Dejad que en vuestra
unión crezcan los espacios.
Y dejad que los vientos
del cielo dancen entre vosotros.
Amaos uno a otro, mas
no hagáis del amor una prisión.
Mejor es que sea un mar
que se mezcla
entre las orillas de
vuestra alma.
Llenaos mutuamente las
copas, pero no bebáis solo en una.
Compartid vuestro pan,
mas no comáis de la misma hogaza.
Cantad y bailad juntos,
alegraos, pero que cada uno de vosotros conserve la soledad para retirarse a
ella a veces.
Hasta las cuerdas de un
laúd están separadas, aunque vibren con la misma música.
Ofreced vuestro
corazón, pero no para que se adueñen de él.
Porque solo la mano de
la vida puede
contener vuestros
corazones.
Y permaneced juntos,
más no demasiado juntos:
Porque los pilares
sostienen el templo,
pero están separados.
Y ni el roble ni el
ciprés crecen el uno a la sombra del otro.
Kalil Gibrán
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