La inspiración es un aspecto cuando
logramos canalizar, y también es la capacidad para elevar a otros a estados de
conciencia superiores, y sacar a la luz lo mejor de las personas. La
canalización no consiste exclusivamente en hablar con la voz de un espíritu
separado de su cuerpo, presenta muchas otras facetas.
Probablemente nadie utilizaría la
palabra canalizar para describir las diversas modalidades de inspiración. La
palabra canalizar sirve para describir al ser humano como fuente de transmisión
psíquica y espiritual. Esta palabra es sugestiva, y esta grabada en la
imaginación de muchas personas.
La intuición en tanto en cuanto
constituye un canal de orientación e inspiración. También se valora porque
opera en consonancia con los valores de la persona. Y, sobre todo, porque al
emplear la intuición dirigimos nuestra atención al interior de nuestra persona.
La voz de la inspiración se encuentra
ligeramente por encima y por detrás de su cabeza, allí perciben a su ángel de
la guarda, o sienten la presencia de su yo superior, cual un halo de energía
sagrada. Ciertamente, yo mismo he experimentado algo así. Al meditar sobre el
Divino, o al abrirnos al yo superior, lo natural sería que nos centráramos en
un punto situado sobre nuestra cabeza.
La inspiración, conocimientos, o
sabiduría alcanzables por dicho canal no tiene límites.
Uno de los principios para canalizar
es que el principal estímulo de la corriente de inspiración es la existencia de
una necesidad auténtica. La meditación, o la sintonización con un ideal, moldea
la corriente. La necesidad y la oportunidad de aplicar el material canalizado,
estimulan la corriente. Una forma muy eficaz de enfocar la escritura inspirada
consiste en tratar de satisfacer una necesidad.
No sé cuántas veces he oído a alguien
decir: “¡Dios mío! no sabía que esto estaba dentro de mí. No me puedo creer que
yo haya escrito algo así”. Al no estar disociados de la experiencia, al estar
presentes en el punto donde nace la inspiración, perciben efectivamente cómo
viene de su interior, de su armonización, de su estado de ánimo.
Nosotros mismos somos capaces de
canalizar la información si estamos dispuestos a realizar el esfuerzo
necesario. Tener auténtica necesidad de saber, sintonizar como es preciso, y
tener capacidad para hacer uso de la orientación e intenciones de hacerlo, son
los factores necesarios para obtener ayuda a través de las fuentes que pueden
canalizar la inspiración.
Se necesita confiar y estar relajado
para meditar sobre la inspiración, permitirse respirar con naturalidad
observando al mismo tiempo el propio proceso respiratorio. Es necesario ser
conscientes sin estorbar el desarrollo del proceso.
Lo fundamental es llegar a ser un
canal consciente, capaz de recibir inspiración y de compartirla en un estado de
percepción consciente.
MEDITANDO AL RESPIRAR
Meditando al Respirar: Un Canal de
Inspiración
Voy a describirte una aproximación a
la meditación que entra de lleno en la cuestión de cómo llegar a ser un canal.
Para empezar, has de centrarte simplemente en tu forma de respirar y estudiarla
durante un momento. Observa lo que salta a la vista: La respiración tiene dos
partes. Hay una inhalación y una exhalación.
Durante la inhalación el tórax y el
abdomen se expanden mientras los pulmones se llenan de aire. Durante la
exhalación, el tórax y el abdomen se relajan.
La exhalación puede resultar muy
relajante. Mientras observas cómo respiras, deja que la exhalación vaya seguida
de una relajación. Cada vez que sueltes el aire, puedes relajarte un poco más.
Cuanto más te relajes, más fácil te resultará pasar a la etapa siguiente.
A continuación quiero que prestes
atención a tu forma de respirar y que no realices ningún cambio. Observa
furtivamente cómo respiras para que tu respiración no se dé cuenta de que la
estás mirando. Observa cómo se desarrolla de un modo natural, sin influir en
ella con tu presencia. Asegúrate de que no la tocas.
