¿De quién son mis heridas?


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¿Te habías dado cuenta que hay veces que tenemos heridas tan profundas, qué siquiera son nuestras?
¿Cómo sanar algo qué siquiera percibimos?
¿Cómo saber qué está ahí?
Intuyes cosas que no son tuyas, sabes que ese dolor que sientes no te pertenece y sin embargo es tan real...
Esa herida que te hace vulnerable a no sabes qué ni porqué.
¿Cómo ahondar en esas capas qué cubren tu dolor y poder sanarlo?
Por un lado lo apartas, lo niegas y disimulas, no quieres que nadie sepa de tu vulnerabilidad.
Por otro lado una parte de ti que desconoces grita que le ayudes a sanar lo qué ella/él no supo.
Y al medio, tú, sin saber bien como actuar, que pieza mover, que decir, que hablar, que callar...
Tal vez al detenerme me dé cuenta que si merezco ser amada, que mi niña interior merece que la abrace y le diga que está sana y salva entre mis brazos.
Pero a veces siento que la herida es mucho más profunda que no me pertenece, que tal vez vino con mi ADN, que tal vez ellas (mis ancestras) gritan dentro de mí, unas piden perdón por no saber hacerlo mejor, otras se levantan ante su toxicidad, otras se enfadan por mi rol en esta historia...
Al fin descubro que solo hay un camino:
Abrazarlas a ellas al igual que lo hago con mi niña interna.
Susurrarles al oído todo cuanto pienso y liberarles de mis juicios.
Saber que solo liberándolas a ellas te liberas tú.
Y sobre todo perdonar, saber que solo había una manera de actuar y era esa.
Te amo.
Te perdono.
Lo siento.
Te libero.
Me libero.
¡Gracias! 


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