Nuestros pensamientos nos pueden enfermar
Una manera sencilla de
ver qué relación existe entre nuestro cuerpo y nuestros pensamientos es
observar lo que sucede con el estrés: tenemos dos sistemas de protección en
nuestro cuerpo: el sistema de protección externo, que nos defiende de lo que
sucede en nuestro entorno, y el sistema interno, que revisa lo que está pasando
en el interior de nuestro organismo.
Si veo a un tigre y si
veo a un antiguo jefe voy a responder de la misma manera, voy a tener la
reacción de luchar o arrancar, pero cuando no puedo pelear, porque no está
aceptado socialmente, y no puedo correr, porque... ¿hacia dónde arranco?
Entonces los químicos que produce el organismo comienzan a operar en nuestro
cuerpo pero no hacemos nada con ellos.
Todos los organismos de
la naturaleza están diseñados para el estrés agudo. Los seres humanos somos tan
inteligentes que podemos hacer que el pensamiento sea más real que cualquier
otra cosa, y, debido a que somos tan inteligentes, tenemos un banco de memoria
tan enorme que podemos anticiparnos a un evento que vaya a ocurrir, podemos
preparar la mente para futuras circunstancias y con ello encender la respuesta
de estrés solamente con el pensamiento.
Ahora, cuando
encendemos la respuesta al estrés y no podemos apagarlo, vamos encaminados a la
enfermedad, porque el cuerpo no va a lograr soportar un desequilibrio tanto
tiempo. Entonces sucede lo que llamamos ansiedad o desórdenes obsesivos
compulsivos, insomnio, depresión... Todas las enfermedades de adultos están
creadas por los químicos del estrés, y la redundancia de esos químicos activa
los genes que hacen que nos encaminemos a nuestro destino genético.
Si estamos movilizando
toda nuestra energía para el sistema de protección externo, no hay energía para
el sistema de protección interno, no hay energía para los proyectos de creación
a largo plazo, no hay energía para las reparaciones, el crecimiento y la
regeneración. Entonces, si dos células cancerígenas se juntan, toda la energía
se está movilizando para el sistema de protección externo, por lo que no hay
seguridad interna: se juntan estas dos células de cáncer y crecen, porque nadie
las revisa, porque nuestras tropas están siendo enviadas para otro lado. Es
como si supiéramos que viene un huracán a Santiago, ¿quién pensaría en
remodelar su cocina? Eso es exactamente lo que pasa en el cuerpo. No hay
energía para la reparación, no hay energía para proyectos de construcción a largo
plazo, y el sistema de protección interno, el sistema inmunológico, comienza a
sufrir.
Entonces, ¿los pensamientos pueden también sanarnos?
Si nuestros
pensamientos pueden enfermar ¿no pueden acaso mejorarnos también? ¿Podemos
encender nuevos genes y apagar los antiguos?
Cuando vivimos un
estado emocional siempre va a haber una brecha entre la forma en que se ven las
cosas y la forma en que realmente son. Esos químicos de supervivencia son los
que nos llevan a estados emocionales negativos.
Pero podemos cambiar la
forma en que funcionan nuestros cerebros, al interrumpir los programas normales
de cómo sentimos y pensamos. Al principio es muy difícil, porque no sabemos
cuán adictos estamos a nuestros estados emocionales, y nos volvemos adictos a
estos estados emocionales porque las emociones encienden el cuerpo para que
podamos sentirnos vivos y nos volvemos adictos a ese sentimiento. Así que la
persona a quien le da rabia, mantiene esa emoción en su vida para poder sentir
esa rabia, para poder sentirse viva.
Al hacer que nuestros
cerebros funcionen de manera diferente, estamos creando una mente nueva, y así
comenzamos a cambiar nuestro estado mental.
¿Qué es lo que ustedes
practican mentalmente todos los días? ¿Qué es lo que usted demuestra
físicamente todos los días? Porque lo que practicamos mentalmente, lo que
pensamos mentalmente todo el día, y lo que actuamos o demostramos físicamente
todos los días representa quiénes somos del punto de vista neurológico.
