Todos sabemos que el oxígeno es vital
para nuestra salud, en cambio vivimos tan apresurados que nos olvidamos incluso
de respirar, y eso pasa factura a nuestro organismo, a nuestras emociones y a
nuestra energía vital.
¿Por qué es tan importante la respiración?
Cada vez que respiramos, tiene lugar
un intercambio de gases entre el organismo y nuestro entorno. Cuando inspiramos
o inhalamos introducimos oxígeno (O2) en nuestro organismo (además de
nitrógeno, sulfato, vapor de agua, ozono, humo, polvo...) y cuando exhalamos o
espiramos devolvemos al entorno dióxido de carbono (CO2) y otras sustancias de
desecho que habíamos inhalado.
Respiramos aproximadamente 20.000
veces al día, y cada vez que lo hacemos, en cada inhalación, introducimos un
21% de oxígeno.
El Oxígeno pasa a nuestro torrente
sanguíneo a través de los alveolos pulmonares y los glóbulos rojos
(hemoglobina) transporta el oxígeno hacia el corazón. Desde el corazón, la
sangre rica en oxígeno se bombea por las arterias repartiéndose por todos los tejidos
del organismo.
El organismo no puede almacenar
oxígeno, por eso es tan importante respirar continuamente.
El oxígeno es vital porque entre
otras cosas convierte los nutrientes en la energía (ATP) necesaria que actúa
como combustible de nuestro organismo ya que interviene en la reproducción
celular y el funcionamiento de nuestros órganos y tejidos.
El Dióxido de Carbono es un producto
de deshecho resultante de la actividad celular. Es transportado en la sangre
por las venas hasta el corazón, desde donde se bombea a los pulmones para salir
al exterior en cada exhalación.
El organismo debe eliminar el exceso
de dióxido de carbono. El dióxido de carbono interviene regulando el equilibrio
del PH de la sangre y una ligera alteración en el PH de nuestra sangre puede
suponer enfermedad o incluso una amenaza para nuestra vida.
Respiración inconsciente
La respiración es tan importante para
nuestra vida, que nuestro organismo está programado para respirar de modo
inconsciente.
El problema es que cuando respiramos
de modo inconsciente durante el día, el ritmo acelerado que llevamos acelera
también el ritmo de esta respiración inconsciente, y el resultado es que
respiramos más veces pero de manera entrecortada. Es decir, sin darnos cuenta
realizamos respiraciones cortas, que hacen que inspiremos y espiremos “a
medias”. De esta manera los pulmones no se llenan correctamente, nuestra caja
torácica apenas se ensancha y nuestro diafragma apenas se mueve.
Este tipo de respiración rápida y
entrecortada es una respuesta “programada” en nuestro organismo para la huida,
la lucha y como respuesta al miedo.
Una respiración de este tipo,
deficiente, provoca una mala oxigenación, y por lo tanto un mal funcionamiento
de nuestras células, tejidos y órganos. Además, este tipo de respiración
intensifica la sensación de ansiedad y estrés y suele producir jaqueca, dolor
de estómago o tensión.
Respiración consciente
Debemos intentar respirar de forma
consciente, es decir, ensanchando nuestra caja torácica al máximo y haciendo
intervenir a nuestro diafragma de manera consciente. El diafragma es un músculo
que se encuentra justo debajo de los pulmones, en la respiración consciente lo
curvamos para acompañar y facilitar el movimiento pulmonar. De esta manera los
pulmones se llenarán y vaciarán correctamente y conseguiremos un buen volumen
de oxígeno en sangre, a la vez que mantendremos su equilibrio de PH (gracias al
equilibrio de CO2). Los bebés y niños pequeños respiran abdominalmente, por eso
cuando les observamos detenidamente vemos como se “infla” su zona abdominal, lo
que nos dice que están utilizando su diafragma.
La respiración consciente, abdominal
o diafragmática, mantiene oxigenada la sangre y nuestros tejidos, entre ellos
la piel, donde se puede ver reflejada perfectamente la calidad de nuestra
respiración.
Este tipo de respiración consciente
también mejora la circulación y regula la presión sanguínea, a la vez que
ralentiza el ritmo cardíaco. Todo esto provoca un buen funcionamiento de los
órganos y una sensación de calma y lucidez.
Cuando nacemos sabemos respirar
correctamente, pero con la edad y los malos hábitos vamos empeorando nuestra
forma de respirar.
Prestando atención a nuestra
respiración podemos retomar los buenos hábitos, pero en cualquier caso, el
Yoga, el TaiChi, el ChiKung o la Meditación son una guía extraordinaria para
enseñarnos a respirar adecuadamente de nuevo y conseguir así serenidad y un
organismo sano y equilibrado.
Fuente: El Herbolario
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