo de vida (dieta, ejercicio, reposo, hábitos afectivo-emocionales, etc.). Dentro de sus beneficios, están el alivio del dolor, el aumento del bienestar y la calidad de vida, entre otros. Es claro que estas son herramientas beneficiosas para cualquier persona, independiente del diagnóstico”, agrega la Dra. Gutiérrez.

Origen y avances de las medicinas complementarias en el sistema público

La medicina complementaria o “alternativa” se entiende como una práctica que no forma parte de una determinada zona geográfica o de la tradición y, como tal, no está integrada al sistema sanitario de un país.

Si bien muchas de estas prácticas han existido por décadas en Chile y en el mundo, la única forma de acceder era a través del sistema privado, frente a lo cual la Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo un llamado en sus estrategias sobre medicina tradicional 2002-2005 y 2014-2023 para que los Estados regularan e incorporaran las medicinas complementarias en sus sistemas públicos, sobre todo en aquellos países donde la tradición y los conocimientos suelen ser la única fuente de tratamiento.

En nuestro país, el punto de inicio se produjo durante el año 2005, cuando el ministerio de Salud (Minsal), a través del Decreto N° 42 del Código Sanitario, decidió reglamentar estas prácticas para resguardar la seguridad y calidad de las terapias que se ofrecen a la población, lo que ha permitido que en la actualidad los distintos centros y hospitales públicos cuenten con medicina integrativa y con los profesionales idóneos para implementarlas.

La pediatra y terapeuta floral Mónica Galanti, quien primero trabajó como asesora de medicinas complementarias en la División de Políticas Públicas (DIPOL), para luego desempeñarse como asesora en medicinas complementarias de la División de Gestión de Redes Asistenciales (DIGERA), explica que en la actualidad solo la acupuntura, la homeopatía y la naturopatía son reconocidas oficialmente como terapias auxiliares de la salud, y se aplican bajo el principio de medicina integrativa.

Sin embargo, “se está avanzando para incorporar otras 15 prácticas de autocuidado y de fortalecimiento de la salud. Dentro de estas últimas, se encuentran la terapia floral, el reiki, el biomagnetismo, la sonoterapia, la autoobservación neutroconsciente, el healing touch (o sanación con las manos), el arteterapia, la musicoterapia, la dramaterapia, la danzaterapia, el yoga, la meditación, el tai chi, el chi-kung y la sintergética”, comenta la Doctora Galanti.

Si bien el trabajo lleva años y aún queda mucho por hacer, la especialista, quien además trabaja en el Hospital Roberto del Río, destaca que entre los avances que se han conseguido está “el haber validado un registro nacional de medicinas complementarias, apoyar la instalación de mesas de trabajo regionales, formar parte de una red latinoamericana de medicinas complementarias, apoyar la incorporación de cursos de medicina integrativa en carreras de pregrado, conformar mesas de trabajo para elaborar orientaciones técnicas para un modelo de atención y gestión de Unidades de Medicina Integrativa, tanto en hospitales como en atención primaria de salud, y avanzar en la elaboración de una política nacional de medicinas complementarias”.

Entre estos logros, destacan las mesas de trabajo regionales, las cuales han tenido como  objetivo evaluar y saber cuál es la realidad local, trabajo que ya se hizo en Arica, Iquique, Atacama, Antofagasta, Viña del Mar, Rancagua y Osorno, con el fin de dejar mesas instaladas y una línea de trabajo que permita dar a conocer qué ocurre en las regiones.

El poder de las medicinas complementarias

Según el “Estudio sobre conocimiento, utilización y grado de satisfacción de la población chilena en relación con las Medicinas Complementarias/Alternativas”, realizado el año 2012 por el Minsal, las terapias complementarias más demandadas en ese entonces eran la acupuntura (19,1 %), la fitoterapia o el uso de hierbas (15,9 %), el biomagnetismo (14,1 %), el reiki (13,9 %), la homeopatía (11,6 %) y la terapia floral (11,4 %).

La penúltima Encuesta Nacional de Salud, en tanto, arrojó que al 84,8 % de los chilenos le gustaría recibir terapias complementarias en su consultorio u hospital y más del 70 % ha usado alguna de estas terapias.

Para Mónica Galanti, estas cifras y parte del auge que han tenido las medicinas complementarias se produciría porque la medicina tradicional se ha dado cuenta del vacío que existe en relación con la sanación del ser humano y que, a pesar de tener éxito en aumentar la sobrevida, se abandonan aspectos como la calidad de vida y el acompañamiento en momentos difíciles, como la muerte.

Por eso, comenta que “se ha hecho necesario buscar intentos de normativa y de integración de ambas miradas. Se ha observado un importante aumento de enfermedades crónicas, las que se asocian a un compromiso emocional y de los cuidadores de pacientes crónicos, los que también enferman, aumentando así los problemas de salud mental. Estos últimos también son muy frecuentes como consecuencia de nuestro estilo de vida. Estas son debilidades de la medicina oficial y es ahí donde los terapeutas de medicina complementaria pueden aportar. Y no quiere decir que una sea mejor que la otra, sino que el aporte que pueda hacerse desde cada paradigma es necesario para mejorar la salud del ser humano”.

Así como Mónica Galanti quiso ahondar en la medicina complementaria y formarse como terapeuta floral, son muchos los médicos que han decidido hacer un camino en la medicina integrativa, para lo cual han estudiado y se han acreditado con el fin de poder desempeñarse en el sistema público.

