Charla con el Dr. Bruce Lipton
¿Qué tienen que ver tus células con
el amor? La biología molecular y el romance parecen compañeros de cama
improbables, pero de acuerdo con el Dr. Bruce Lipton, un biólogo celular, autor
del bestseller «La Biología de la Creencia» y ganador del Premio Goi a la Paz
2009, es toda una aventura. Él lo llama el «Efecto de Luna de Miel.»
Casi todos pueden recordar un momento
en el que estuvieron «locamente enamorados.» Durante este jugoso momento de la
vida, Lipton recalca, nuestra percepción del mundo se expande y nuestros ojos
brillan de placer. Nuestro afecto no se ve limitado solamente a nuestra pareja;
sino que nos enamoramos de la vida misma y eso se nota.
Nos arriesgamos a experimentar con
nuevos platos, actividades y ropa. Somos mejores al escuchar, compartimos más y
disfrutamos las cosas por más tiempo. Lipton sugiere jocosamente que, lo que el
día anterior se veía hostil, se convierte en un cielo sobre la tierra cuando
estamos enamorados. Ni siquiera nos damos cuenta de los conductores agresivos
que ayer nos irritaban hasta más no poder; hoy, nos perdemos entre canciones de
amor y fantasías.
La Vibración del Amor
Tan sorprendente como suena, todas y
cada una de nuestras células se comportan como humanos en miniatura, dice
Lipton. Dentro de ti hay cincuenta trillones de diminutas células parecidas a
los humanos que trabajan juntas. Las células se ayudan unas a otras para
bombear sangre a tu corazón, respirar con tus pulmones y las millones de tareas
que se deben cumplir. Cuando nos sentimos «enamorados», ¡nuestras células
vibran de amor también! ¡Suena bastante bien!
Todo comienza con la vida, que se
define a través del movimiento según Lipton. Las proteínas, los elementos
primario de la vida, se envuelven en esculturas de alambre orgánico y se mueven
en respuesta a señales ambientales. En la superficie de cada célula, los
receptores celulares reciben las señales ambientales mientras que los efectores
las convierten en vibraciones y las transmiten al cerebro, donde serán
interpretadas. No se necesita de mucha imaginación para ver la diferencia entre
cómo estas esculturas de proteínas se mueven cuando están «locamente enamoradas»
y cuando están irritadas. ¡Lo hemos vivido!
En la década de los ochenta, cuando
Lipton descubrió que la membrana celular es el cerebro de la célula, su avance
de investigación sugirió que las señales ambientales, ya sea de amor u otra
emoción, son primordiales en la creación de enfermedades. Él presagió uno de
los campos de estudio más importantes de la actualidad, la ciencia de la
epigenética, que explora cómo las reacciones químicas celulares activan y
desactivan los genes.
Él dice que las nuevas
investigaciones sobre el cáncer sugieren que los factores genéticos influyen en
la aparición de esta enfermedad apenas un 10% del tiempo. En otras palabras, la
percepción de nuestro medio ambiente es responsable de la salud de nuestro
cuerpo el 90% del tiempo.
El poder de la
percepción
Aún más interesante que eso, Lipton
informa que la investigación actual demuestra cómo nuestras estructuras de
proteínas se activan más por señales no físicas que por señales químicas. En
otras palabras, nuestras percepciones ambientales tienen una influencia más
poderosa en nuestra salud que las drogas mismas. Por lo tanto, la ciencia nos
dice que tenemos más capacidad innata para sanar nuestros males que la
farmacia.
Con un tono de emoción, Lipton
señala: «¡Guau! Esto significa que las personas no son víctimas de sus genes
como solíamos pensar. Ellas pueden cambiar sus percepciones y así cambiar su
estado de salud. ¡Eso es emocionante! La antigua biología solía quitarnos esa
elección y controlar el resultado. Cuando les dices a las personas que son sólo
víctimas, su poder se ve disminuido. El trabajo ahora es ayudar a las personas
a cambiar sus percepciones para que puedan cambiar sus resultados».
