No hay tiempo y no hay espacio y no tenemos más remedio que
realizar que estamos conectados entre nosotros y con todo el cosmos porque esa
es nuestra naturaleza. De hecho, en esencia somos inseparables ya que somos creaciones
de la misma Mente que crea todo, estamos hechos con la misma sustancia y
compartimos los mismos materiales cósmicos. Somos su conciencia.
Esto es válido para una ameba, un cristal, una planta, un ser
humano, una estrella o una galaxia. Cada cual con sus características y grados
de complejidad pero compartiendo la misma naturaleza.
No existe una dimensión especial que en este momento pueda ser
concebida ni un lugar especial a donde ir, ya que todo es conciencia y la
conciencia lo abarca todo.
Cuando el tiempo es visto como “algo” capaz de ejercer alguna
influencia sobre ti mismo, puedes estar
seguro de que es una restricción auto-impuesta, porque el tiempo nació con tu
creencia errónea de que estás separado de la Mente que te creó.
El tiempo es sólo la medición de un sueño no realizado
Mide una separación. El tiempo es la medida de la disociación
de la mente. Para la mente unificada el tiempo (y el espacio) es cero.
Sin embargo, en la vida cotidiana parece permitirnos
funcionar, sirve como referencia, también parece darnos una idea o nos ayuda a
entender lo que describimos como el momento presente o el ahora. Aunque en
realidad lo que entendemos como momento presente o "ahora" no es
tiempo, ya que el tiempo no tiene medida, ni tampoco ninguna dimensión.
Podemos llamarlo momento de conciencia o experiencia
consciente. Un momento es la suma de varios eventos de consciencia. Esto es las
señales que llegan al nivel de tu consciente, bits de información que son el
resultado del procesamiento en los niveles subconscientes. Estos eventos son
como olas (ondas) de consciencia que generan una verdadera marea electroquímica
en el cerebro y un flujo de conocimiento.
Para un cerebro promedio cada momento o instante de
experiencia (conciencia del ahora) corresponde a unos 40 eventos conscientes, o
sea unos 2000 bits de información/segundo, procesados principalmente por las
neuronas de la corteza y el tálamo, y esa información es suficiente para crear
la aparentemente sólida realidad cotidiana. Bastante escaso si consideramos que
el cerebro en su totalidad procesa miles
de millones de bits de información por segundo.
Las mentes más desarrolladas, correspondientes a cerebros
mejor configurados, más inteligentes y eficaces en la generación de respuestas,
procesan más información por segundo y por eso se mueven más rápido o
anticipadamente, encontrando siempre respuestas, mejorando su adaptación: Son
modelos más evolucionados.
El error más común que cometemos es considerar al tiempo como
algo que transcurre, como si fuera una corriente que avanza, enganchando
inexorablemente un momento con el otro como si fuera una cadena.
Pero debes saber que este es solo el efecto de la memoria
residual y de las reverberaciones de la actividad eléctrica del cerebro. Esto
crea la ilusión de continuidad y aporta
“coherencia” a la realidad. Pero
se mueve lentamente y de manera previsible.
La composición de la realidad es como un film hecho de
fotogramas. Cada evento consciente es como un fotograma, pero a diferencia de
un film donde lo que se mueve es la película y se proyecta una imagen virtual,
la conciencia es la que se mueve y proyecta una realidad física.
Así se crea la historia personal y la cadena de recuerdos y
preocupaciones que te mantiene encadenado a una realidad particular.
Lo que mantiene la continuidad de tu realidad son tus
creencias
El tiempo no transcurre, siempre es presente, no puede ni
pasar ni extenderse porque expresa la naturaleza de lo que eres: conciencia
infinita, existiendo en todas partes y a cada momento.
La conciencia lo abarca todo.
No es ni vasta ni pequeña; simplemente es.
No puede ser concebida como una dimensión porque eso sería
limitarla. Por ser tan vasta es imposible para nuestra mente limitada poder
abarcarla. Intentar cualquier explicación, no es más que un juego para
entretener la mente y distraernos.
Sin embargo debes tener bien claro algo:
No hay tiempo, no hay espacio, no hay manera para nosotros de
estar separados porque somos parte de la misma conciencia, de la misma
imaginación de la Mente Creadora.
El Espíritu es la verdadera sustancia de todo y dentro de esa
totalidad se encuentran sus creaciones en diferentes niveles u octavas de
evolución, vibrando en los diversos planos, entre las altas frecuencias
(octavas superiores) de los cuerpos espirituales y mentales, hasta las más densas y físicas (octavas
inferiores) de la materia.
