El caos ambiental y el cambio climático, en particular, no
son condiciones posibles de circunscribir a unos pocos factores por controlar,
tales como las emisiones de CO2.
Más allá de las
apariencias, de lo evidente a nuestros ojos, y de lo que es posible percibir
con nuestros sentidos, existe la realidad subyacente, que es un mundo de
relaciones.
Todos los problemas
personales, familiares, sociales y mundiales obedecen a la falta de comprensión
de que todos los seres y todas las cosas están unidas entre sí por enlaces o
conexiones no siempre evidentes. Es lo que en física cuántica se llama
entrelazamiento cuántico y que nuestro actual paradigma científico y social prefiere
no tomar en cuenta.
Así, la antigua ley
física newtoniana de causa y efecto, que a nivel personal y social se describe
en Oriente como karma, toma una dimensión más amplia y holística para nuestra
civilización.
El caos ambiental y el
cambio climático, en particular, no son condiciones posibles de circunscribir a
unos pocos factores por controlar, tales como las emisiones de CO2, por
ejemplo. Son muchas las variables en juego y, con toda probabilidad, no sabemos
la jerarquía ni el orden de los mismos. No importa con cuánta “ciencia” se
revista el problema, lo cierto es que no sabemos lo que sucede con el cambio
climático.
El problema no es el
clima ni el medioambiente, somos nosotros y la forma en que nos relacionamos
entre nosotros y con el medioambiente, al cual tratamos como si todavía
estuviéramos en el siglo XIX.
El cambio climático
obedece a causas naturales y a causas humanas y desconocemos el peso de ambas
variables, que ni siquiera se han medido. Parafraseando a Epicteto, hay que
preocuparse de las cosas que dependen de nosotros, y no de las que no tienen
relación con nuestros actos.
Todo cambio exterior
parte de un cambio interior, y ese es el verdadero activismo que permite poner
orden en los elementos de nuestra casa mundial, el oikos de los griegos, raíz
etimológica de la ecología y la economía, ambas fuertemente entrelazadas, aunque
para nuestra sociedad, aparentan no tener relación entre sí.
Si queremos un mundo
más amable, más armónico y más limpio, el cambio necesariamente debe partir por
nosotros mismos y por nuestra relación con el entorno. Las medidas externas no
solucionarán nada, pues no apuntan a la causa del problema, sino que solo se
centran en sus efectos.
Fuente: Mundo Nuevo
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