ESTE MUNDO NO ES PARA MI






No es difícil que, en algunos momentos, quien tiene el espíritu sensible llegue a esta conclusión: “Este mundo no es para mí”. Sucede sin motivo específico, o  bien cuando vemos los horrores de nuestra época, cuando nos arrolla la mediocridad, o cuando en la vida personal los más cercanos quizás han vulnerado nuestra confianza… Suma y sigue: motivos para percibir la rudeza de la realidad y sentir que “no encajamos” en ella es duro. Y a veces hasta es más duro sentir las propias limitaciones y no saber, en algún punto, cómo lidiar con ellas…
Pero, cuidado! Esto sólo es el comienzo. Necesita serlo. Necesita haber un segundo paso. Y un tercero y un cuarto si hiciera falta. Porque necesita haber una dirección. Y la dirección es la misma para todo ser humano que sea activo en su propio proceso de evolución (recordando que su evolución acompaña a la de todo lo que existe, pues el Universo mismo aún se va desplegando): si este mundo no es para mí, debo crear el mundo que sí lo sea. Qué significa esto? Que cada uno de nosotros vino a crear ese mundo que aún no es. Como decía Gandhi, el cambio que deseas ver en el mundo. Y que si uno se siente “sapo de otro pozo”, -como se dice en muchos países cuando uno “no encaja” en ninguna parte-, precisará juntar agüita en una cantimplora y hacer un peregrinaje hasta hallar el pozo en el que sí se sienta pertenecer. Pero que si no lo halla deberá convertirse en un sapo excavador, y, como mi perro en el jardín, crear su propio pozo.
O sea: creer que, entre 7.000 millones de personas que hay en este mundo, uno es el único que tiene este sentir, es una ilusión. Haber probado en distintos grupos humanos y no haber encontrado lo que buscaba es nada más que parte del camino. Hasta que uno va abriendo su corazón asustado. (Y es natural que ese corazón haya estado asustado, porque la persona sensible suele haber sufrido agudamente lo que quizás a otras personas les habría calado con menor hondura.) Y a medida que lo va abriendo (sólo así, sí, sólo así) comienza a advertir que un corazón puede sersensible y fuerte a la vez. Que puede interactuar hasta ir hallando a pares afines. Que puede chocarse contra decepciones como un colibrí contra el vidrio, pero aun así acomodarse el plumaje y volver a volar.
Y quizás para algunos de nosotros la tarea sea crear nuestro propio pozo, es decir, nuestras propias circunstancias convocantes para darle tiempo, espacio, pasión a aquello en lo que creemos, y dejar que otros hallen a nuestro lado ese pozo para sapos que siempre han sentido “ser sapo de otro pozo”. Un pozo, en este caso, lleno de puentes que inviten a reunirse y celebrar la vida (recordando además que el sapo en muchos cuentos de hadas suele ser símbolo de transformación, como sucede con aquellos que al ser besados se transforman en príncipes; estamos llamados a transformarnos! Y “príncipe” significa “principio”…)
Apartarse es la trampa. Volverse un caracol. Sentirse “tan especial” que ninguno de los 7.000 millones nos sea propicio para abrir ese corazón desértico. Qué vamos a hacer? Esperar a que la humanidad se multiplique, a ver si siendo 8.000 millones nos alcanza? Yo he estado, hace muchos años, sentada en la cúspide de mi soledad en esa actitud. Ya no la quiero para mí, ya no.
Allí están los afines, -a veces tan camuflados con la vida como solemos andar nosotros mismos-. Y si nos disponemos a intercambiar lo invisible que nos habita con lo invisible del otro, es muy probable que descubramos muy cerca a quienes también han sentido que “no encajaban en el mundo”. En cambio, si nos hundimos en la lástima de nosotros mismos perderemos el combustible que necesitábamos para el viaje. A cargar la cantimplora y a emprender camino! Porque, además, hay quienes también tienen sed de nuestra agua… y nos extrañan sin aún habernos conocido.
El Encuentro es parte de las misteriosas leyes de la vida. El alma sabe. Así lo dijo Carl Jung:

“Es verdad que el alma es impulso vital,
pero además tiene algo extrañamente significativo,
algo así como un saber secreto o sabiduría oculta,
en notable oposición con su naturaleza irracional...
Este aspecto de sabiduría sólo se manifiesta
a quien dialoga con el alma.
Sólo ese pesado trabajo deja ver en medida creciente
que por detrás del juego cruel con el destino humano
hay algo así como una secreta intención
que parece corresponder a un conocimiento superior
de las leyes de la vida.”

© Virginia Gawel


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