Vivo, huelo, siento historias que no me pertenecen, tengo el
privilegio de asomarme a otras vidas solo durante milésimas de segundo e
impregnarme de sensaciones, viajo miles de kilómetros, recorro mares, salvo
tempestades, respiro el aire de la más alta montaña y recojo flores en
preciosas mesetas y todo ello en milésimas de segundos.
Muchas personas tienen la extraña y peregrina idea que
esto es un hándicap. ¡Nada más lejos de la realidad, vivo entre dos mundos!
El físico, el de la realidad entrecomillada, el mundo
turbulento, donde se vive y se muere.
El energético/espiritual, donde todo es posible, donde todo
puede ser grandioso, donde se pueden apartar las tinieblas de nuestra mente.
Atrapada en este frío y tenebroso túnel del Cómos, veo la
salida hacia el hermoso y brillante infinito y renace en mí, mi sentido nómada,
que paso a paso, latido tras latido, dejará su camino errante; camino plagado
de guerras, muertes y destrucción; hacia el verdadero camino; camino libre de
añoranzas, donde el canto del amor se hace realidad, donde florecen en
estanques de agua mágica azucenas de perdón, donde la esperanza crece por
doquier, donde las vendas del amor sanan el dolor, donde la luz y la vida crece
en todos los rincones.
Y es a caballo de estos dos mundos, donde te das cuenta que
solamente están separados por una línea muy fina, tan fina, que a veces cuasi
no existe.
Autora: Rosa Francés Cardona (Izha)
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