Momento a
momento, nuestra conciencia reside ya sea en un mundo o realidad convencional o
trascendental. Desde el punto de vista convencional, la enfermedad es una
desgracia, somos seres separados y la muerte es final. Desde una perspectiva
trascendente, la enfermedad (o cualquier adversidad) ofrece regalos ocultos,
todos somos uno en conciencia y la muerte es una ilusión.
La realidad
convencional generalmente acapara nuestra atención con las cosas cotidianas.
Buscamos satisfacción, realización, y nuestra felicidad depende de que nuestros
deseos, esperanzas y expectativas se cumplan. En el proceso, a veces sufrimos
de apego, deseo y ansiedad.
Hasta que un
día nos damos cuenta de algo importante: estamos sufriendo. Nuestro dolor puede
tomar la forma de una enfermedad, lesión o pérdida personal graves. Si sufrimos
por falta de dinero, tener más dinero alivia el dolor y, si estamos enfermos
físicamente, volvernos saludables resuelve el problema. Cada dificultad parece
tener una solución obvia, aunque temporal.
Sólo cuando
cuestionamos lo que siempre hemos creído y nos aventuramos hacia lo
desconocido, nos liberamos finalmente de esta interminable búsqueda de
soluciones rápidas.
Al darnos cuenta de que somos la fuente y la
causa de nuestra situación y dolor, llegamos a un momento crucial: no sólo nos
interesamos en el automejoramiento, sino en la autotrascendencia. Damos un
salto de fe para descubrir una nueva manera de pensar y ser. Para despertar,
puede que busquemos un maestro, escuela, proceso o camino.
Todas las
tradiciones espirituales del mundo apuntan a una realidad trascendente más allá
de nuestro estado normal de conciencia, más allá de nuestras historias y
suposiciones cotidianas, más allá de los límites de nuestras creencias comunes.
Sus verdades no se encuentran en fórmulas, visiones o experiencias místicas,
sino en un cambio sencillo pero profundo en perspectiva, un cambio que pone de
manifiesto la gran simplicidad de lo Que Es.
Lo Trascendente
no está en otro lugar. La libertad es posible aquí y ahora, tan cerca como
nuestra próxima respiración, tan íntima como los latidos del corazón. Despertar
no exige que abandonemos el mundo convencional, más bien que mantengamos la
cabeza en las nubes para tener una visión más elevada y nuestros pies firmes en
la tierra.
Al vivir en
esta verdad superior, nos elevamos por encima del mundo convencional, mientras
funcionamos en él. Nos damos cuenta de que ya somos libres y perfectos. No
necesitamos que nada nos complete o satisfaga, ya estamos en nuestro Hogar,
aquí y ahora. No existe ninguna separación —ni de los demás, ni del mundo, ni
del tiempo, ni del espacio— sólo este momento misterioso y maravilloso.
Cuando nos
aferramos a esta Verdad Sencilla, la realización no nos hace famosos, exitosos,
ricos o sagrados. Tampoco nos libera de la obligación de criar a nuestros
hijos, de ir a trabajar, y vivir nuestras vidas. Sencillamente nos brinda paz,
nos da alegría y nos hace libres.
Pero, al igual
que los niños en una típica mañana escolar, es posible que deseemos desactivar
la alarma, ponernos una almohada sobre la cabeza en la primera llamada para
despertar, y decir: “¡Por favor, déjenme dormir un poco más!” Quizás querríamos
despertar y, en vez de ello, perseguimos el éxito dentro del sueño.
Afortunadamente, la Realidad espera con
paciencia infinita. No necesitamos sanación espiritual, tenemos que darnos
cuenta de que nunca estuvimos enfermos en la forma que imaginamos, que nuestra
“enfermedad” era en sí misma una historia que creímos y experimentamos como
realidad. La perspectiva trascendente revela que, sin importar el reto,
nuestras vidas se desarrollan siempre en orden divino y perfección. El viaje no
siempre es agradable, pero sirve para nuestro mayor bien y para la evolución de
nuestra alma.
El puente entre
los mundos está disponible aquí y ahora, frente a nosotros, a nuestro
alrededor, en nuestro interior. Para encontrarlo, sólo tenemos que confiar en
nuestra propia naturaleza, y darnos cuenta que la perfección de nuestras vidas
se desarrolla. Cuando abrimos los ojos, encontramos dentro de nosotros la
verdad que nos hace libres.
Gran verdad Olguita.
ResponderEliminarTan necesario tenerlo en cuenta. Gracias por traer tu luz al Portal!! Abrazos miga del alma!!
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