Ahora es el momento
La física cuántica dice
que el ambiente es una extensión de nuestra mente, entonces si realmente
cambiamos nuestra mente, ¿no debería aparecer algo totalmente distinto en nuestro
mundo? Deberíamos convertirnos en científicos y decir ya muy bien, conciencia
mayor y campo objetivo, campo cuántico, ¡ahora quiero una señal, quiero que me
indiques que he hecho contacto contigo y quiero que me lo muestres de manera
que me sorprenda, que me emocione, que me inspire, que no lo pueda predecir,
porque si pudiéramos predecirlo, no es nuevo.
La mayoría de nosotros
tomamos decisiones así: "mañana empiezo". Tenemos la intención, pero
el cuerpo no recibe la señal. Cuando nos decidimos y decimos "basta,
suficiente", ésa es la primera vez que el cuerpo recibe una señal. Cuando
lo hacemos, cuando verdaderamente cambiamos la mente, no es sólo de la mente,
es el ser.
Entonces tiene que
venir o llegar de una manera que sea mayor o superior a nuestro entendimiento,
que produzca un nuevo sentimiento de entusiasmo, que no deje duda alguna de que
ha venido de ti, para que sea cada vez más fácil aceptar que tú eres el creador
de tu propio destino.
¿Y cómo se hace?
Tenemos dos sistemas de
memoria: el declarativo y el no declarativo, el subconsciente.
Las memorias
declarativas son memorias explícitas: conocimiento y experiencia, hechos y
eventos, filosofía y experiencia, y cuando aprendemos algo nuevo, todo lo que
se ha aprendido queda aquí, programado en el neocortex, en el cerebro, y
empezamos a pensar en esto y a analizarlo y a reflexionar sobre ello y a
meditar sobre ello, al hacerlo vamos a organizar los circuitos en el cerebro.
Pero cuando finalmente
aprendemos la información, y la aplicamos, la personalizamos, la demostramos,
modificamos nuestra conducta, ahí si vamos a tener una nueva experiencia y esa
nueva experiencia va a crear una nueva emoción, y ahora tenemos dos cerebros
funcionando juntos, el cerebro pensante y el que siente. Tenemos mente y cuerpo
comenzando a unificarse.
El conocimiento es el
precursor de la experiencia. Cuando hacemos lo nuevo una y otra vez, activamos
este sistema de memoria no declarativo, subconsciente. Este es el sistema de
memoria implícito en el cual el cuerpo lo ha hecho tantas veces que ahora sabe
más que el cerebro, ahora se ha convertido en el cerebro. Aquí es cuando mente
y cuerpo están trabajando juntos. Aquí están nuestras habilidades, nuestras
conductas, nuestras reacciones emocionales, nuestros condicionamientos. Es
nuestra memoria asociativa y una vez que estamos ahí, en este estado del ser,
significa que mente, cuerpo y alma están trabajando juntos.
Una persona
intelectualmente puede declarar que quiere ser feliz, pero su ser está infeliz
porque simplemente es una habilidad que debe adquirir. Cuando la mente quiere
una cosa y el cuerpo quiere otra, no se responden nuestras plegarias, no
podemos cambiar.
La persona que
realmente quiere cambiar, si comenzara a volverse consciente y hacer que sus
pensamientos inconscientes, sus acciones inconscientes y sus sentimientos
inconscientes se vuelvan conscientes, comenzará a controlarlos, y si comienzan
a practicar este nuevo ser, de pensar a hacer, ese nuevo estado químico interno
que memorizó, ahora será superior a cualquier cosa en su vida externa.
El campo cuántico
responde a quién estamos siendo. El campo cuántico organiza los eventos, las
experiencias, para que vengan a nosotros y eso es lo bonito, la alegría de
estar vivo.
La neuroplasticidad
Tenemos tres cerebros
en uno: el pensante, el neocortex; el cerebro emocional, el que hace cosas, y
el del ser, el cerebelo. La posibilidad de conexiones de las neuronas en el
cerebro humano es mayor que la cantidad de átomos en el universo. Las neuronas
son tridimensionales, más o menos 100 mil neuronas caben en un grano de arena.
Aprender significa crear nuevas conexiones sinápticas entre ellas.