Sin embargo, en la actualidad, no solo los médicos están habilitados para trabajar en el sistema público. Existen muchos otros profesionales que tras formarse en alguna disciplina han hecho un camino en la medicina integrativa.

Una de ellas es Jacqueline Wigodski Sirebrenik, licenciada en Enfermería de la Universidad de Chile y Presidenta de la Agrupación de Enfermería Holística de Chile, quien explica que “el cuidado holístico es una filosofía. Es un método para garantizar la atención de todas las partes de un paciente. Las enfermeras holísticas son aquellas que reconocen y tratan a cada individuo de manera diferente. Tenemos miembros que trabajan en el sistema privado y en el público, tanto intra como extrahospitalario, y entre las terapias integrativas más usadas está la terapia floral, el reiki, la aromaterapia, la musicoterapia, los imanes y la cromoterapia, entre otras”.

Similar opinión mantiene Luis Pedreros, director y profesor de la Escuela Latinoamericana de Medicina China, quien explica que la medicina integrativa concibe al ser humano como un todo y no por partes.

Si bien Luis ya no trabaja en hospitales públicos, comenta que muchos de sus alumnos y ex alumnos están presentes en el sistema público de salud y también en clínicas privadas, lo que en 2016 se tradujo en más de 50.000 tratamientos, lo que permitió llegar a personas que no conocían este tipo de medicina o que no tenían la oportunidad de recibirla.

“Ya contamos con un gran número de personas del área de la salud que se han graduado y están trabajando. Incluso algunas han sido becadas por importantes clínicas privadas para estudiar y ya pueden ofrecer acupuntura a sus pacientes. Varios municipios se han abierto a incluir la acupuntura y el masaje tradicional chino Tuina en sus consultorios, con muy buenos resultados. La medicina china puede ser una muy buena herramienta terapéutica en una gran cantidad de enfermedades físicas, del sistema nervioso y de las emociones”, comenta Pedreros.

Pese a que hoy en día la medicina integrativa está a lo largo de todo Chile y en distintos tipos de recintos, poco a poco los centros se han abierto a incorporar distintas disciplinas en sus organizaciones.

Uno de ellos, que se abrió a la medicina integrativa hace no tantos años fue el Complejo Asistencial Dr. Sótero del Río, que durante 2015 partió con un piloto del programa.
“La Estrategia de la OMS sobre Medicina Tradicional 2014-2020”, evidencia que más de 100 millones de europeos utilizan actualmente la Medicina Tradicional y Complementaria; una quinta parte de ellos recurre regularmente a ella, y una proporción similar prefiere atención sanitaria que incluya la medicina tradicional china.

La Dra. Soledad Gutiérrez explica que entre las razones que tuvieron está el rápido crecimiento de las enfermedades crónicas no transmisibles, las cuales, a su juicio, no se podrán contener si siguen aumentando como hasta ahora.  Además, se motivaron por la llamada “crisis en salud”, en donde los pacientes buscan una atención más humanizada y una mejor relación médico-paciente, junto con los estudios que muestran el beneficio para la salud de algunas terapias.

Para escoger las terapias, se preocuparon de que estas estuviesen reguladas por el Minsal, o bien que hubiese estudios que mostrasen su utilidad en trastornos crónicos frecuentes, como la meditación y el yoga.

Para la Doctora Gutiérrez, se deberían considerar otras terapias en el sistema público de salud, las que deberían elegirse según las demandas de la población, la experiencia que se tenga en Chile en la aplicación de estas terapias y la evidencia científica disponible (posibles daños y beneficios). “En investigación, se requieren nuevos instrumentos que nos permitan medir estos cambios “no convencionales”.  Sin embargo, existen terapias como la meditación, el yoga y el tai chi con investigación seria y una amplia tradición detrás. Por otro lado, existen terapias de bajo riesgo y de mucha aceptación en la población que debieran considerarse, como el reiki, la aromaterapia y las flores de bach, por ejemplo, las cuales deben contemplarse siempre y cuando el Ministerio pueda certificar la calidad de los prestadores”, comenta Gutiérrez.

Si bien en Chile ya se han conseguido importantes logros en cuanto a la incorporación de medicinas complementarias en el sistema público de salud, siendo uno de ellos la entrada de Fonasa al sistema para las tres medicinas ya reguladas, aún queda camino por recorrer, sobre todo para seguir avanzando y regulando las medicinas complementarias a nivel nacional y así garantizar la calidad de los prestadores y el acceso al sistema.

Con esto, es de esperar que en un futuro cercano la medicina complementaria alcance el auge que ya tiene en Europa, donde a modo de ejemplo solo la industria de la medicina homeopática aumentó sus ventas en la Unión Europea de 590 millones de euros en 1995 a 930 millones de euros en 2005, lo que traspasado al documento “La Estrategia de la OMS sobre Medicina Tradicional 2014-2020”, evidencia que más de 100 millones de europeos utilizan actualmente la Medicina Tradicional y Complementaria; una quinta parte de ellos recurre regularmente a ella, y una proporción similar prefiere atención sanitaria que incluya la medicina tradicional china.

Similar situación se ha dado en Estados Unidos, donde los registros de los Institutos Nacionales de Salud señalan que más del 30 % de los adultos y alrededor del 12 % de los niños utilizan métodos de atención desarrollados fuera de la medicina occidental convencional.

Por ello, es de esperar que se siga avanzando en la materia y que cada vez más las personas puedan optar por estos tratamientos para restablecer la salud desde la integración de su ser.


Alejandra Vidal De la Cerda, 2018-05-01
Fuente: Mundo Nuevo







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