«Lo esencial
es invisible a los ojos”
“El
Principito” – Saint Exupery
Sí,
lo dijo el Principito y llevaba razón, porque cuanto más miras menos ves. Ello
ocurre porque cuando miras con los ojos olvidas escuchar con el Corazón, que es
el que ve. Por eso, cuando intentas encontrar lo esencial en la realidad que
miras, más te proyectas hacia el exterior, olvidando el interior, olvidándote
de ti. Y es que tú eres lo esencial, tú eres lo buscado.
Te
buscas a ti. Siempre has estado buscándote, pero lo has hecho en el lugar
equivocado. Tienes sed de ti, anhelo de sentirte, de estar contigo, de vivir
desde tu presencia de Ser. Quieres la plenitud de la vida, pero la buscas en
lugares equivocados, en pequeños e insignificantes objetos materiales, placeres
efímeros.
En
lugar de redescubrirte, continúas buscándote entre las páginas de libros de
auto–ayuda y filosofías antiguas, pero que parecen nuevas. ¿Es que es más fácil
mirar hacia fuera que hacia dentro? No, pero estamos acostumbrados a
proyectarnos hacia el exterior e identificarnos con todo aquello que vemos.
Los
seres humanos necesitan de ídolos, héroes a los que idealizar y seguir. Esto lo
saben muy bien aquellos que ostentan el poder, y nos lo ofrecen a través de los
medios de comunicación. Demasiado bien saben que si el ser humano descubre su
potencial interno puede llegar a no interesarse en llevar una vida
convencional, estereotipada, y puede que hasta diseñada en el despacho de algún
director de marketing. Una vida dormida.
Sin
embargo, es posible descubrir quién eres, y qué eres. Y, tal descubrimiento
puede llegar a convertirte en alguien feliz. ¡Ten cuidado! porque según la
“normativa vigente” la felicidad puede y debe de buscarse, pero mucho ¡ojo!, no
encontrarse.
Está
bien que busques ser feliz, todo el mundo asentirá y consentirá en tu búsqueda.
Ahora bien, si te has encontrado a ti mismo y te concedes la felicidad ya es
otro asunto. Los demás podrían ver con envidia, e incluso sospecha, la alegría
que exhalas por todos los poros de la piel.
Descubrir
lo esencial es un darse cuenta que acaba siendo iniciático, ya que permite
iniciar un nuevo modo de ver y entender la vida. Descubrir lo esencial es vivir
la vida desde la autenticidad de la espontaneidad. Descubrir lo esencial es
descubrir nuestra auténtica naturaleza conformada de silencio, paz y amor.
Descubrir
la presencia de lo oculto es el mayor reto que la mente puede intentar. Y a la
mente le gustan los retos. Pero, desistirá de continuar el proceso de búsqueda,
¿por qué? Ha oído o leído que no es posible ver lo esencial, y se lo ha creído.
Ello
es argumento más que suficiente como para abandonar la investigación. Así pues,
la mente renunciará tan siquiera a intentarlo. Sin embargo, en este caso la
mente lleva razón: no es posible ver lo esencial. Por eso desistirá.
Lo
esencial sólo es posible serlo
Gracias
a lo esencial se percibe lo material, pero no es posible ver aquello que
posibilita la visión. Es como llevar gafas, se ve a través de ellas, pero no se
las puede ver.
Además,
lo esencial está siempre presente. Se trata de una presencia, pero de una
presencia oculta a la vista. No obstante, es posible sentirla como presencia de
la cual formamos parte.
Yo
formo parte de esa presencia, y tú también. Seamos conscientes o no, todos
formamos parte de Eso. Si la percepción se realiza desde el Corazón, lo percibo
con claridad. Ahora bien, en cuanto intento verla o comprenderla a través del
intelecto, desaparece.
Podré
disponer de profundos y amplios conocimientos en cientos, miles de materias,
pero si no me tengo a mí, si no dispongo del contacto íntimo con mi esencia,
con mi alma, todos esos conocimientos librescos estarán ubicados en el centro
intelectual, que será igual a no tener nada.
Sólo
cuando me tengo, tengo el universo entero, porque sé que formo parte de él.
Experimento que no estoy separado, que nunca lo he estado. Esto es una
experiencia. Una experiencia viva que a su vez me da la vida misma.
Darse
cuenta de todo ello es aumentar el nivel de vibración y entrar en un portal
dimensional donde todo es diferente sin que, al mismo tiempo, nada haya
cambiado. Se trata de un estado donde la paradoja es permanente, pues la mente
intenta dar sentido a lo que no lo tiene.
A
raíz del autodescubrimiento de la esencia todo un universo de posibilidades se
abre ante el buscador sincero y auténtico, porque en el fondo todos los seres
humanos buscamos lo mismo. A unos, la traducción que su mente haga del mundo
les llevará por unos caminos, y a otros por otros.
Ningún
sendero es mejor que otro. El camino siempre es íntimo y personal. Ahora bien,
el común denominador que guía tal búsqueda es el amor. Amor hacia uno mismo y
hacia el resto de la creación. Si hay amor, el riesgo de extraviarse en la
búsqueda es mínimo o ninguno. Y, las posibilidades de éxito es máximo, por no
decir que total.
Ciertamente,
cuando el amor guía al buscador el éxito está garantizado. Pero ¿qué ocurre
cuando ha encontrado su esencia? Normalmente, viene a suceder que una atmósfera
de humildad aparece hasta hacerle casi desaparecer del mundo social.
El
buscador ha trascendido el ilusorio ego y evitará el protagonismo, pasando
discreto y desapercibido entre el común de sus congéneres. Desaparecen los
deseos de figurar. En su lugar aparecen los signos de una profunda humildad y
sincera autenticidad.
Ojalá
que tu sincero anhelo te lleve a conectar con el silencio interior, la paz y el
amor que constantemente emergen desde tu esencia. Y que, instalado en ella, te
permitas vivir la vida con la intensidad y plenitud que merece.
Publicado
en la revista “Universo Holístico” – Noviembre 2.009
Fuente:
Silencio Interior
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