Cada
persona que se cruza en nuestro camino a lo largo de la vida lleva consigo un
propósito, nadie transita por nuestra vida por azar, algunas con mayor o menor
impacto, pero todas ellas hacen posible parte de nuestras lecciones de vida.
Quizás en
el momento no logramos percatarnos de la importancia de alguien en nuestro
desarrollo, pero con el tiempo todo va encajando perfectamente y nos damos
cuenta de que como en un rompecabezas, una pieza puede estar totalmente en
blanco, pero ser exactamente la necesaria para la unión del resto de las
piezas.
Todo lo
que para nosotros no es demostrable, es un misterio, sin embargo existen muchas
hipótesis en cuanto a nuestro tránsito por este plano, teniendo mucho sentido
que las personas que juegan roles trascendentales en nuestras vidas,
corresponden con almas con las que tenemos acuerdos previos a encarnar y que
serán piezas claves en las acciones que debemos ejecutar y las lecciones que
debemos aprender.
Debido a
esto, se dice que a pesar de no haber un destino escrito, las almas programan
sus encuentros y muchas veces seleccionan sus nexos principales antes de llegar
a este plano. Es por ello que siempre debemos bendecir cada una de nuestras
relaciones, porque aunque no lo tengamos claro y pensemos que nacimos en la
familia equivocada, o nos relacionamos con la pareja incorrecta, de acuerdo a
esta teoría, esto dista mucho de la realidad.
Cada
persona nos aporta algo, de cada quien aprendemos algo o bien le aportamos o
enseñamos algo a quienes se relacionan con nosotros. Todos jugamos en una
especie de red donde cada pieza está interconectada y de no estar no podríamos
quizás terminar nuestras misiones.
Siempre
se cruzará en nuestro camino esa persona que necesitamos en ese preciso
momento, algunas personas serán para nosotros sinónimo de felicidad, mientras
otras, nos opacarán nuestra sonrisa, pero lo importante es ser conscientes de
esa persona está allí en ese momento porque la necesitamos, para aprender, para
conocernos a través de ella, para dar, para recibir, para perdonar, para
entender… Mientras más compasivos seamos con nosotros y los que nos rodean, más
sencillas serán las lecciones de ver y aprender.
Se dice
que las almas unidas por el amor, generalmente terminan encontrándose en cada
una de sus encarnaciones, sanando heridas, cerrando ciclos, aprendiendo y
evolucionando juntas. Lo cual nos hace suponer que no hay manera de separarnos
de nuestros afectos, que si están grabados en nuestra alma, formarán parte de
nuestras vidas por toda la eternidad.
Por: Sara
Espejo – Rincón del Tibet
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