SOMOS LO QUE ABSORBEMOS: LA SALUD DIGESTIVA (PARTE 1)

 


En el mundo de la alimentación saludable es muy común encontrarnos con una cierta preocupación -o, incluso, obsesión- por el aporte de vitaminas y minerales, por tener la seguridad de que no falten el hierro, el calcio, la vitamina C… y eso está bien, ¡es importante!

Pero muchas veces no pensamos en cuánto de todo ello somos capaces de absorber. Y esto es también fundamental, porque es poco lo que cualquier micronutriente podrá hacer por nosotros si no consigue entrar en nuestro organismo. Hoy hablaremos del papel de las digestiones y de cómo puedes reforzarlas.

 

Para que los nutrientes que se encuentran en los alimentos puedan absorberse y realizar sus funciones orgánicas, es fundamental tener un sistema digestivo que sea capaz de, por un lado, descomponer ese alimento en sus partes ínfimas, es decir, de digerirlo, y, por otro lado, de transportarlo correctamente del lumen intestinal al medio interno.

 

Lo primero es digerir

La digestión es un proceso largo, que empieza cuando hueles ese alimento que estás a punto de comer. Allí ya empiezan a actuar los jugos que se encargarán de, poco a poco, ir “rompiendo” el alimento hasta convertirlo en sus partes más diminutas, que son las que se absorberán o se desecharán.

 

Las enzimas digestivas son las grandes protagonistas a la hora de digerir. Hay muchas, pero destacan las lipasas (encargadas de descomponer las grasas), las amilasas (trabajan sobre los azúcares) y las proteasas (ayudan a digerir las proteínas).

 

Las podemos encontrar en la saliva, los jugos gástrico y pancreático y también en las secreciones intestinales. Pero también podemos encontrarlas en los propios alimentos.

 

Es posible cuidar las digestiones de muchas maneras: alejando las bebidas de las comidas, vigilando con los alimentos crudos (que, aunque tienen más enzimas, suelen ser difíciles de digerir), espaciando las comidas para dar tiempo de trabajar y descansar al sistema digestivo y también tomando aquellos alimentos que favorecen nuestra propia producción de jugos y enzimas y que, por tanto, nos ayudarán a digerir mejor.

Especias: Como el jengibre, la canela o la cúrcuma. Todas ellas refuerzan el proceso digestivo, activando la producción de jugos digestivos, protegiendo la mucosa gástrica y ayudando al hígado a realizar una correcta producción de bilis, también clave para la digestión. Nada más fácil y delicioso que echar especias en nuestros platos.

Ciruelas o pasta umeboshi: Este alimento milenario tiene la capacidad de hacernos fabricar jugos gástricos y, por eso, una gran ayuda para conseguir una buena digestión es colocar un poquito (como un garbanzo) de umeboshi o pasta de umeboshi debajo de la lengua antes de comenzar a comer.

Granos germinados: Además de reducir la presencia de sustancias antinutrientes, los germinados son una excelente manera de aportar enzimas digestivas. Estas municiones de vitalidad son excesivamente fáciles de incluir en la cocina: dentro de una ensalada, sobre una tostada con aguacate o como topping de una crema de verduras o batido.

 

Cómo sé si estoy digirendo bien

Las malas digestiones suelen traer mucha sintomatología. Si después de comer sientes pesadez, somnolencia, ardor, hinchazón o malestar estomacal, es probable que no hayas hecho una buena digestión.

 

Reforzar tus digestiones es un primer gran paso para conseguir un correcto estado nutricional. Si tienes síntomas de malas digestiones, no lo dejes pasar porque, además de las molestias, podrías estar teniendo una malabsorción de nutrientes necesarios para tu salud.

 

El siguiente paso será conseguir una mucosa intestinal saludable, capaz de absorber los nutrientes y llevarlos al torrente sanguíneo. Pero de ello hablaremos en un próximo artículo. Stay tuned.

 

Pilar Rodrigáñez Riccheri – Dietista

 

Fuente: Sol Natural


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