Prácticas y sugerencias basadas en la
experiencia de una antigua sabiduría, de la mano del maestro Mark Stephens
Las investigaciones desde el campo
científico han propuesto diversas vías para disminuir los síntomas concretos de
los trastornos del sueño, algunas basadas en tratamientos con somníferos. Pero
últimamente han puesto en la mira los aportes del yoga, y son ya demostrables
sus beneficios ante el estrés, la ansiedad y la depresión, factores causantes
de aquellos. Por eso, aportaciones como las realizadas por maestros como Mark
Stephens arrojan más fundamentos para el tratamiento de este problema, apoyados
en la neurociencia y el conocimiento de la práctica yóguica en sí misma.
En “Yoga para dormir mejor”,
publicado por Sirio, Stephens apuesta en primer término por comprender en mayor
grado la naturaleza del sueño, que a pesar de aparentar ser un estado unitario
en realidad destaca por su variedad. Aquí se incluyen las tres fases del sueño:
vigilia, con movimiento ocular rápido (REM) y sin movimiento ocular rápido
(NREM).
Al mismo tiempo, señala qué dicen en
este capítulo las enseñanzas del yoga, en particular las contemporáneas, que
indagan con profundidad las fases del sueño y la consciencia, como el yoga
Nidra. Destaca, eso sí, el hecho llamativo de que nuestra consciencia más clara
florece “no en los estados delirantes que experimentamos en los sueños, sino al
estar completamente despiertos con nuestros sentidos sintonizados con todo lo
que pueden absorber”.
También recuerda que el objetivo
fundamental del sueño es la renovación de las funciones cerebrales que afectan
distintas áreas de la vida cotidiana, como son la capacidad de pensar con
claridad y atención enfocada; la capacidad para integrar nueva información y
recordar lo aprendido; el equilibrio emocional y la flexibilidad, además de las
habilidades motoras óptimas.
Mark Stephens y la portada de “Yoga
para dormir mejor”.
En cuanto a la naturaleza de los
trastornos del sueño, Stephens detalla los diversos males de los que tanto la
neurociencia, como la medicina del sueño y la psiquiatría vienen investigando y
ofreciendo información especializada.
Paralelamente presenta lo que desde
el yoga se tiene en cuenta, esto es la interacción de las fuerzas físicas,
mentales y emocionales que pueden provocar o exacerbar dichas alteraciones,
especialmente el insomnio, incorporando “la perspectiva psicosomática de la
memoria encarnada”.
Así, menciona las kleshas
(aflicciones mentales), samskaras (patrones de comportamiento mental arraigados
profundamente) y gunatrayas (tendencias energéticas). -
Llegados a este punto, Stephens
aborda la otra cara de la moneda: el buen dormir. Y el primer peldaño en esta
escalera al cielo es la comprensión de las posibles causas que lo impiden, que
implica una indagación apreciativa, a cargo de un profesional o a través de la
autoindagación y un autoestudio. Para ello ofrece preguntas que conforman un
diario de sueño (con datos del estilo “qué hizo que te despertases por la
mañana”) y también un registro donde apuntar horas de cuándo nos acostamos y
levantamos, horas de sueño, etcétera.
Y lejos del ámbito del yoga, pero que
se hace eco de su pensamiento clásico, otra herramienta útil para el insomnio:
la terapia cognitivo-conductual, cuyo objetivo, entre otros, es el cambio de
creencias y actitudes (en yoga: kleshas y yamas y niyamas). En concreto, por
ejemplo, estrategias para poder vincular positivamente la cama con el sueño:
Acostarnos solo cuando tengamos
sueño.
En caso de no lograr dormir en los
primeros 20 minutos o al despertarnos durante la noche, salir de la cama hasta
que nos entre el sueño nuevamente.
A la mañana, despertarnos y
levantarnos siempre a la misma hora.
Y no más de media hora de siesta
(quienes se lo pueden permitir).
En cualquier caso, las horas
recomendables para un sueño saludable son entre 7 y 8 horas.
La crítica que matiza esta mirada
terapéutica es que “en lugar de domesticar la mente”, se podría enfatizar mucho
más en el cambio de las condiciones que causan estrés y angustia mental o
emocional.
Postura del niño (Balasana).
Postura del niño
Pero antes de caer sobre el colchón,
otros consejos que no por sabidos y reconocidos dejan de ser importantes. A
saber: dejar de comer antes, tres o cuatro horas si es posible, y no picar
nada, evitar luces brillantes dos horas previas, también los sofás cómodos
cerca de la televisión para no quedarnos dormidos allí mismo, apagar todas las
pantallas con luz LED una hora antes, tampoco nada de alcohol, y practicar
yoga, una secuencia básica que entre otros elementos podemos citar los
siguientes:
Practicar dos horas antes de ir a la
cama, y cuanto más cerca de la hora de acostarse, mejor. O cuando nos
despertamos en mitad de la noche y no conciliamos pronto, de nuevo, el sueño.
Pranayamas (ejercicios
respiratorios), en especial los llamados ujjayi y sama y visama vrtti.
Posturas: algunas de ellas, la del
niño (Balasana), de la puesta de sol (Paschimottanasana), de las piernas
elevadas contra la pared (Viparita Karani).
Meditación con respiración consciente
para acallar la mente.
Stephens no olvida otros casos en los
que el buen dormir es una necesidad vital, como los de depresión y letargo,
apnea del sueño, o también para jóvenes y adultos mayores. Ejercicios y
recomendaciones se suceden progresivamente, así como numerosas sugerencias para
quienes tienen desfases horarios por cuestiones laborales.
Sin duda, un compendio para tener en
la mesita de noche para que nos ayude a disfrutar plenamente del descanso que
merecemos y tanto necesitamos.
Alejandro Ferro
Fuente: Tu Mismo
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