La neuroplasticidad es
la habilidad de cambiar el alambrado sináptico del cerebro. Al aprender
información y registrar experiencias y mantener un estado modificado del ser,
la plasticidad nos permite evolucionar nuestras acciones o modificar nuestra
conducta de modo que podamos hacer mejor las cosas en la vida.
Por el contrario, la
que yo llamo "neurorigidez" es el usar nuestras conexiones sinápticas
precableadas, es decir, memorias. Sin hacer nuevas conexiones, no se aprende de
la experiencia. Rigidez es procesar los mismos pensamientos, realizar las
mismas acciones y luego esperar que ocurra algo distinto, y eso, por supuesto,
es locura.
La mente es el cerebro
en acción, es el cerebro trabajando, un producto de la actividad del cerebro.
El lóbulo frontal es la base de nuestra voluntad, de nuestro aprendizaje, de
nuestra intención, atención, invención, especulación, toma de decisiones, es
como controlamos nuestra conducta, es como nos concentramos. Además es lo que
restringe nuestras reacciones emocionales. Es la parte más nueva y más
evolucionada del cerebro y del sistema nervioso, y es la parte más neuroplástica
de todo el cerebro.
Cuando el lóbulo
frontal trabaja correctamente nos permite que un pensamiento sea más real que
todo lo demás. Y esto es porque tiene conexiones a todas las partes del cerebro
y puede acallar todos los demás circuitos para que nada más se pueda procesar
salvo ese pensamiento. Así es como puede modificar nuestra conducta y combinar
todas estas redes neuronales dentro de nuestro cerebro para crear una nueva
idea.
¿Cómo lo logramos?
El proceso de
meditación es hacerse conocido, conocer el ser antiguo ara poder controlarlo y
luego practicar mentalmente este nuevo ser hasta que se nos haga conocido,
familiar. Esta práctica mental básicamente trata de pensar en quién queremos
convertirnos, quién queremos ser, es practicar una acción antes de hacerla. Es
imaginar ya realizada una nueva habilidad, es reproducir constantemente el
mismo nivel de mente a voluntad y debe hacerse todos los días para que se formen
estos nuevos circuitos.
Entonces uno va a decir
en su mente cómo pensaría una persona con la característica que queremos
adquirir, por ejemplo, una persona saludable. ¿Cómo pensaría una persona
saludable? ¿Cómo actuaría? Quiero ser y soy saludable. Y a medida que se
empieza a enviar esas señales a las neuronas, al principio hay un problema:
están todas esas otras neuronas que están disparando al mismo tiempo y dicen
"no eres saludable, ándate a dormir, empieza mañana, el doctor dijo que
vas a estar enfermo para siempre..."
Podemos insistir y
decir una y otra vez nuestro nuevo pensamiento, y cada vez más fuerte. El
proceso de hacerlo una y otra vez en forma repetida, con una férrea intención,
tarde o temprano se convertirá en una señal más fuerte, sólida, hacia las
células. Y una vez que ésta sea la señal más fuerte que llega a la célula, el circuito
va a tener que cablearse de manera permanente.
Sólo hay una cantidad
de factor de neurocrecimiento en el cerebro y la neurona comienza a robar el
factor de neurocrecimiento de las otras conexiones. Y a medida que empieza a
cablear permanentemente, comienza a sacar el pegamento de las que están a los
costados, y cuando pasa eso se van despegando, se va la memoria del doctor, se
va la de la flojera y se va toda esta sensación de no quererse a si mismo. Hay
ahora una sola señal a su cuerpo: soy saludable.
Podemos creer en el
futuro que no podemos experimentar con nuestros sentidos pero que hemos pensado
tanto en nuestras mentes que ya está mapeado en nuestro cerebro. Ahora cuando
apliquemos este nuevo paradigma con éxito, nuestro cerebro ya no será un
registro del pasado, sino que será un mapa hacia nuestro nuevo futuro. Vivir
según esta ley es vivir según la ley cuántica y la ley cuántica dice que
nuestro ambiente es una extensión de nuestra mente. Si cambiamos nuestra mente,
nuestra vida debería cambiar.
Por Dr. Joe Dispenza en
el seminario "El Poder de la Ciencia y Espriritualidad"
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