Comentamos en los 2 artículos anteriores que en un momento
cercano en el tiempo vamos a sentir como se activan las cualidades que hemos
desarrollado a lo largo de nuestro proceso evolutivo. En estos momentos esos
atributos permanecen latentes en la mayoría de las personas. Antes de afrontar
la prueba que todos los seres humanos vamos a vivir, ese potencial despertará
(total o parcialmente según los casos) y será nuestro mejor activo para los
cambios que se avecinan.
Una parte de la humanidad no va a cooperar en la creación de
la nueva sociedad, y los que sí participen lo harán con diferentes niveles de
compromiso e implicación al no tener todos la misma capacidad.
Además del despertar de nuestros talentos internos, vamos a
contar con un segundo tipo de ayuda, una ayuda extra. Lo que ahora está
ocurriendo en la tierra, y lo que pronto va a suceder, ya era conocido en
planos evolutivos superiores desde hace mucho tiempo; en realidad desde
siempre. En esos planos de vibración superior se conocía que tras miles de años
de experimentación, la humanidad llegaría a una especie de callejón sin salida.
Percibiendo la realidad futura en la que nos hallaríamos los
humanos, un cierto número de seres de
elevado nivel de conciencia comenzaron a encarnar repetidamente en la
tierra de modo voluntario, como acto de
servicio, viviendo el mismo proceso evolutivo que cualquier ser humano. En todo
momento han estado velados por el olvido de lo que realmente son, y así han
vivido multitud de experiencias hasta llegar al tiempo actual.
Cada uno de ellos se propuso una meta concreta (conseguir un
determinado grado de iniciación), aunque sin garantías de que la alcanzaría. En
estos momentos próximos a nuestro despertar, el resultado final ha sido muy
diverso. Como los seres humanos estamos muy identificados con el cuerpo físico
y nacemos sin conciencia de que albergamos un espíritu (así es en nuestras
primeras etapas evolutivas), muchos de estos “voluntarios” no han alcanzado la
meta final prevista y se han quedado en otras intermedias, e incluso algunos de
ellos no han superado la iniciación de primer grado.
En estos momentos ya próximos a la prueba que vamos a
experimentar, hay encarnados en la tierra un cierto número de iniciados de los
grados 1º a 7º. Hay varios millones de iniciados del primer grado, un conjunto
inferior de iniciados del segundo grado, y cifras inferiores de iniciados de 3º
y 4º grados. A los iniciados de los tres grados superiores se les llama
“maestros”: hay un solo maestro de 7º grado, una de cuyas tareas esenciales es
la de servir de enlace entre el resto de maestros encarnados y la jerarquía
espiritual que apoya la evolución humana; la cantidad de maestros de 6º grado
es escasa, y algo mayor la de los de 5º grado.
El total de maestros e iniciados que van a colaborar en la
creación de la nueva sociedad es el apropiado. El objetivo no era el de inundar
la tierra de iniciados y maestros (puesto que el trabajo esencial corresponde a
la humanidad), sino el de que llegado estos momentos de cambio hubiese un
número adecuado de ellos para apoyarlo.
Del mismo modo que hemos hablado de seres que se han estado
preparando para contribuir al cambio, hay igualmente otros seres que han vivido
esos mismos procesos de encarnar repetidamente como preparación para
obstaculizar la creación de una nueva sociedad.
En la actualidad la jerarquía de iniciados y maestros está
ya activa, especialmente para que la prueba que vamos a vivir se dé de la mejor
manera posible. Su labor concreta comienza realmente tras el test,
primordialmente como una referencia que va a propiciar un mayor nivel de
confianza en aquellos que trabajen en la creación de la nueva sociedad. El
simple hecho de saber que están aquí nos va a inducir un profundo sentimiento
de seguridad y esperanza. También será esencial su aporte de energía, ideas…, aunque
será el ser humano el que cargue con el peso de crear la nueva sociedad.
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