Desde hace tiempo, vengo escribiendo acerca de la necesidad
de conectarnos con la Energía Femenina.
Cuando vivimos dentro de una estructura determinada, como es la
sociedad, no nos damos cuenta de los condicionamientos a los que ella nos
somete. Nos creemos libres, que podemos
decidir cualquier cosa, cuando eso no es real; es una fantasía desde el mismo
momento en que elegimos dentro de un menú disponible y, teniendo una mente
dual, generalmente lo hacemos por sí o por no: acatamos o nos rebelamos, pero
es difícil que nos tomemos el trabajo de analizar e investigar cuáles son los
fundamentos y las consecuencias de lo que se nos presenta como “normal”.
Vivimos en una sociedad patriarcal. Entonces, los valores, las formas, las
instituciones, los acuerdos, la moda, lo que sea estará teñido de esa
impronta. ¿Por qué pensamos que debemos
luchar la vida en lugar de abrazarla?
Porque los méritos de lo Masculino pasan por la conquista y la
apropiación. ¿Por qué hablamos de
víctimas y victimarios? Porque el poder,
no el amor, es la cúspide de su orden.
¿Por qué creemos que tenemos que competir, estar primeros, ganar, actuar
rápido, tener voluntad y tenacidad, hacer continuamente? Porque esas son virtudes de su energía. ¿Por qué priman la lógica, la razón, lo
general y abstracto, el conocimiento, la objetividad por encima de cualquier
otra consideración? Porque ese es su
proceder. Todo lo demás es considerado
débil, inútil, sin provecho, pasivo.
¡Gran tema! Lo pasivo
(cualidad y estigma de lo Femenino) es considerado flojo, apocado, frágil,
humillante, susceptible de ser penetrado, mancillado, atacado. No existe poder ni importancia en lo
Femenino, es vulnerable y por eso vulnerado.
Las mismas mujeres hemos tomado esa creencia y nos mostramos fuertes,
indestructibles, activas, agresivas, inconmovibles (aunque criamos hijas
princesas e hijos machos). ¿Qué posible
beneficio puede haber en ser femenina en un mundo masculino? Ciertamente ninguno. Y así estamos…
Luego de años de liberación femenina, parece que el triunfo
fue tomar los más bajos “beneficios” de lo Masculino y encarnarlos: acostarse
con cualquiera y jactarse; seducir de la manera en que a muchos de ellos les
gusta (abierta y provocativamente, mientras se es denigrada en bailes y
canciones como en el reggaeton); adquirir sus vicios (emborracharse y
drogarse); hablar ofensiva y groseramente;
trabajar todo el día; aguantar lo que sea; renegar de las emociones;
buscar un lugar alto en la sociedad consumista; ganar de cualquier forma.
¿Apoyo una vuelta a la era victoriana? Obviamente que no, me interrogo cómo anclar una nueva energía
femenina en estos tiempos. ¿Niego las
verdaderas superaciones? Para nada, me
cuestiono la razón por la que todavía no pudimos encontrar el poder de lo
Femenino y terminamos avalando lo peor de lo patriarcal.
Comprendo entonces las violencias de ambos lados. Los hombres sienten la competencia, no
encuentran su lugar, se resisten a perder sus privilegios, pero también están
encontrándose con la vulnerabilidad de lo Femenino dentro de ellos mismos y no
hallan un espacio en donde compartir sus monstruos internos, sus debilidades,
sus dudas, sus temores. ¿Cómo y dónde
trabajar la enorme fuerza de la testosterona y de la sexualidad, la necesidad
de ser fuertes siempre, de ser proveedores, analfabetos emocionales, reyes del
mundo? La imposibilidad e impotencia del
conjunto es tomada por individuos que lo bajan de las formas más atroces.
Las mujeres están tomando conciencia de siglos de
sometimiento y salen (masculinamente) a luchar; a imponerse abierta o
disimuladamente (a veces con manejos turbios); a pelear por lo que consideran
propio, cuando quizás sea algo que “compraron” de lo patriarcal y no las
representan verdaderamente. Ponerse en
lugar de la víctima; abogar desde lo negativo (“no” a algo en lugar de “sí”);
defenderse y atacar desde la debilidad, no ayuda mucho pero es lo que se puede
hoy (el péndulo pasa de un extremo al otro hasta encontrar el equilibrio).
Estamos en una encrucijada complicada. Nos estamos reorganizando a pasos acelerados
y tenemos la oportunidad de hacer una transformación que enaltezca lo mejor de
ambas energías. La sociedad debe hacer
cambios profundos y radicales si queremos que este caos sirva para la creación
de un mundo mejor. Para comenzar,
podríamos conocer, practicar y honrar las cualidades de lo Femenino: la
afectividad, la belleza, lo pequeño y particular, lo receptivo, la entrega, la
paciencia, la perseverancia, la subjetividad, el estar, la espera, la suavidad,
la intuición, la compasión, la colaboración, el sentimiento de Dios, etc.
El Cuerpo y la Tierra están asociados a lo Femenino:
connotan materia, renovación, pasividad comprendida como presencia, atracción,
albergue, confianza, sustento, apoyo, regazo.
Cuando las mujeres comprendamos el maravilloso y potente regalo que
somos, los dones cálidos y nutricios que poseemos, cuando nos paremos firmes y
apacibles sobre nuestros pies, sostenidas por la Madre Tierra, habremos
encarnado la Amorosa Energía de la Diosa.
Laura Foletto
HERMOSO MENSAJE, MUY LINDA TU PAGINA AMIGA OLGUITA, MI HERMANITA QUERIDA. SOY TERESITA, VOY A COMENTAR COMO pleyade. Abrazos
ResponderEliminarGracias por traer tu Luz al Portal!! Abrazos desde mi corazon al tuyo amiga del alma!!
ResponderEliminar