Este hongo tiene
propiedades antitumorales, antibióticas, analgésicas, sedantes y
anti-inflamatorias, el Ganoderma Lucidum es considerado como guardián del
secreto de la longevidad y salud en las culturas orientales, ahora comienza a
popularizarse también en Occidente.
A partir de la década
del ochenta el reishi -nombre popular en Japón del Ganoderma Lucidum- y sus
compuestos derivados han sido objeto de un intenso estudio científico que demostró
la multiplicidad de sus posibles usos medicinales.
Los efectos preventivos
para mantener el equilibrio del organismo, la falta de contraindicaciones -lo
cual permite consumirlo en forma continua- y la multiplicidad de experimentos
realizados en animales y humanos con resultados positivos en diversos tipos de
afecciones, incluso en algunos tipos de tumores, lo recuperaron del ostracismo
que parecía tener en la medicina moderna.
Científicos bahienses
de la Universidad Nacional del Sur y del Laboratorio de Hongos comestibles y
medicinales del Centro de Recursos Renovables de la Zona Semiárida (CERZOS),
Argentina, se han dedicado a su estudio desde fines de los años noventa, Incluso
lo cultivan en forma experimental.
En un informe sobre las
propiedades de este hongo, la doctora Débora Figlas, de Argentina Investiga,
especificó que los principios bioactivos del reishi son responsables de muchas
de sus propiedades medicinales. Entre ellas, sus actividades como adaptógeno
(aumentar la capacidad del cuerpo de enfrentar situaciones), antibiótico,
anti-inflamatorio, hipocolesterolémico, nivelador de la glucemia sanguínea,
hipotensor y sedante. También responde como analgésico, hepatoprotector, tónico
renal y cardíaco, antitrombótico, antioxidante, retardante del envejecimiento
celular, antihistamínico, antialérgico, mejorador del sueño y antitumoral.
Según la doctora
Figlas, “Como antibiótico, refuerza la resistencia del organismo a las bacterias,
hongos, parásitos y virus, tanto directamente o en combinación con otros
medicamentos. Su uso no implica dejar de lado los tratamientos habituales para
las enfermedades, pero su consumo ayuda a mejorar el estado general”.
En Japón es conocido por
"Hongo espiritual", (reishi) u "Hongo de 10 mil años"
(Mannentake), mientras que en China y Corea lo conocen como "Hongo de la
inmortalida" (Ling Chi, Ling Chih o Ling Zhi).
Este hongo goza de una
especial veneración en Asia donde se lo ha utilizado en la medicina tradicional
china como un medicamento por más de 2.000 años, convirtiéndose en uno de los
hongos más antiguos de los que se tenga conocimiento hayan sido utilizados en
medicina.
El Ganoderma Lucidum es
rojizo, con sombrero arriñonado y, según la edad, posee poros blancos a
marrones. Crece como saprófito o parásito sobre una gran variedad de árboles y
se encuentra distribuido por todo el mundo, tanto en zonas templadas como
tropicales incluyendo Norteamérica, Sudamérica, África, Europa y Asia. Por su
sabor amargo y consistencia no se lo suele consumir en forma natural, sino como
polvo deshidratado en infusiones, en comprimidos o en extractos. Es uno de los
suplementos dietarios naturales más buscados para mejorar la salud en distintos
países. Figlas destacó que en Asia se lo consume de manera permanente ya sea
como infusión, té, café o en sopas.
“En los últimos años
han empezado a conocerse y difundirse sus propiedades medicinales en distintos
países, especialmente algunos europeos y de América del norte. El comercio de
sus derivados se ha incrementado notablemente, en concordancia con la creciente
tendencia mundial al consumo de principios alimenticios extraídos de
nutracéuticos, es decir, alimentos naturales con efectos beneficiosos para la salud”,
explicó la investigadora.
Figlas afirmó que los
compuestos del hongo tienen un efecto adaptógeno: sus principios activos
permiten aumentar la capacidad del cuerpo para resistir los efectos dañinos del
estrés y promover o restaurar el funcionamiento fisiológico normal; dentro de
este grupo se encuentran otros hongos como el “shitake” y el “maitake”. “A este
hongo se le reconocen más de 150 compuestos con actividad antioxidante”,
señaló.
“En los últimos 30 años
se han realizado numerosos estudios en varios países, tanto en animales de
laboratorio como en seres humanos, y se detectó que sus compuestos tienen
efecto sobre las células cancerígenas. Éstas tienen una multiplicación
acelerada anormal e imposible de parar, y se observó que estos compuestos
pueden circunscribir, limitar o inhibir el ciclo celular”.
“Por otro lado, podrían
inhibir la metástasis, es decir, el transporte de células cancerígenas hacia
otros lugares”, recalcó. Citó que además, “los polisacáridos actúan estimulando
el sistema inmunológico, movilizando a las células que se ponen en marcha ante
la invasión de un microorganismo extraño y, de esta manera, colaboran en la
lucha contra virus y bacterias”.
En algunos países de
Oriente el compuesto Ganoderan, obtenido a partir de este hongo, ya está
incorporado como fármaco dentro de sus legislaciones y Estados Unidos incorporó
el hongo y sus derivados como suplementos dietarios.
“Se ha utilizado en
regiones de China, Japón, Corea y Taiwán como medicina popular desde hace dos
milenios para tratar diversas enfermedades tales como hepatitis, hipertensión,
hipercolesterolemia y cáncer gástrico, y se cree que el consumo regular de
extractos del hongo preserva la vitalidad humana y promueve la longevidad”,
indicó la investigadora.
Los hongos absorben las
sustancias de las matrices en las que se desarrollan, por ejemplo, los
minerales del suelo. En la naturaleza,
estos hongos crecen sobre troncos de árboles muertos, contribuyendo a su
degradación biológica. En el cultivo artificial se preparan “troncos
sintéticos” embolsando diversos sustratos lignocelulósicos (material
estructural de la pared celular de las plantas) que los hongos usan como fuente
de nutrientes y crecen sobre los mismos para completar su ciclo biológico.
En la actualidad, el
Ganoderma se cultiva en forma artificial en más de 10 países, de los cuales
China ocupa el primer lugar en mayor producción -con unas 4.300 toneladas
anuales- y lo siguen Corea, Taiwán, Japón, Estados Unidos, Malasia, Vietnam,
Indonesia y Sri Lanka. En total, se consumen 6.000 toneladas por año.
Fuente: Argentina
Investiga/DICYT
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