No lo dice un grupo «new age», ni
unos amantes de la pseudociencia o de la falsa espiritualidad, sino un equipo
de psiquiatras liderado por el Hospital General de Massachusetts, que ha
realizado el primer estudio que documenta cómo ejercitar la meditación puede
afectar al cerebro. Según sus conclusiones, publicadas en Psychiatry Research,
la práctica de un programa de meditación durante ocho semanas puede provocar
considerables cambios en las regiones cerebrales relacionadas con la memoria, la
autoconciencia, la empatía y el estrés. Es decir, que algo considerado
espiritual, nos transforma físicamente y puede mejorar nuestro bienestar y
nuestra salud.
«Aunque la práctica de la meditación
está asociada a una sensación de tranquilidad y relajación física, los médicos
han afirmado durante mucho tiempo que la meditación también proporciona
beneficios cognitivos y psicológicos que persisten durante todo el día»,
explica la psiquiatra Sara Lazar, autora principal del estudio. «La nueva
investigación demuestra que los cambios en la estructura del cerebro pueden
estar detrás de esos beneficios demostrados, y que la gente no se siente mejor
solo porque se han relajado», apunta.
Lazar ya había realizado estudios
previos en los que había encontrado diferencias estructurales entre los
cerebros de los profesionales de la meditación, con experiencia en este tipo de
prácticas, y los individuos sin antecedentes, como, por ejemplo, un mayor
grosor de la corteza cerebral en áreas asociadas con la atención y la
integración emocional. Pero entonces la investigadora no pudo confirmar si este
proceso había sido fruto de, simplemente, haber pasado unos ratos de reflexión.
Conciencia sin prejuicios
Para el estudio actual, los
científicos tomaron imágenes por resonancia magnética de la estructura cerebral
de 16 voluntarios dos semanas antes y después de realizar un curso de
meditación de ocho semanas, un programa para reducir el estrés coordinado por
la Universidad de Massachusetts. Además de las reuniones semanales, que
incluían la práctica de la meditación consciente, que se centra en la
conciencia sin prejuicios de sensaciones y sentimientos, los voluntarios
recibieron unas grabaciones de audio para seguir con sus cavilaciones en casa.
Los participantes en el grupo de
meditación pasaron 27 minutos cada día practicando estos ejercicios. Sus
respuestas a un cuestionario médico señalaban mejoras significativas en
comparación con las respuestas antes del curso. El análisis de las imágenes por
resonancia magnética encontró un incremento de la densidad de materia gris en
el hipocampo, una zona del cerebro importante para el aprendizaje y la memoria,
y en estructuras asociadas a la autoconciencia, la compasión y la
introspección. Además, se descubrió una disminución de la materia gris en la
amígdala cerebral, un conjunto de núcleos de neuronas localizadas en la
profundidad de los lóbulos temporales, lo que está relacionado con una
disminución el estrés. Ninguno de estos cambios fueron observados en el grupo
de control formado por otros voluntarios, lo que demuestra que no fueron
resultado solo del paso del tiempo.
«Es fascinante ver la plasticidad del
cerebro y cómo, mediante la práctica de la meditación, podemos jugar un papel
activo en el cambio del cerebro y puede aumentar nuestro bienestar y calidad de
vida», dice Britta Hölzel, autora principal del estudio. El hallazgo abre las
puertas a nuevas terapias para pacientes que sufren problemas graves de estrés,
como los que soportan un agudo estrés post-traumático tras una mala
experiencia.
Fuente: ABC CIENCIA
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