CREENCIAS Y PROGRAMACIONES QUE ESCLAVIZAN - Parte 2 de 3

 


LAS CREENCIAS

El poder de creer.

 

Aprendemos cientos, incluso miles de símbolos, cuentos y supersticiones. El símbolo de Santa Claus demuestra de qué modo creer en una mentira, aunque sea inocente, puede hacer surgir emociones que sentimos como un fuego que quema en nuestro interior. Las emociones son reales; son parte de la verdad, pero la razón por la que las estamos sintiendo no lo es. No es verdad; es ficción. Si te preguntas por qué en ocasiones te sientes desdichado, es porque te estás contando una historia que no es verdad, pero tú te la crees.

 

El sistema de creencias gobierna la vida humana como un tirano. Nos despoja de nuestra libertad y nos convierte en sus esclavos. Se apodera de nuestro yo real, la vida humana, ¡y este sistema ni siquiera es real! Nuestro yo real permanece oculto en algún lugar de la mente y, cuando llegamos a ese punto, lo que controla la mente es todo lo que sabemos, todo lo que estuvimos de acuerdo en creer.

 

El sistema de creencias constituye el reino de la mente; no podemos verlo ni medirlo, pero sabemos que existe. Tal vez lo que no sabemos es que esta estructura sólo existe porque la hemos creado nosotros.

 

LAS DUDAS

Sé escéptico, pero aprende a escuchar.

 

La verdad no necesita que tú creas en ella; la verdad sencillamente es y sobrevive tanto si crees en ella como si no. Las mentiras necesitan que creas en ellas. Si no te crees las mentiras, no sobreviven a tu escepticismo y simplemente desaparecen. Cuando aprendes a escuchar, eres respetuoso con los demás. Cuando aprendes a escuchar, sabes exactamente lo que quieren los demás.

 

Que otras personas quieren algo no significa que tú tengas que darles lo que quieren. La gente está siempre tratando de captar tu atención porque, a través de la atención, pueden descargar cualquier información. Si no aprendes a escuchar, nunca comprenderás lo que estoy compartiendo contigo ahora mismo. Sacarás precipitadamente una conclusión y reaccionarás como si se tratara de tu sueño cuando no lo es.

 

Por consiguiente, quizá lo que yo digo es la verdad o no lo es, pero tal vez lo que tú crees no es la verdad. Yo sólo soy la mitad del mensaje; tú eres la otra mitad. Soy responsable de lo que digo, pero no soy responsable de lo que tú entiendas. Tú eres responsable de lo que tú entiendes; tú eres responsable de cualquier cosa que hagas con lo que oigas en tu cabeza, porque tú eres quien da significado a cada palabra que oyes.

 

Si comprendes, verás la razón por la que no necesitas creer lo que puedes ver, lo que ya sabes sin palabras. La verdad no viene con las palabras. La verdad es silenciosa. Es algo que simplemente sabes; es algo que puedes sentir sin palabras y esto se llama conocimiento silencioso. Sé escéptico, pero aprende a escuchar y entonces elige. Sé responsable de todas las elecciones que hagas en tu vida. Ésta es tu vida; no es la vida de nadie más y descubrirás que lo que tú haces con tu vida no es asunto de nadie más.

 

Somos víctimas de todos los símbolos que creamos, somos víctimas de todas las voces en nuestra cabeza, somos víctimas de todas las supersticiones y distorsiones de nuestro conocimiento.

 

LA CULPABILIDAD

Quizá todo lo que he aprendido no es la verdad.

 

En el sueño de la segunda atención empezamos a dudar: “Quizá todo lo que he aprendido no es la verdad”. Empezamos a desafiar lo que creemos; empezamos a cuestionarnos todas las opiniones que aprendimos. Sabemos que hay algo en nuestra cabeza que nos lleva a hacer muchas cosas que tal vez no queremos hacer –algo que tiene el control total de nuestra mente– y no nos gusta. Y como no nos gusta, en un momento determinado empezamos a rebelarnos.

 

Los seres humanos cargamos con nuestro pasado, con nuestra historia, y es exactamente como si cargáramos con un pesado cadáver. Para algunos no es tan pesado, pero para la mayoría de la gente ese cadáver es muy pesado. Y no sólo es pesado; huele muy mal. Lo que muchos de nosotros hacemos es quedarnos con nuestro cadáver y compartirlo con las personas que amamos.

 

Digamos que estás viviendo con culpabilidad y vergüenza por un error que cometiste hace diez años. La excusa para tu sufrimiento es: “Cometí un terrible error”. Y piensas que todavía estás sufriendo por algo que ocurrió hace diez años, pero la verdad es que estás sufriendo por algo que ha sucedido hace diez segundos. Cuando eres completamente auténtico, te dices la verdad a ti mismo, sin dudas: “Me gusta; no me gusta. Lo quiero; no lo quiero”. No tienes que hacer lo que no te gusta hacer. Disfruta tu vida haciendo exactamente lo que te gusta hacer.

 

Nos hacemos la vida difícil cuando tratamos de sacrificarnos por alguien más. Indudablemente, no estás aquí para sacrificarte a ti mismo por otra persona. En ese momento descubres que te resulta mucho más fácil ser tú mismo que tratar de ser lo que no eres.

 

No necesitas competir con nadie; no necesitas compararte con nadie.

 

Don Miguel Ruiz


Fuente: La Iluminacion Espiritual


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