Teniendo en cuenta que la sal es uno
de los elementos más utilizados en nuestra dieta, y también uno de los más
difíciles de expulsar, deberíamos prestar atención a la calidad de la sal que
consumimos.
También debemos considerar que
nuestro organismo solo es capaz de expulsar el 50% (aproximadamente) del
cloruro sódico que ingerimos, necesitando más del doble de agua para ello. El
cloruro que no es capaz de expulsar nuestro cuerpo es almacenado y cristalizado
de nuevo, y dependiendo de nuestra salud o edad puede producir fallos en
nuestro organismo como cálculos renales, problemas en las articulaciones,
hipertensión, retención de líquidos, cúmulos de adiposidaes, gota, celulitis,
etc… Por otro lado la sal es imprescindible para nuestra vida, ya que regula y
mantiene el equilibrio de la cantidad de agua en nuestro organismo (equilibrio
hídrico), entre otras funciones.
La sal desde un punto de vista
energético, es la unión de iones positivos y negativos (cationes y aniones),
que guardan equilibrio y forman cristales que disueltos en agua conducen la
electricidad. Esta es una de sus propiedades más valiosas, ya que teniendo en
cuenta que nuestro cuerpo es en gran parte agua, y es recorrido por energía que
lo mantiene equilibrado y funcionando correctamente, la conductividad
energética de la sal que ingerimos es muy importante para mantenernos sanos.
Entre otras cosas, interviene en la propagación de nuestros impulsos nerviosos,
ya que son impulsos eléctricos.
Existen varios tipos de sal, flor de
sal, sal gris, sal ahumada, sal marina, gruesa, refinada,etc…
De todos los tipos de sal, la sal de
mesa común refinada es la peor para nuestro organismo. Proviene de la sal
marina, pero no mantiene su composición química natural, ya que para refinarla
la tratan con elementos químicos que varían sus propiedades, y la somenten a
una alta temperatura que altera definitivamente su estructura química natural.
Los elementos naturales de la sal, han quedado reducidos en este caso a 2
prácticamente: cloro y sodio.
Una alternativa natural y saludable a
la sal convencional es la sal de roca, sal rosada, o sal cristalina del
Himalaya.
Proviene de yacimientos al pie del
Himalaya, donde la sal marina cristalizó hace aproximadamente 250 millones de
años, en la era secundaria cuando allí existía un gran océano, y allí ha
permanecido fosilizada hasta nuestros días. Es una de las sales más ricas y
especiales de las que podemos disfrutar, ya que guarda toda la pureza como
ningún otro alimento, es muy rica en minerales y oligoelementos sin ninguna
alteración ni proceso de refinamiento posterior, y guarda unas propiedades
energéticas excepcionales. Contiene 84 elementos que se encuentran en nuestro
organismo, y los mismos que se encontraban en el 'mar primitivo'. Algunos
estudios biofísicos hablan de 'Sol Líquido', refiriéndose a la disolución de
estas rocas de sal en agua, ya que han determinado que tiene una capacidad
extraordinaria para almacenar energía fotónoica (del sol), y que su red
cristalina contiene quantos de luz desde hace miles de años.
Algunas de sus características
especiales se deben a su antiguedad y pureza (no contiene contaminantes
medioambientales ni añadidos químicos), su extracción manual y su proceso de
lavado (sin temperaturas altas), a su estructura cristalina perfecta, gracias a
la cual esta sal no necesita absorbentes de humedad (como otros tipos de sal
común), ya que guarda siempre su 'soltura', y sus elementos minerales que
mantienen el equilibrio energético y químico de nuestro organismo.
Contiene oligoelementos que el cuerpo
necesita pero no produce, es decir, necesita ingerirlos. La sal del Himalaya es
muy rica en calcio, hierro, magnesio y potasio. Su color rosa anaranjado
proviene del hierro.
Al utilizar sal de mejor calidad y
pureza, no solo evitamos los problemas que derivan normalemente de un alto
contenido de cloruro sódico, retención de líquidos, adiposidades,
obstrucciones, piedras y cálculos… sino que lo mantenemos hidratado y nutrido
gracias a sus oligoelementos, ayudando al equilibrio de minerales en el
organismo y favoreciendo el flujo energético y los impulsos eléctricos
neuronales. Cuando ingerimos sal refinada de mesa, el cuerpo tiene que hacer un
sobreesfuerzo para eliminar su exceso o almacenarlo, cuando ingerimos sal de
roca del Himalaya, no estamos consumiendo una alta concentración de 2
elementos, sino un conjunto de 84 elementos en baja concentración y perfecta
cristalización, por lo que el organismo los 'administra' (metaboliza) con más facilidad
y los aprovecha mejor.
Al restaurar el equilibrio líquido
del organismo, ayuda en múltiples problemas del organismo, ya que cuanto mejor
es nuestra circulación, mejor funcionan los órganos, más cantidad de oxígeno
llega a nuestros músculos y articulaciones, mejor hacemos la digestión, y mejor
eliminamos las toxinas.
La sal del Himalaya se puede comprar
directamente en rocas, que se suele utilizar para hacer soluciones de agua y
sal (salmuera), para beber directamente o cocinar, o incluso para tomar baños
de agua con sal, vertiendo un par de rocas en el agua.
Se puede comprar en cristales más
pequeños, pero aún así necesitaremos un molinillo (de café o pimentero), si
queremos utilizarla para cocinar, ya que se disuelve más lentamente que la sal
convencional.
Fuente: El Herbolario
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