A nadie le gusta que le digan que no
tiene libre albedrío. Y, sin embargo, mira el estado del mundo en nuestros
tiempos. El mundo está al borde del desastre, y es donde ha estado durante
muchos años, crisis tras crisis.
La pregunta, la gran pregunta,
permanece: ciertamente el ser humano tiene una gran inteligencia, y se supone
que tiene libre albedrío, entonces… ¿por qué no ha sido capaz de combinar su
inteligencia con su libre albedrío para hacer del mundo un lugar mejor?
También hay otro aspecto. Hay muchas
personas inteligentes, líderes en sus respectivos campos, que se interesan
mucho por conocer su futuro. Si realmente creyeran en su libre albedrío, ¿por
qué estarían tan interesados en la astrología y en fenómenos similares?
“Cada organismo reacciona según las
características naturales con las que ha sido programado.”
Si reflexionas a lo largo de estas
líneas, la única conclusión razonable a la que llegarás es que el ser humano ha
estado actuando así porque no tiene control sobre sus pensamientos y emociones.
Lo que considera sus acciones son, de hecho, únicamente reacciones del
organismo individual ante un impulso externo: un pensamiento que ocurre, un
suceso que ve, o tal vez lo que oye.
Cada organismo reacciona según las
características naturales con las que ha sido programado: físicas, mentales,
intelectuales y temperamentales.
Otra dificultad para aceptar
verdaderamente esto es el argumento de que conduce a una actitud “fatalista”.
El argumento fatalista da lugar al planteamiento siguiente: “Si no me siento
motivado por los frutos de mi acción y, evidentemente, si no tengo libre
albedrío sobre mis acciones, ¿por qué debería trabajar en absoluto?”
“El no-hacer volitivo también es un
hacer.”
La respuesta es asombrosamente
simple: no vas a poder permanecer inactivo durante mucho tiempo porque la
energía de tu organismo te obligará a actuar, a actuar de acuerdo con las
características naturales de tu organismo.
En otras palabras, actuar o no actuar
es algo que no está bajo tu control.
La esencia de la comprensión
definitiva es el hecho ineluctable de que el ser humano individual, como tal,
no tiene y no puede tener, ninguna volición. Carece completamente de libertad
de elección y de acción independientes, por la simple razón de que el ser
humano no es una entidad autónoma.
Es meramente una parte infinitesimal
de la totalidad de la manifestación. El hecho de que el ser humano pueda ver,
oír, etc., a través de sus sentidos se debe meramente a que ha sido dotado de
la capacidad de sentir. Y el hecho que pueda pensar se debe exclusivamente a
que, además, ha sido dotado de intelecto.
“Actuar o no actuar es algo que no
está bajo tu control.”
Sabiendo que no puede vivir según su
voluntad o volición, que de hecho está “siendo vivido” (como instrumento de la
Totalidad), también conoce la futilidad de las “intenciones”.
Absteniéndose de la volición, un
hombre sabio permanece libre de ansiedad y desdicha, porque trasciende la
conceptualización que es la base de la volición y de la intención. Sabiendo que
está siendo vivido, transciende tanto la acción volitiva como su contraparte,
la no-acción volitiva: el no-hacer volitivo también es un hacer.
Por este motivo, un hombre sabio se
dedica a sus asuntos de la manera habitual sin ninguna intención, sin ningún
sentido de estar haciendo.
Sólo el concepto “yo” puede tener
intenciones. Así, la ausencia de volición en el caso de un hombre sabio no
significa inacción fenoménica sino ausencia de acción volitiva (positiva o
negativa), porque el “yo” y su intención están totalmente ausentes.
Extracto de: La sabiduría de Balsekar
Fuente: Ser LibreMente
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