¿Preguntas cómo funciona? Pues, la
célula es un «chip» de datos según su definición, comparte Lipton. Nuestras
memorias y creencias perceptuales se almacenan en la membrana celular y se
transmiten constantemente al cerebro para su interpretación. La mente responde
a estos mensajes vibratorios al crear coherencia entre creencia y realidad.
En otras palabras, cuando tus células
transmiten a tu mente, la mente trabaja diligentemente para crear la misma
realidad química en tu cuerpo. Por lo tanto, si crees que te enfermarás, tu
mente coordinará a tus células para que así sea. Y si tus células transmiten
señales que sugieren que eres vibrante y saludable, tu mente nuevamente hará
que eso suceda.
Este poder de percepción se
demuestra, dice Lipton, en estudios que encontraron que los niños adoptados
contraen cáncer con la misma propensión que sus hermanos criados en la misma
familia, pero de genética diferente.
Descargas
subconscientes
De hecho, informa Lipton, «la
medicina ha reconocido que la enfermedad se siembra en los primeros seis años
de vida cuando las creencias son descargadas al subconsciente del niño por la
familia.» Durante estos años, las mentes de los niños están principalmente en
un patrón de ondas cerebrales theta, lo que crea un estado mental hipnagógico.
Este estado de trance explica por qué los niños difuminan fácilmente el límite
entre la fantasía y la forma. Al caminar en un trance, los niños pequeños
absorben las creencias de sus padres en la memoria subconsciente sin
cuestionarlas ni discernirlas.
Lipton explica cómo funcionan estas
descargas subconscientes al compararlas con un iPod. Cuando obtienes un iPod
nuevo, no hay nada guardado, así que no puedes reproducir nada. Una vez que
descargas canciones en la memoria, puedes reproducir las canciones descargadas.
De hecho, son las únicas canciones que puedes reproducir. Hay muchas otras
canciones, pero no puedes reproducirlas en tu iPod hasta que las descargues.
Del mismo modo, todo lo que se ha descargado a nuestra memoria subconsciente y
almacenado en nuestras células es la única opción disponible para escucharse y
verse en el cuerpo.
No son posibles otras opciones hasta
que se descargan como creencias y percepción en el subconsciente. Por lo tanto,
automáticamente respondemos a las creencias de nuestros padres, a menos que
estemos expuestos a otras creencias o generemos nuevas creencias
intencionalmente.
Un cambio hacia el amor
y la vitalidad
Lipton señala que el mayor problema
es que las personas no creen ser capaces de cambiar sus pensamientos y
creencias con facilidad. Él sugiere que si les enseñamos a nuestros niños en
sus primeros 6 años que pueden cambiar sus pensamientos y, por lo tanto, sus
cuerpos, un cambio de empoderamiento hacia el amor y la vitalidad puede ser
fácil.
La biología celular no solo tiene
algo que decirnos sobre el amor en nuestros cuerpos, sino que también revela
mucho de la naturaleza de la conexión humana, dice Lipton. Se llama biomímesis
y es una nueva disciplina en biología que utiliza las mejores ideas de la
naturaleza para resolver problemas. Los animales, las plantas y los microbios
han descubierto que funciona, y podemos aprender de ellos. Demuestran formas de
funcionamiento que han perdurado durante más de 3.800 millones de años de
existencia.
En el último libro de Lipton, «La
Biología de la Transformación», su co-autor Bhaerman y él sugieren que las
células son más inteligentes que nosotros cuando se trata de crear comunidades
exitosas. Ellos dilucidan cómo las células se organizan para tener un sistema
monetario que paga a otras células de acuerdo a la importancia del trabajo que
hacen y almacena el exceso de ganancias en los bancos comunitarios. Tienen un
sistema de investigación y desarrollo que crea tecnología y equivalentes
bioquímicos de redes informáticas expansivas. Los sistemas ambientales
sofisticados proporcionan un tratamiento de purificación de aire y agua que es
más avanzado tecnológicamente de lo que los humanos alguna vez hayan imaginado.
