Por la
acción de las fuerzas gravitacionales del Sol y la Luna sobre la Tierra, el eje
polar se balancea hacia atrás a través de los signos del zodíaco. Este fenómeno
conocido técnicamente como Precesión de los equinoccios, es responsable del así
llamado Gran año o año sideral, cuya duración es de unos 27000 años, tiempo que
tarda el eje en realizar una rotación completa sobre si mismo. En astrología se
denomina era al período durante el cual el eje magnético está orientado hacia
un determinado signo. Considerando que son 27000 años dividido 12 signos,
tenemos que cada era dura un promedio de algo más de 2000 años.
El signo
hacia el cual el eje polar está orientado, determina un influjo que caracteriza
a la humanidad arquetípica y energéticamente con las cualidades de este signo.
Se considera
que en realidad existen sólo seis signos del zodíaco, y los seis restantes son
su polo complementario. Como las dos caras de la misma moneda.
El propósito
de la evolución humana, o como diría Jung, de la individuación es la
integración consciente de los diferentes aspectos del ser. Es decir, el
reconocimiento, aceptación e integración de las dos polaridades como un todo.
Esto produce un sentimiento de unidad, el estar completo, la plenitud.
Por el
contrario la separación, negación o proyección de las características de la
polaridad opuesta es lo que una y otra vez nos lleva a estados de distorsión y
sufrimiento. La parte negada o separada siempre busca su reivindicación, pero
lo hace de manera compulsiva, destructiva, inconsciente. Toma revancha.
Si bien no
existe registro histórico, es de suponer que en la Era de Libra puede haber
existido una humanidad con Consciencia de la Belleza, Justicia, Armonía y
Ecuanimidad. Un total refinamiento. Aunque la historia no lo recuerda, esto si
ha quedado registrado a nivel etérico en los denominados registros akhásicos y
en el cuerpo de la humanidad como la memoria de la Raza. El libro “Orígenes de
la Civilización Adámica” y otros hacen referencia a toda la organización
social, justa y humanitaria aplicada por culturas de esta época –como la de los
Kobdas-, y que luego pasó a los Dáctilos en Gracia. Según Vicente Beltrán
Anglada, Libra es el Signo del Centro, refleja la Justicia, la Verdad y el Amor
como real Sabiduría; características propias del cuarto chacra. Puede haber
sido la época de gloria en la que han encarnado los Maestros Ascendidos como
Sanat Kumara, donde ha existido la mítica ciudad de Shambala, etc..
En el común
de la gente debe haber faltado la integración de la polaridad energética de
Aries, que implica el uso y la administración correctas del impulso, la energía
y la vitalidad. Esto llevó a un estado de inercia e indulgencia típicamente
libriano, provocando la densificación de la humanidad y la materia y el olvido
de esos ideales trascendentes.
Así la
conciencia se transformó y pasó a la cualidad energética de Virgo.
Sin embargo
las enseñanzas tan preciosas de esta época no han desaparecido del todo y se
han mantenido hasta nuestros días clausuradas en escuelas y grupos herméticos
aislados, apareciendo e inspirando a la humanidad a lo largo de las historia,
incluso hasta el presente.
12.000 al
10000 a.c.: Era de Virgo: Atlántida – Lemuria: Período de perfeccionamiento
tecnológico. Virgo es un signo de tierra, pragmático, eficiente,
perfeccionista. Pero la polarización en esta cualidad implicó la separación del
aspecto pisciano espiritual. Desde un punto de vista energético, Virgo está
preso dentro de las formas. Para salir de allí debe transformarse en otra cosa.
Y de hecho para convertirse en otra cosa esa forma debe morir. Esta fue la
experiencia de la humanidad que en este período llegó a la autodestrucción.
10000 a 8000
a.c.: Era de Leo: Hombre primitivo. Leo es el estadio energético del niño que
con dos o tres años se está descubriendo. Está explorando sus posibilidades, su
identidad. Conociendo el nuevo mundo más allá de su madre y lo inmediato.
Comienza a desarrollar su fuerza y su voluntad. La humanidad leonina fue
egocéntrica, infantil. Período nómade en el que sobrevivir era el único
objetivo. Desconectado del sentido de Humanidad, propio de su polaridad
acuariana, lentamente fue despertando hacia Cáncer.
8000 al 6000
a.c., Era de Cáncer: Primeros asentamientos sedentarios. Cáncer proporcionó el
sentido de familia, clan, protección. Aparecen los primeros pueblos y núcleos
con identificación grupal. Faltó en cambio la consciencia social y sentido de
propósito ulterior, ambición y responsabilidad humanitaria propio de
capricornio, su polaridad.