Cada plano tiene sus propias características, sin embargo no
son independientes ya que son escalas de vibración de la misma sustancia: la
Mente.
Los planos superiores incluyen a los inferiores pero no así a
la inversa. Es decir, la conciencia cósmica incluye todas las demás conciencias
incluida la del cuerpo físico, pero las bajas vibraciones del plano físico no
incluyen la conciencia de las dimensiones superiores. Y esto es porque es la
mente que crea la materia y no al revés.
Los planos superiores o fundamentales, no son físicos, no se
corporizan, se caracterizan por su alta frecuencia de vibración y elevadísima
energía. Los planos inferiores o físicos hacen masa, se corporizan, vibran a
menor frecuencia y poseen menor energía.
Por ejemplo: Las moléculas, cristales, y gases biatómicos
(CO2, etc), que forman la mayor parte del ambiente físico que nos rodea está
unido por enlaces químicos (iónicos o covalentes), que determinan las propiedades físicas y
químicas de la materia. Estos enlaces químicos, generados por una afinidad
eléctrica entre los átomos, se rompen con cierta facilidad, de ahí las
innumerables reacciones químicas y la transformación constante del mundo
material.
Pero si vas más allá del átomo y te acercas a los planos
fundamentales, mayor es la cantidad de energía implicada. La altísima energía
que desprende la fisión nuclear se utiliza en reactores nucleares y para hacer
bombas atómicas. Pero los físicos no pueden ir más allá de este nivel porque no
tienen la tecnología como para generar tal cantidad de energía, por más que
construyen enormes aceleradores de partículas, apenas raspan la superficie y
siguen sin comprender la verdadera naturaleza de esa energía.
El espacio que te rodea forma parte de tu ser
De hecho, la mayor parte de él se encuentra distribuida en los
campos de energía que rodean al cuerpo físico.
Tu cuerpo físico es una proyección de tus planos superiores,
es la parte más pequeña de tu existencia y la más limitada, aunque la más densa
y en apariencia “real”.
Existes tanto en el espacio que te rodea como en tu cuerpo
físico, pero precisas tu cuerpo para manifestarte en el plano físico, que es el
nivel de la experiencia consciente.
En nuestro nivel de evolución humana, la conciencia necesita
del cuerpo físico para registrar la experiencia.
Tu mente existe en todas partes, no conoce límites de espacio
ni de tiempo
La memoria no está guardada exclusivamente en el cerebro, sino
que está distribuida entre toda la red de conciencias, es no localizada y
atemporal, al igual que la información que el cerebro gestiona.
El ADN de tus células es una verdadera antena que capta y
envía información en múltiples dimensiones (que ni siquiera imaginamos) y
depende de su estado de vibración para crear una determinada realidad física.
Es como un dispositivo que capta y emite señales, traduce información y la
convierte en materia, crea los bloques de nuestra realidad física: proteínas y otras
moléculas que determinan la configuración física.
El ADN tiene inscripta la información codificada a lo largo de
su molécula en sitios llamados genes, que lejos de ser un código fijo e
inmutable, los genes expresan la información adaptándose al entorno, también
por resonancia, y además tienen una relación directa con la conciencia y en
particular con el corazón (que es la morada de la conciencia).
La energía del corazón aporta el fuego necesario para que el
ADN vibre en las frecuencias óptimas. La vibración del corazón, su fuerza,
ritmo y armonía, se transmite a todo el cuerpo, cada célula recibe la señal y
vibra resonando, pero el ADN tiene además la capacidad de resonar e interactuar
con campos de información en otras dimensiones.
Los sentimientos de alta vibración como el amor, la empatía y
la alegría hacen que el ADN se estructure de una manera ordenada, replegándose
en estructuras geométricas (dodecaedros), vibrando intensamente con ritmo y
armonía, activando muchas más zonas de su molécula, es decir, más información,
Esto, además de mejorar el funcionamiento del organismo, provoca una expansión
del campo de posibilidades y de las dimensiones del ser. Se amplifica la señal.
El miedo, el rencor y las bajas vibraciones, desorganizan al
ADN, su estructura se debilita, esto además del mal funcionamiento, favorece la
aparición de mutaciones y otros trastornos estructurales y funcionales. El
sistema se fragmenta. Los diferentes niveles, espiritual, mental y físico, se
estrechan. Se reduce la señal.
Mariano Giacobone
No hay comentarios:
Publicar un comentario