El dolor es resultado de una conmoción, es la momentánea
sacudida de una mente que ha aceptado la rutina y se ha acostumbrado a ella.
Algo sucede -una muerte, la pérdida de un empleo, el cuestionamiento de una
creencia muy apreciada-, y la mente se altera. Pero ¿qué hace una mente
alterada? Encuentra la manera de volver a su condición inalterada; busca
refugio en otra creencia, en un empleo más seguro, en una nueva relación. Otra
vez llega la ola de la vida y hace añicos sus dispositivos de seguridad, pero la
mente pronto encuentra, no obstante, nuevas defensas; y así prosigue. Éste no
es el camino de la inteligencia, ¿verdad?
Ninguna forma de compulsión externa o interna podrá ayudar.
Toda compulsión, por sutil que sea, es el resultado de la ignorancia; nace del
deseo de recompensa o del miedo al castigo. Comprender toda la naturaleza de la
trampa es estar libre de ella; ninguna persona, ningún sistema, ninguna
creencia puede liberarnos. La verdad de esto es el único factor que libera,
pero uno tiene que verla por sí mismo, y no ser meramente persuadido. Tiene que
emprender el viaje en un mar inexplorado.
J. Krishnamurti.
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