«Ninguna célula se
queda atrás»
Lo mismo es cierto para los sistemas
de calefacción y refrigeración. El sistema de comunicación dentro y entre las
células es una Internet que envía mensajes codificados en formato zip
directamente a las células individuales. Incluso tienen un sistema de justicia
penal que detiene, encarcela, rehabilita y, de forma kevorkiana, colabora con
el suicidio de células destructivas. A diferencia de nosotros, las células han
organizado una cobertura médica completa que garantiza que cada célula reciba
lo que necesita para mantenerse saludable y un sistema inmunitario que proteja
las células y el cuerpo como una Guardia Nacional dedicada.
Lipton hace una intrigante analogía
entre cómo 50 billones de células en el cuerpo humano trabajando juntas para el
éxito del individuo es similar a cómo 7 mil millones de seres humanos podrían
trabajar juntos para el éxito del planeta. Él señala que no hemos estado
haciendo un trabajo tan bueno como el de las células.
Lipton enfatiza que nuestra mente
individual, como una célula individual, tiene mucha menos conciencia que la
conciencia de todo el grupo. Cuando una célula cumple su evolución, se ensambla
en colonias con otras células evolucionadas para compartir y expandir la
capacidad de la conciencia. Hay una actitud de «ninguna célula se queda atrás»
y la apropiación económica de recursos para apoyar al todo. Lipton dice que
sería bueno para nosotros como colectivo el evolucionar a un nivel tan alto de
conciencia como nuestras células. Él escribe: «La ciencia sugiere que la
próxima etapa de la evolución humana estará marcada por la conciencia de que
todos somos células interdependientes dentro del superorganismo llamado
humanidad.»
Reescribiendo nuestras
percepciones
En primer lugar, sin embargo, debemos
trabajar en nuestro propio patio trasero, insta Lipton, «Debemos cambiar la
evolución de nuestro yo individual para que la conciencia colectiva pueda
progresar.» Él nos urge a recuperar nuestras vidas reescribiendo nuestras
percepciones para poder crear ese estado de ánimo amoroso una y otra y otra
vez. Nos alienta a descargar nuevas creencias de empoderamiento y amor en la
memoria celular, para que nuestras células tengan nuevas melodías encantadoras
para reproducir con letras que afirmen nuestra capacidad de atracción.
Lipton llama a la búsqueda de
sentirse continuamente «enamorado», «La ciencia de crear el cielo en la
tierra.» Y la ciencia ha hablado de tales cosas, escribe Lipton. Por ejemplo,
los investigadores de HeartMath descubrieron que el impacto del amor en sí es
real y bioquímicamente medible: «Cuando los sujetos centran su atención en el
corazón y activan un sentimiento cardíaco central, como el amor, el aprecio o
el cuidado, estas emociones cambian inmediatamente los ritmos de sus latidos
cardíacos a un patrón más coherente. El aumento de la coherencia de los latidos
del corazón activa una cascada de eventos neuronales y bioquímicos que afectan
prácticamente a todos los órganos del cuerpo.
Los estudios demuestran que la
coherencia del corazón lleva a una mayor inteligencia al reducir la actividad
del sistema nervioso simpático, nuestro mecanismo de lucha o huida, al mismo
tiempo que aumenta la actividad promotora del crecimiento del sistema nervioso
parasimpático.» Como resultado, se reducen las hormonas del estrés y se produce
la hormona antienvejecimiento DHEA. El amor realmente nos hace más saludables,
más felices y más longevos.
Resulta que la biología molecular y
el amor en realidad son una combinación hecha en el cielo. El Dr. Bruce Lipton
nos desafía a estudiar y comprender cómo experimentar ese cielo en la tierra de
forma continua, con proteínas danzantes en nuestras células que se mecen y
mueven con amor.
Dr Bruce Lipton
El Dr. Bruce Lipton es un biólogo
celular estadounidense autor del best seller La biología de la Creencia y sus
dos libros sucesores, La Biología de la Transformación y El Efecto Luna de
Miel. Los tres libros se encuentran disponibles en español.
Fuente: Vientos de Consciencia
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