Despertar es una palabra
frecuentemente utilizada, y tiene muchos significados incluyendo lo que hacemos
cada mañana después de que hemos dormido. Cuando despertamos por la mañana lo
hacemos sin esfuerzo, simplemente ocurre. Nos despertamos debido al ruido, o
sencillamente porque hemos dormido lo suficiente. Esta es una maravillosa
metáfora para el despertar espiritual.
El despertar espiritual viene a
nosotros no como un efecto lineal de nuestros esfuerzos por seguir nuestra
religión, por tratar de ser el tipo correcto de persona o por tratar de estar
espiritualmente despiertos. Todo esto es, en cierto modo, una extensión de
nuestros sueños. El despertar espiritual puede llegar tan fácilmente a nosotros
gracias al ruido de un mundo perturbador o simplemente por haber estado
dormidos lo suficiente en nuestros sueños de separación y sufrimiento. Al
despertar descubrimos que antes y después de lo que ha sido el contenido de
nuestro sueño, lo que siempre hemos sido es algo que esta mucho más allá de
nuestra previa imaginación.
Vamos a examinar lo que podría significar
ese ruido perturbador que nos conduciría hacia el despertar espiritual. ¿Podría
ser el tipo de ruido que viene de dentro de nuestros propios seres ― de
nuestros corazones sintiéndose insatisfechos con nuestras vidas actuales?
¿Podría venir de nuestra renuencia a conformarnos con las satisfacciones poco
profundas del mundo material ― del inquietante discernimiento de que estamos
aquí para un propósito más elevado? ¿Podría venir de un anhelo de satisfacer
eso? Este es el tipo de ruido que aumenta cuando escuchamos las noticias de
cada día sobre los acontecimientos actuales en el mundo. Frecuentemente nos
sentimos tan profundamente perturbados por las particularidades de la condición
humana y los problemas críticos de la vida moderna. ¿Cómo podemos aceptar este
mundo tal y como es? ¿Cómo podemos resolver sus problemas con ecuanimidad y
compasión?
Hay una declaración de los Ancianos
Hopi que ha circulado durante mucho tiempo que termina con la revelación
"Nosotros somos aquellos a los que hemos estado esperando". Nos dicen
en términos inequívocos que nuestra generación actual es la que marcará la
diferencia en el mundo y que ya no podemos buscar en el futuro la resolución de
nuestros anhelos espirituales. Al mirar al mundo y ver cómo es actualmente, nos
preguntamos, ¡¿cómo podría ser eso cierto?! ¡Tiene sentido si consideramos el
ruido de la situación mundial como una fuerza despertadora! ¡Este ruido es tan
eficaz como si nuestro vecino hubiera puesto su música favorita a todo volumen
a las 5 de la mañana!
Por lo general, cuando reflexionamos
sobre los incomprensibles problemas del siglo XXI, por costumbre queremos
tratar de arreglar las cosas externamente. Queremos alimentar a los
hambrientos, curar a los enfermos y corregir los errores en el mundo exterior y
a una escala masiva, si es posible. ¡Pero entonces nos damos cuenta de lo que
se ha logrado haciendo eso a través de pasados esfuerzos! La gente se las
arregla para hacer algo bueno, pero jamás llega hasta la raíz de los problemas
que parece estar en algún lugar en el núcleo de la naturaleza humana. También
muchas veces podemos ver que nuestra solución a un problema simplemente conduce
directamente al siguiente problema que necesita ser resuelto. Tomemos como
ejemplo la invención de armas defensivas cada vez mejores para protegernos a
nosotros mismos o la maravillosa capacidad de calentar nuestros hogares con
combustibles fósiles.
Arreglar las cosas externamente es un
hábito muy bien establecido a la hora de lidiar con nuestros problemas que
proviene de una postura en la vida centrada en la mente (ego-céntrica). Nuestro
sentido de quiénes somos basado en el pensamiento hace que solo consideremos
soluciones a nivel superficial para problemas mundiales que en realidad son
mucho más profundos. Los problemas que nos presenta nuestro mundo se pueden
satisfacer más eficazmente en el nivel de su origen, por debajo de la
superficie. Podemos mirar hacia lo que llama nuestra atención acerca de
nosotros mismos. Cada perturbación de nuestra paz mental es un indicador hacia
la resolución interna de algo que perturba nuestros propios corazones. De esta
manera, los disturbios de la vida pueden ser vistos como una parte de la fuerza
del despertar diseñados por la vida para eso. Abordar los asuntos del mundo (o
los asuntos personales) internamente, de ninguna manera obstaculiza nuestra
capacidad de ofrecer un servicio concreto cuando sea necesario (como dar de
comer a los hambrientos). No es una cuestión de "lo uno o lo otro".
Buscar internamente la resolución es simplemente añadir otra dimensión a la
conciencia de nuestra situación, y esto abre las posibilidades de lo que pueda
suceder.