6000 al 4000
a.c.: Era de Géminis: Máximo desarrollo de grandes conocimientos
arquitectónicos, astrológicos y culturales en general que surgen en
Mesopotamia, Egipto y Oriente. Géminis es la comunicación y también el
conocimiento de “la otra parte”, de las sombras. Egipto despliega toda su
tecnología y cosmogonía esotérica. Lenguas. Escritura. Contacto con el “más
allá”. Y de nuevo podemos ver la separación de la polaridad sagitariana:
amplitud y Visión filosófica integradora, que condujo a guerras y más
separación.
4000 al 2000
a.c.: Era de Tauro: Amor por la madre Tierra. Tauro conoce las formas dentro de
la materia. Su lugar es la Tierra, la ama, la disfruta, la posee. Conoce sus
misterios y sus recursos y le rinde honor. En Egipto se rinde culto al becerro
de oro. Creta y el Minotauro. En América, Africa y Oriente surgen cultos a la
tierra, a lo femenino. Opulencia y materialidad de las cortes y formas de vida.
Pero falta la profundidad, compromiso, pasión y búsqueda de la verdad propia de
Escorpio en su polaridad.
2000 a.c. al
nac. de Cristo: Era de Aries: Guerra, conquistas, invasiones, desarrollo de
instrumentos de guerra. Aries es el arquetipo del guerrero. Es la energía que
se expresa y se aplica en la acción. En este período aparece la deidad
masculina: Jehovah del judaísmo. Dios creador el Universo. Se ofrenda el
carnero del sacrificio. Aquí el principio masculino quedó nuevamente separado
del aspecto femenino suave e integrador de Libra, el signo opuesto.
0 al 2000:
Era de Piscis: Signo del sacrificio nos trae a Jesús el pescador. Se vive el
sufrimiento por estar encarnado y el ansia por volver al estado urobórico, al
paraíso perdido. Existe una separación de los aspectos materiales y prácticos
de Virgo. Se escapa, hay repugnancia por la materia y su pecado y surge el deseo
de Redención.
Del 2000 al
4000: Entramos en la Era de Acuario. El aguatero es el único signo representado
por un humano adulto. Aquí la humanidad se reconoce como tal. Existe el sentido
unión, integración, igualdad de todos los seres, la experiencia de la verdadera
amistad y el uso de las facultades humanas superiores. El planeta regente de
Acuario es Urano, que dentro de la mitología griega es el Dios del Cielo. Está
representado por un rayo que surca el firmamento e ilumina. Esta es la facultad
del Cuerpo Mental Superior, la Inspiración, el conocimiento que viene
directamente de las dimensiones superiores de la Consciencia. Acuario sabe lo
que es real. Su visión es clara e incuestionable. Y sus ideales de perfección
traen el sello inequívoco de su percepción de esas esferas. Pero su gran
desafío es la implantación de esas ideas en el mundo de la materia. La
cuadratura del círculo: cómo encajar la perfección dentro de las limitaciones
materiales de la encarnación. En su afán de materializar estos ideales, acuario
puede convertirse en terrorista, perverso y devastador. El fin justifica los
medios. Y este es el paisaje que tenemos ahora que la humanidad está ingresando
en este período.
Como se ha
visto, el gran obstáculo vivido en la historia ha sido la separación de “la
otra parte”. Olvidamos demasiadas veces que somos un todo. Y que lo opuesto es
la otra cara de nuestra misma moneda. Ocurrió en la historia. Ocurre a diario
en nuestra vida personal. E incluso se ve en el comportamiento de muchos de los
que se consideran de la nueva era, que suelen sentirse “especiales” por haber
crecido, un grupo de elite que ve a los otros como primitivos a los que hay que
evangelizar o dejar pasar.
Acuario ve
la humanidad como un todo. Valora los grupos, funciona en comunidades, la
globalización. El gran peligro es olvidar que dentro de ese grupo existen
individuos que deben brillar para no ser tragados por el sistema. La polaridad
de Acuario es Leo. Leo y su individualismo debe ser vivido dentro del sentido
de unión y fraternidad.
El corazón
es el órgano regido por Leo, que ahora deberá brillar con genuina luz propia.
La gran búsqueda de este signo es descubrir su verdadera identidad divina. Ese
“yo” egocéntrico propio del niño caprichoso, habrá de convertirse en el “YO
SOY” Pura Consciencia y Pura Luz, propia del hombre que se ha visto y ha visto
a sus hermanos en su verdadera dimensión espiritual.
Pero que
además asume su función y su trabajo siendo el aguatero que lleva el agua en su
comunidad para regar los ríos de la Vida, nutrir, ayudar y colaborar, como dice
la Gran Invocación, con el plan Divino para la raza humana sobre el planeta.
No es sólo
meditando o cantando que cambiaremos el mundo. Limpiando, en una oficina,
arreglando zapatos o haciendo política, cortando carne o en wall street, se
honra lo que cada uno es y se transforma el todo.
Este es el
gran desafío.
Continúa….
Adriana
Wortman
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