Estamos
aquí, anhelantes de la luz que llevamos dentro. Esperando leer lo que debemos
escribir. Añorando la compañía que debemos ofrecer. Aguardando por el beso que
nos corresponde dar. Esperando ver lo que debemos crear… Todos somos parte del
mismo Espíritu. Y sin embargo debemos tomar nuestro lugar en el mundo. Tú debes
tomar tu lugar en el mundo. El lugar que tu corazón sabe que debe ocupar, hacer
las cosas que tu corazón sabe que tiene que hacer, independientemente de la
ubicación geográfica en la que se encuentre tu cuerpo. Porque estés donde estés
Tú eres el centro del universo. Y el corazón de Dios late en tu pecho.
Toma
tu lugar en el mundo. Hay un regalo que sólo tú puedes ofrendar. Una mirada que
sólo tú puedes reproducir. Tienes una misión que cumplir. Y esta misión está
presente en cada parte de tu Ser, como lo están las huellas digitales en tus
dedos y los ojos en tu rostro. No necesitas leerla o interpretarla. Necesitas
vivirla. Porque tu misión más allá de ser algo que sientes en tu corazón, ES tu
corazón mismo.
¿No
estás seguro de cuál pueda ser tu misión? Mi amigo. Mi amiga. Debemos tener una
conversación. Ojalá lo que yo diga pueda ayudarte a darte cuenta de que en
realidad Sí sabes cual es tu misión. Que siempre ha estado ahí.
El
ave en su nido tiene muchísimas dudas acerca de si podrá volar. Duda de que sus
alas sean lo suficientemente fuertes como para sostener su peso en el aire.
Duda de que se abrirán a tiempo, antes de que su cuerpo colapse en el suelo.
Puede incluso dudar de las motivaciones de su madre para alentarlo a volar.
Duda de la voluntad de Dios que determinó que le correspondía precisamente a él
volar. Volar ese día. Volar desde ése árbol. Volar de la forma en que quiere
volar. Volar a donde él quiere volar. Puede dudar y temer todo lo que quiera.
Pero no puede dejar de pensar en volar. En torno a volar giran sus intereses y
capacidades, sus gustos y disgustos.
Una
pantera está hecha para cazar. Puede fracasar en hacerlo algunas veces. Puede
sufrir durante el aprendizaje. Puede pasar hambre de vez en cuando. Puede
pensar que cazar está en contraposición con las recomendaciones de los profetas
de los hombres quienes recomiendan no matar. Pero eso no cambia el hecho de que
todo su ser la impulsa a cazar. Y en su caza no hay crueldad. Sólo hay acción.
Sólo hay cumplimiento impecable de la manifestación que el Creador decidió
imprimir en ella.
Y
sabes cual es tu labor en el mundo. Y tu labor específica en múltiples
circunstancias. El padre y la madre de un nuevo bebé tienen dudas de su
habilidad para educar al niño. Tienen dudas de su capacidad para proporcionarle
todo lo necesario; económica, afectiva y socialmente. Tienen miedo de ser
criticados por otros padres. Pero cuando tienen a su bebé en brazos saben qué
es exactamente lo que tienen que hacer; sienten que despiertan dentro de ellos
las cualidades necesarias para cumplir con esa labor. “Saben” lo que tienen que
hacer y “tienen” lo necesario en su interior para hacerlo. Ni siquiera les
importa que a través del tiempo los factores externos puedan cambiar; ellos
tienen algo que hacer. No importa el miedo; tienen miedo porque aman con todo
el corazón lo que está en juego. Esto recuérdalo bien: “tienen miedo porque
aman con todo el corazón lo que está en juego”. Cuando amamos el miedo a dañar
lo amado es parte del juego. Superar el miedo y amar sin dañar es la victoria
en el juego. “Vencer el miedo” y no “esperar a que no haya miedo” es lo que
podemos y debemos hacer. La vida nos da los hijos en los brazos y es posible que
nuestros hijos nos den a la muerte en los suyos. Pero no importa. Créeme que
no. Sonríe de nuevo, porque hiciste tu labor.
De
forma que en tu interior hay algo esperando manifestarse. Algo cósmico. Algo
importantísimo. Algo sublime. Algo que llenará tu corazón por completo.
Los
ejemplos que expuse arriba fueron sólo para llamar tu atención hacia el hecho
de que el anhelo de ver algo en el mundo que no es visible todavía, o incluso
el odio a cierta cosa que ves y que te gustaría dejar de ver son ambas cosas
señales ineludibles de que hay una misión para ti.
Sea
que te hayas dado cuenta en este momento de que eso en torno a lo cual giran
todos tus pensamientos y tus acciones es tu misión, o sea que lo hayas sabido
desde siempre. Atesora este momento. Atesora tu misión. Atesórate tú. Atesórate
porque el mundo te atesoró en el momento en que decidió dar todo lo necesario a
tu vida para que pudieras manifestarte.
Actúa.
Eso que tu corazón pugna por manifestar: manifiéstalo. Eso que quieres ver
hecho en el mundo: hazlo. Eso que esperas recibir para ser feliz: dalo.
Tú
lo sabes. Eso que te hace sentir maravilloso y que es tan sublime para ti, que
al ver la materialidad que te rodea te preguntas si será posible. Pero
ignorarlo no sirve de nada. Y permanece como una estrella guía o un susurro en
tus ratos de silencio recordándote que está a tu alcance si haces tu labor.
Y
no te preocupes por pensar que los demás no lo van a entender. O incluso por
pensar que les va a disgustar.
Si
el sol no alumbra la noche porque ha tenido suficiente con alumbrar el día, no
ha cometido ninguna falta.
Si
la luna no sirve de guía al girasol porque acompañó durante toda la noche al
marinero, no ha cometido ninguna falta.
Del
mismo modo si tú no haces aquellos que la sociedad quiere que hagas, no has
cometido una falta. Pero si no haces lo que tu corazón te llama a hacer, no
sólo has cometido una falta, sino un grave sacrilegio hacia tu principal deber.
Porque si no manifiestas lo que sólo tú puedes manifestar, daría lo mismo que
no estuvieras aquí.
No
me niegues el alimento que tienes. Dame de beber. No se lo niegues al mundo. No
te lo niegues tú.
Te
esperan cosas maravillosas. Tu suprema satisfacción y tu propio respeto para
empezar. Conocimiento de ti mismo. Conocimiento y realización de lo que muchos
llamamos Dios. Recursos materiales. Amistades que no hubieras conocido de otra
forma. Tocar corazones a distancia, y dejar que toquen el tuyo…y saber más allá
de toda duda que tu vida está valiendo la pena.
El
“Bhagavad Gita” en su capítulo XVIII expone la importancia de la misión
personal como nadie lo ha hecho hasta hoy. Lo leas o no. Decidas entrar en
acción o no. Te envío mis mejores deseos.
Y
hasta nuestro próximo encuentro: un abrazo fraternal.
Atte.
El Loco.
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