Cuando nos sentimos perturbados por
algún dilema o problema o cuando nos enojamos por la forma como es el mundo,
podemos ahora preguntar ― ¿en qué forma interna de ser me está pidiendo este
problema que ponga mi atención? Seguimos el rastro de nuestra atención hacia
dentro, accediendo a nuestras profundidades donde encontramos la totalidad de
la naturaleza humana, no solo las partes que creemos que deberían estar allí.
El rastro de nuestra atención nos lleva inevitablemente a las raíces de
cualquier tendencia humana. Descubrimos que en nuestros corazones sabemos cómo
llegó hasta aquí la situación que nos provocó ― porque es parte de lo que somos
en ese lugar interior de unidad. Es una parte que nos hubiera gustado rechazar.
Aquí podemos encontrar todo aquello que pensábamos que nos gustaría sentirnos
enojados en la escena mundial. Los problemas mismos nos sirven para llevarnos a
ser conscientes de esas partes en nosotros, y si estamos dispuestos, a la
oportunidad de sentir lo que hay en nuestros propios corazones, detrás de la
manifestación exterior en el mundo que fue lo que nos provocó. ¡Debemos sentir
estas cosas para sanar sus formas externas! Si rechazamos las cosas externas
con nuestra ira y juicio, y nos decimos que nosotros tenemos razón y que otros
están equivocados, estamos reforzando solamente lo que rechazaríamos. Es solo
sintiendo e incluyendo todas las cosas que previamente habríamos juzgado ―que
es sentir e incluir todo de nosotros mismos― que nos liberamos de ellas.
A menudo, nuestras religiones y
tradiciones espirituales nos han dicho que debemos perdonar. ¿Podría ser esto
lo mismo? Tengo la sensación de que se trata de lo mismo en un sentido muy
profundo. Llegamos a ser capaces de perdonar cuando encontramos la cosa o
persona que necesita perdón en nuestros propios corazones, y nos encontramos
allí con ella con compasión. ¡En última instancia, es cuestión de perdonarnos a
nosotros mismos! En ese punto de conexión, descubrimos que perdonar a otros y
perdonarnos a nosotros mismos es lo mismo. Todo aquello que encontramos difícil
de perdonar en nuestra experiencia externa, está conectado directamente con una
parte en la que nosotros mismos necesitamos atención y compasión. Intentar
arreglar o cambiar el comportamiento externo de otras personas sin conectarnos
internamente primero, nunca esperemos alcanzar la conexión profunda a través
del corazón que nos ofrecen las oportunidades de las experiencias externas.
Nuestros juicios acerca de la visión
limitada de nuestro mundo y de la mente están siendo superados. La realidad más
amplia de lo que realmente somos es lo que el despertar espiritual trae a la
vida. Cuando hemos dormido lo suficiente, naturalmente estamos listos para
entrar en una nueva conciencia de nosotros mismos y de nuestro mundo. A menos
que estemos dispuestos a observar complacientemente la contaminación, la
violencia, la pobreza, el hambre, la injusticia y todo lo demás, nos sentimos
motivados por la vida que está en nosotros para abordar esas cosas. No debemos
pensar, sin embargo, que la actividad exterior es todo lo que podemos manejar,
porque nuestra capacidad de cambiar el mundo exterior de la forma es muy
limitada. Seguir el camino de la capacidad de respuesta interna puede ser mucho
más poderoso que nuestras acciones externas de arreglar las cosas. A través del
portal de la conectividad con nuestro mundo mediante nuestros propios corazones
humanos, podemos relacionarnos íntimamente con cualquier problema que
enfrentemos en nuestra experiencia de vida. Podemos encontrar las raíces de la
perturbación que causan, en lo profundo de la fuente de nuestra propia
humanidad, y encontrarnos con ellas allí en paz. Podemos llegar a un acuerdo
con ellas dentro de nosotros mismos.
A medida que nos liberamos
internamente, entonces actuamos externamente o no, como nuestra situación lo
permita, y nuestras acciones entonces llevan una energía diferente. Nos hemos
encontrado con el supuesto "enemigo" interiormente y ya no hay
necesidad de que cargemos con la ira o la culpa como si fueran un palo para
defendernos de nuestro enemigo externo. Ahora estamos en esto juntos, y ahora
hay una manera diferente en la que nuestras acciones son aceptadas por aquellos
que de otra manera se hubieran opuesto a nosotros.
Sin los procesos internos que
fabrican el enemigo, no nos veremos confrontando enemigos externos ni con la
necesidad de que cambien para que nosotros nos sintamos en paz. En vez de eso,
nos daremos cuenta de que las personas que tienen diferentes ideas que las
nuestras amplían nuestro sentido de ser, enseñándonos la magnitud del Uno que
es lo que realmente somos. Todo está incluido en ese Uno. Nada está excluido.
Aún seguiremos haciendo lo que podamos cuando una vía se abra para nosotros,
pero lo hacemos con una energía nueva y unificadora, infundiendo vitalidad en
nuestras acciones, y haciendo que todo a nuestro alrededor se mueva hacia el
despertar a su propia manera y en su propio tiempo.
© 2007 Alice Gardner
(Traducción de Tarsila Murguía)
Fuente: Trans4mind Personal
Development
Fuente: No-Dualidad
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