Si eres como la mayoría de las
personas, al observar cómo respiras, te parecerá que estás influyendo en ello o
que lo controlas de algún modo. Puede que ayudes a terminar la exhalación o que
pongas en marcha la siguiente inhalación. Tal vez influyas en ello para
adaptarlo suavemente, o porque sencillamente no puedas evitarlo. Es difícil
observar el proceso respiratorio sin sentir que se está influyendo en el mismo.
Párate por un momento. Asegúrate de
que puedes controlar tu respiración. Inspira lenta y profundamente. Márcate el
ritmo. Decide cuánto tiempo deseas contener la respiración. A continuación
suelta el aire a la velocidad que quieras. Decide cuándo deseas volver a
inhalar y haz que te obedezca tu respiración. Decide cuándo deseas poner fin a
este ejercicio poniendo de manifiesto que controlas dicho proceso, y deja que
el proceso respiratorio vuelva a la normalidad.
Piensa un momento: Si ahora no
controlas el proceso respiratorio ¿quién lo está haciendo? La mayor parte del
día, y por la noche mientras duermes, tu cuerpo regula este proceso de un modo
natural y sin tu ayuda. ¿Necesita tu cuerpo que le ayudes a controlar la
respiración mientras permaneces ahí sentado observando cómo respiras? No, por
supuesto que no. Tenlo presente y utilízalo para tranquilizarte mientras tratas
nuevamente de observar cómo respiras sin influir en ello.
Una indicación. Relájate mientras
sueltas el aire, luego deja que la siguiente respiración se produzca
libremente, a su manera. Haz la prueba. Deja que la respiración te suceda.
Piensa para ti: “Me respira”.
Tal vez, yo pueda motivarte a seguir
practicando de este modo si te revelo que lo que estás haciendo es un tipo de
meditación. La tradición budista Zen lo denomina meditación sobre la
respiración. Las instrucciones para poner en práctica este tipo de meditación
son bastante sencillas. Céntrate en tu proceso respiratorio, obsérvalo, deja
que se produzca.
EL CANAL DE INSPIRACIÓN
El observar el propio proceso
respiratorio no es sólo una antigua forma de meditación, también es una
importante vía para llegar a ser un canal, un canal de inspiración. Estás
dejando que el soplo vital —el espíritu— fluya por ti.
Todas las tradiciones religiosas han
asociado la respiración con el espíritu.
Esta lecturas no son una excepción.
Todos dependemos de ese motor invisible que es el aire para vivir. El aire toca
todo aquello que vive. La palabra, inspiración, refleja la comprensión de esta
relación. Existe un nexo entre el proceso respiratorio y el ser estimulado por
el espíritu, animado por el genio, o despertado por la inteligencia creativa
que procede de una fuente que queda fuera del alcance de nuestra voluntad
individual. Al meditar podemos experimentar cómo la respiración constituye un
canal de inspiración igualmente maravilloso.
Al relajarte, empiezas a sentir cómo
el aire llega hasta ti por sí solo. Si consigues abandonar tus propios hábitos
y confiar en la llegada de la inspiración, verás cómo sucede. Cada inspiración
te parecerá un regalo que viene de dentro y, sin embargo, su espontaneidad te
indicará que no es obra tuya. Te parecerá estar en un estado de gracia,
tranquilidad, paz, y experimentarás una gran gratitud. El pensamiento: “Me
respira” puede resultar muy tranquilizador.
Si estás tranquilo, eres un canal de
inspiración, permítelo.
No es necesario que pienses en cuándo
has de respirar ni que te preocupes pensando si vas a respirar. Simplemente,
admite que va a producirse una inspiración, experiméntalo, deja que suceda. El
abandonar los hábitos, hacerse a un lado y observar el propio proceso
respiratorio equivale a convertirse en un canal de inspiración. Dado que por
este canal pueden venir tantos conocimientos como por cualquier otro, has de
practicar esta modalidad de meditación al tiempo que te instruyes, y sabrás
apreciar mejor su valor.
«La auténtica inspiración es el
despertar de la conciencia que hay en nuestro interior».
Edgar Cayce
Fuente: La Iluminacion
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