Cuando
sostenemos el cielo con nuestras manos estamos aceptamos las cosas tal y como
son, estamos recogiendo la energía del universo y llevándola a nuestro estómago
para aprender a convertir nuestras circunstancias en nuestro alimento. Sostén
el cielo para convertir lo que no te gusta en aquello que te hace más tú.
El estómago
es un órgano importante en la digestión, que se encuentra situado entre el
esófago y el intestino delgado. Transforma los alimentos en líquido gracias a
los jugos gástricos que segrega. Los problemas estomacales más comunes son las
ÚLCERAS, la GASTRITIS (ardores), las HEMORRAGIAS GÁSTRICAS, los CÁNCERES y los
problemas de digestión (vómito, indigestión, etc.). Verifica la descripción
individual del problema en cuestión, además de la siguiente.
Todos los
problemas del estómago se relacionan en forma directa con la dificultad para
aceptar o digerir a una persona o a un acontecimiento. La persona que los
padece manifiesta intolerancia y temor ante lo que no es de su agrado. Se
resiste a las ideas nuevas, sobre todo a las que no proceden de ella. Tiene
dificultad para adaptarse a alguien o a algo que va contra sus planes, sus
hábitos y su manera de vivir. Tiene un crítico interior muy fuerte que le
impide ceder y dejar hablar a su corazón, al cual no quiere aceptar
incondicionalmente. Es posible que también se acuse a sí misma de falta de
audacia.
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El mensaje
que recibes de tu estómago es que dejes de querer controlarlo todo,
resistiéndote a las ideas de otros. En lugar de creer que eres incapaz de
cambiar a los demás o a una situación determinada, toma consciencia de tu
propia capacidad para hacer tu vida. Confía más en los demás, de la misma forma
que debes confiar en que tu estómago es capaz de digerir tus alimentos.
No necesitas
decirle a tu cuerpo cómo ser un cuerpo ni cómo digerir. Lo mismo sucede con tu
entorno. Todos y cada uno tenemos una manera diferente de ver la vida. No es
casualidad que el estómago esté ubicado en la región del corazón. Debemos
aceptar a todos con amor, es decir, aceptar las particularidades de todos y
cada uno. Los pensamientos que alimentas del tipo “es injusto”, “no es
correcto”, “es idiota”, etc., no te benefician: bloquean tu evolución, así como
tu estómago bloquea la digestión. Si te vuelves más tolerante hacia los demás,
tolerarás mejor los alimentos que ingieres.
El estómago
recibe el alimento y lo digiere para colmar las diferentes necesidades de mi
cuerpo en vitaminas, en proteínas, etc. Alimento mi cerebro del mismo modo por
las situaciones y los acontecimientos de mi vida. Cada estómago tiene su propio
funcionamiento. Por más que la forma general sea la misma, la digestión puede
ser diferente de una persona a la otra. Así, la forma de mi estómago está en
relación con mi personalidad. Mi estómago refleja el modo en que absorbo e
íntegro mi realidad y mi capacidad en digerir las nuevas ideas o las nuevas
situaciones. Puede compararse a un barómetro indicando mi grado de apertura y
mi modo de reaccionar en la vida. Los problemas deestómago aparecen cuando mi
realidad cotidiana está en conflicto con mis deseos y mis necesidades. Estos
conflictos se vuelven a encontrar habitualmente al nivel de mis relaciones
familiares, amicales o al nivel de mis relaciones de trabajo.
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Para
fortalecer nuestro estómago y revitalizarlo utilizaremos el movimiento del
“sostener el cielo con las manos”.
Reposamos un
momento en la posición de Wu Chi . De pie con los pies separados el ancho de
hombros y la cadera ligeramente basculada, ayudados mediante una ligera flexión
de las piernas. Sonreímos desde el corazón (figuradamente) y tomamos conciencia
de nuestro centro de gravedad cuatro dedos por debajo del ombligo.
Nos
agachamos ligeramente, con la espalda recta y sin sacar las nalgas. Cruzamos
las manos delante del abdomen con las palmas mirando hacia arriba.
Elevamos al
mismo tiempo las manos y el cuerpo. La respiración desciende hasta el abdomen.
Los pulmones se llenan al tiempo que ascendemos aspirando. Al llegar al pecho
las palmas giran hacia nosotros para orientarse hacia el cielo.
Seguimos
levantando las palmas al tiempo que elevamos los talones. Finalmente sostenemos
el cielo totalmente extendidos, mientras
hundimos las puntas de los pies en la tierra
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Cuidaremos
que, al elevar las manos, lleguen a quedar en ángulo recto en relación a los
brazos y que los brazos estén rectos. Relajamos la musculatura de los hombros,
brazos y cuello. La pelvis ha de estar basculada y la espalda recta.
Haremos la
intención de empujar hacia arriba y abriremos despacio los brazos hacia los
lados como si fuésemos un pájaro que despliega sus alas, en un círculo amplio;
mientras espiramos lentamente vaciando los pulmones de arriba hacia abajo al
ritmo de los brazos.
Repetiremos
este ejercicio un número fijo de veces, 6, 9, 12, 24, 36 según la planificación
de la sesión.
La
respiración nunca debe ser forzada por lo que la velocidad del ejercicio
dependerá de la respiración y no lo contrario.
Un momento!!
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Fuente:
Fatima – Evolucion Consciente
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